martes, 11 de octubre de 2016

Tarjetas black: un master intensivo


Estos días es recomendable seguir en los medios y lo más en directo posible, el proceso a la indecencia del pp, pero no sólo, que una banda de ladrones no gobierna sin que millones de idiotas o de ladrones cómplices se lo permita, sobre todo y más allá de la noticia, para atar cabos y repensar desde la calma, qué significa en nuestra sociedad un fenómeno de tal laya. Por un lado las tramas como la Gürtel y por otro, el tenebroso asunto de las tar-jetas black.  donde están implicados personajes de todo el espectro político. No está mal como "deberes" cívicos, impuestos por la peor pedagogía, a ver si de una vez caemos del guindo y de paso, del Guindos y su cuadrilla repartida en distintas siglas. Reflexionemos despacio.


Punto primero. Las black son unas tarjetas de crédito extra expedidas y concedidas a representantes políticos y sindicales en las Cajas de Ahorro, bancos de iniciativa estatal que tienen como objeto el apoyo financiero a los pequeños ahorradores, que contribuyen en mantener con sus ganancias iniciativas sociales y culturales; dado ese carácter público de las entidades de ahorro, las instituciones políticas deciden sin consultar con nadie más, que es necesaria una presencia política y sindical en esas entidades bancarias, al parecer, para comprobar el buen funcionamiento de las mismas y constatar que ningún poder financiero subterráneo controla las cajas públicas. Al menos en teoría. Otra cosa resultó ser  la práctica que ha demostrado otra cara de la  realidad: las tarjetas eran para los altos dirigentes de la institución financiera, simplemente el modo de tener de su parte y en Babia, a los beneficiados con el riñón bien cubierto y lo más lejos posible de una mirada observadora, crítica o curiosa acerca del funcionamiento de las CCsAA. A la vez que éstas, se convirtieron en la puerta giratoria más imperceptible de todas. Colocar a los sobrantes y 'ex' del estamento político que ya no pintan nada pero que saben demasiado, e incluso pueden ser reciclables en otro momento. Vamos, un depósito de momias en hibernación por si acaso, que nunca se sabe qué puede pasar. Qué duda cabe de que el pistoletazo de salida fue una patraña ya en el origen. 
En un Estado de Derecho sano con una democracia real igualmente sana, para revisar la transparencia de las CCAA, basta con que ese control esté a cargo de funcionarios inspectores del Estado por oposición, con conocimiento financiero adecuado al empeño encomendado y con responsabilidad profesional asumida. No pintan nada los políticos ni los sindicalistas, que si no son banqueros ni expertos en finanzas no saben ni por donde les da el aire en tema de transacciones bancarias y ejecuciones financieras.
Pero en un Estado de desecho moral, social y político resulta tan natural algo así, como que la corrupción no sea delito sino un gaje del oficio de todo político. O sea: el mismo hecho de que existan asesores-comisarios  políticos y sindicales, en un banco estatal, es ya en sí mismo inútil e inexplicable desde la coherencia institucional.


 Punto segundo. Todavía nadie ha explicado a la ciudadanía en calidad de qué cobraban esos "vigilantes de la playa" forrística. ¿Estaban en nómina? ¿Con cualificación profesional don Tancredo fashion o iban solo de mirones aprovechados? ¿Eran cargos honoríficos para suavizar y compensar despidos importantes? ¿De dónde salía su remuneración, acaso del rescate público de la estafa privada? ¿Las tarjetas eran al pago del salario por no dar ni hachazo o la recompensa extra por la complicidad, el silencio y el mirar para otro lado?
 ¿Todos los implicados en el asunto black eran sinvergüenzas congénitos? ¿Todos ellos reaccionaron igual ante la suculenta concesión enjuaguística, aplicando el dicho  tan ppoppular y ppatriótico de que a caballo regalado no se le mira el diente ni la procedencia? Al parecer entre la montonera de invitados al trinque sólo uno de ellos devolvió la dichosa tarjeta sin haberle metido mano, dejando clarísimo en estadística el nivelazo ético de todos los implicados. Y de paso de la españolidad en general. Porque callaron todos, desde los directores de las CCAA hasta el último cajero no automático que repasaba las cuentas. 

 Punto tercero. ¿Qué nos revela el fenómeno tar-jetas black? 

a) Que en España no existe el más mínimo y comprobable valor ético.

b) Que mientras hubo dinero para todos a mogollón nadie se molestó en averiguar si esos dineros fáciles tenían un origen decente o eran producto de chanchullos en cadena.

c) Que ningún político o sindicalista invitado a participar del pastel de las CCAA se planteó durante años y ni por un momento, lo que significaba éticamente ese enjuague y mucho menos se atrevió a denunciarlo en público ni en llevarlo al Congreso para contarlo a la ciudadanía. Y si hubo alguno, lo debieron censurar o amordazar o chantajear con amenazas porque nunca nos enteramos de tal cosa, hasta que llegó la ruina con el crack de la CAM, de Bancaja o Caja Madrid o Banco de Valencia, gobernado por el mismo político Olivas, que se cargó Bancaja tras su paso por la Generalitat Valenciana como máximo capitoste y la dejó hecha un dolor que Rato recicló en la traca final de Bankia. Primera entidad bancaria pública  fusionada que cayó en picado gracias al arte mayor de la jeta de Don Rodrigo, en la horca, en la horca económica de su propio país de origen tras haber practicado y adquirido habilidades inenarrables en el mísmisimo FMI. Cuyo pabellón nunca pudo escalar tan alto en el listón del surrealismo destroyer del establishment. 

Punto cuarto. ¿Qué significa y qué nos revela este esperpento amoral y deficiente cognitivo en la historia de un país en black sempiterno como el nuestro? 

1) ¿Que tal vez nos falta un hervor de conciencia y por eso producimos la  misma basura de la que nos quejamos cuando nos desborda y se desparrama por todas partes? 

2) ¿Que a falta de ese hervor nos ponemos hechos unos basiliscos o asumimos el eterno rol de víctimas ante las consecuencias de nuestros propios errores que nunca reparamos porque no los vemos como errores sino como nuestra forma castiza y campechana de ver la vida desde la barrera de esa plaza de toros inmensa que es este desnortado corralón ehpañó, donde la ganadería brava en todo empeño, es lo único que mola?   

4) ¿No será que  donde deberíamos poner ética solo sabemos colocar la estética, la imagen, la apariencia, la chulería, la palabrería, la falsa autoridad y nos quedamos en un mundo de formas sin fondo y por eso cuando llegan delincuentes con pedigrí, encorbatados, con portafolios, repeinados con brillantina y en navegando en yates con narcos o con correas, hablando inglés con soltura y con un curriculum tantas veces inventado, como el de Roldán o adquirido por enchufe, charlatanería y enjuagues, como Rato o Blesa o Bárcenas, Fabra, Blasco, Felipe González, Guerra, Serra, Paesa, Camps, Cotino, Barberá, Aguirre, Rajoy, Cospedal, Zaplana, Aznar y señora embotellada, Cifuentes o Susana Díaz o cualquier revienta posibilidades de cambio a decente, nos tragamos sapos a tutiplén sin mirar el plato donde los sirven ni la olla donde los cocinan? 

Punto quinto. Tal vez nadie nos enseñó qué es la ética aunque se citase muchísimo a Aristóteles a Sócrates o a Kant para reducirlos a monumentos inertes en la  historia del pensamiento teórico sin referentes prácticos y cercanos que refrendasen la teoría. Tal vez nos lo enseñaron mal, confundidos con la religión. Aunque quizá nos lo enseñaron bien pero no nos dimos por enterados porque nuestro nivel de comprensión no se desarrolló en medio de una des-educación que solo consistía en repetir como loros lecciones de memoria que pasaban por nuestro cerebro sin dejar rastro ni poso alguno de conocimiento que superase el hecho de vomitar axiomas en los exámenes para aprobar por los pelos y sacar un título que presentar por ahí y pillar un buen empleo, como sermoneaban los padres y madres: estudia para que luego tengas un porvenir y una seguridad; sin aclarar jamás a qué precio de vacío y pérdida de sí se adquieren esas rutinas lucrativas para sobrevivir jadeando en el mismo pozo séptico que las generaciones pasadas. No es extraño que con esa altura pedagógica durante siglos y sin regenerar, estemos como estamos. Tan sumamente perdidos de nosotros mismos que hasta los nuevos movimientos políticos que pretenden ser nuestra voz, están tan perdidos como ha estado hasta hace cinco años, más o menos, -cuando nos convertimos en el 15M por desesperación bien meditada- nuestra conciencia colectiva y personal. 

Punto sexto. Nada está perdido mientras estemos vivos y con ánimo regenerador. Pero debemos caer en la cuenta de que nadie hará por nosotros ese cambio que reclamamos por la calle, por las plazas, a la puerta de los juzgados o de los parlamentos o de las sedes de partidos que ya solo viven para su propio provecho. No, no será la violencia ni el conflicto constante  y devastador, entre los 'buenos' y los 'malos', lo que nos va a "salvar" de algo que no funciona dentro de nosotros; no basta saciar el hambre, tener un techo ni un trabajo "seguro", a la vista está que eso ya lo hemos tenido durante muchos años y no era la clave última de la justicia ni de la igualdad, ni de la dignidad ni de los derechos verdaderos. Era un remiendo económico internacional que obedecía a los mercados que entonces estaban interesados en crear bienestar a base de consumir a lo bestia. Cuando ese consumo ha producido una igualdad aceptable de oportunidades, un acceso a recursos culturales y unas expectativas sociales sin barreras, entonces, de un plumazo, desaparecen las ventajas que creímos producto de una lucha y de una victoria sobre la desigualdad. Y vuelve la división entre arribas y abajos, entre poquísimos  ricos y millones de empobrecidos repentinos por esos mismos ricos, muchos de los cuales,partiendo de la clase trabajadora con estudios, se han convertido en los verdugos de su propia estirpe y en vasallos de la más escandalosa injusticia provocada por la avaricia y la compraventa de voluntades incluso a través de la gestión política. En su tiempo Guerra, González, Chaves y Griñán, o los felones de IU, del Psoe, de UGT y CCOO, enmierdados en las black, lo confirma. 

¿Dónde está el fallo? ¿En la economía?, desde luego, pero sobre todo en la ausencia de ética globalizada. La economía regula recursos y dineros, pero si carece de ética y de humanidad que es el principio ético en sí, esos recursos se quedan sin valor para la sociedad, sólo llenan bolsillos especuladores al mismo tiempo que destruyen almas y conciencias mientras invaden las mentes, invalidan voluntades y aniquilan los sentimientos en la hoguera de las emociones más pervertidas y miserables. Mientras matan la posibilidad de evolucionar y nos van dejando como al borde de la vida autoconsciente, como animales desamparados y perdidos, que no llegaron a ser humanos cuando pudieron serlo ni tienen ya  la sana fuerza del instinto  zoológico natural para dar un imposible paso atrás en la evolución. 

La ética para el ser humano creciente hacia su plenitud es el  oxígeno que mantiene vivo lo mejor de sí mismo. Y más allá de la teoría acerca de ella, es práctica que para poder asimilar y  'comprehender' hay que ver realizada ,hecha carne y vida en acto. No sólo en la intención. La palabra nos la acerca, nos la explica y nos la contagia, pero depende de nosotros que se pueda convertir en hechos orgánicos, en sistema de conducta y en motor de la civilización o que se quede en una hermosa y melancólica teoría digna de museo y biblioteca, de estantería de anticuario, muy culto y refinado. Muy inútil y muy vacío. 

La ética no es nada raro ni "selecto", es el fundamento y el sentido de la legalidad, de la justicia real, de las leyes útiles y sanas y del equilibrio social de la polis y de la politeia, de la ciudad y la ciudadanía; su etimología, tanto en griego como en latín, (ethos-ous y mos-moris) sólo significa costumbre y hábito, comportamiento y uso.  Pero llegó un momento en la reflexión práctica de Sócrates, (que no dejó nada escrito, quizás para que aprendiésemos a leer por dentro de las cosas y de nosotros mismos), en la dialógica de Platón y en la reflexión innovadora de Aristóteles, en que el concepto "costumbre" derivó cualitativamente con la amplitud de miras humanas. La costumbre, el hábito, el comportamiento, aparecían ante los ojos y la sensibilidad de otro tiempo nuevo,  cargados de intención cognitiva, no como hecho  inocuo ni meramente autómata. Lo actos humanos realizados llevan consigo unos valores implícitos o la carencia de ellos. Y esos valores benefician la convivencia, la inteligencia, el equilibrio, con la felicidad personal y pública como consecuencia. Y su carencia o su  corrupción sofista y justificadora de lo peor (el 'y tú más', por ejemplo, el fin justifica los medios, o el no asumir la propia responsabilidad ni la reparación del mal causado, ni contemplar las consecuencias de nuestros actos instintivos) degradan tanto a la sociedad como al individuo. Hasta, pasando por Descartes, Spinoza y Bacon, llegar a Kant, que saca del fondo de la esencia humana el imperativo categórico como fenómeno materializable en el comportamiento del noúmeno impalpable de la conciencia como aliento del ser. A partir de Kant, Leibnitz y su visión matemática de la bondad de las mónadas, hasta Husserl y su amplísimo universo ilimitado, la ética creció hasta ser puesta en solfa por el nihilismo de pensadores como Nietzsche y los que derivaron de su visión producto de una humanidad ya en camino de desfondarse. Con esa tendencia del pensamiento en boga en un tiempo que había perdido mapa y brújula, la ética fue arrinconada sin cintemplaciones como un estorbo en la veloz carrera hacia la nada; como resultado, llegaron guerras mundiales  provocadas por  totalitarismos enloquecidos e injusticias convertidas en sistema social y político, el uso de la lógica y del pensamiento como instrumento de poder y de confusión. Sin ética no cabe otro modo de estar sin ser. 

Sin embargo los problemas derivados de esa pérdida del centro ético de la conciencia en un mundo cada vez más tecnológico, violento, industrializado, desigual, enloquecido por la avaricia, el consumismo sin freno y perdido de sí, hizo que la ética se convirtiera en política social. Y con Hegel y Marx a la cabeza, las corrientes anarco-cooperativistas con Proudhon, Bakunin y Kropotkin, Tolstoi, Gandhi, Luther King, Rudolf Steiner, Lanza del Vasto, Albert Camus, la revolución cubana, Che Guevara, Mandela, Gorbachov, José Mujica y la semilla de la teología de la liberación en Latinoamérica resistiendo a las sectas yankies financiero-religiosas, con la dignidad de Roberta Menchú, Eduardo Galeano,  Benedetti, Elder Cámara, Leonardo Boff y Casaldáliga o el puntazo del sandinismo desde Solentiname con los hermanos Cardenal, Ellacuría, Jon Sobrino y tanta inteligencia colectiva sin nombre conocido pero activísima en la vanguardia de la dignidad y los DDHH; así comenzó a despuntar una nueva razón para recuperar el alma colectiva y la ética como base de un nuevo tejido de inteligencia social y comunitaria, explorando y construyendo a la vez una nueva época del mundo. Un movimiento paralelo y constructivo en la globalización creciente. Aterrizando en la materia la energía del espíritu para crear otra forma de vida en el planeta, arrasado por la crueldad mecánica y sus obscenas inercias a lo Reagan y Thatcher, a lo t Bush, a lo Aznar y a lo Trump. A lo FMI y BM. A lo Merkel y Bilderberg.

Hay ya mucho camino andado en el mundo, más allá de la pereza y la resignación y sin embargo España no se da por aludida. No se acaba de despertar entre cerveza y cerveza, entre chascarrillos y "si lo sabré yo", "ya te lo dije", "todos son iguales  y si no lo son, ya nos encargaremos, tedio a tedio y  chiste a chiste, de que lo sean y el sistema que va rodado, ya se encargará de cumplir nuestros augurios, de darnos la razón y de animar nuestros bostezos, aquellos del hombre de casino provinciano del triste Machado o del vuelva usted mañana del pobre Larra". La patria, ésa que los pérfidos catalanes quieren hacer añicos de diada en diada, exhausta  de no ser nada e intentar aparentarlo todo, abre un ojo de vez en cuando para despotricar, pero vuelve a quedarse frita ante la tele y el fútbol, ante las tertulias a lo MarhuInda y el timo de la estampita, la última entrevista de El Hormiguero y las ocurrencias de El Intermedio. Y eso es el to much de la cosa celtibérica. El rettwit de Tip y Coll y Gila, junto a  la filosofía de El Fary, Pantoja, Manolo Escobar, Ana Rosa y las Campos,Belén Esteban, Sálvame y el sofá de Bertín. Con ese elenco de adormideras es imposible que haya un hueco para que se  oiga el despertador de la conciencia  en el letargo sine die.

La ética, a pesar de todo y a lo largo y ancho del cutrerío en general y español en particular, acorralada por la abulia, la indiferencia y el ir de sobraos, apachuchada por tantas penalidades históricas, nunca desapareció. A pesar de que en las corrientes de pensamiento moderno y postmoderno pareciese que hubiera sido arrancada de cuajo para dar paso a un ciclo de sálvese quién pueda, tonto el último y jefe el que más daño consiga hacer en su entorno y, sin saberlo, también a sí mismo. 

Esta es la des-memoria ética en la que nos hemos estancado, especialmente los españoles, desde tiempos remotos, puesto que llevamos siglos enteros apegados a una falsa visión del cristianismo que ha condicionado el poder y su corrupción, que no nos hemos permitido revisar jamás, unida  a una tradición imperialista y totalitaria de la que tampoco nos hemos liberado hasta la fecha tanto por miedo, como por inexplicable comodidad, como por costumbre. En este caso el término "costumbre", "uso", "comportamiento" ha retrocedido a tiempos presocráticos y pre-aristotélicos. No conocemos la ética ni por el forro, como unidad socio-política que nace del ser humano y transforma la energía primaria en inteligencia moral y social, aunque sí la conozcan unos pocos, y aunque, para colmo de desdichas, sí  que hemos heredado las más potentes armas para combatirla y desactivarla sin siquiera conocerla. 

Ya es tiempo de romper esta inercia, que algunos escritores, poetas, historiadores y filósofos han venido denunciando a lo largo de los siglos, con el resultado que tenemos ahora, que por desgracia no es un deterioro de algo mejor que se nos haya perdido por  el camino, sino la rebaba hecha costra, de toda la miseria de siempre. Sería una pena que este ciclo de la historia humana termine sin que España se haya enterado siquiera de que la ética no consiste en dar limosnas y construir asilos para los pobres mientras se genera la pobreza que no les permite comer ni tener un techo bajo el que llevar una vida digna porque se tiene un trabajo igualmente digno remunerado con justicia y una escuela donde se enseña ética y solidaridad en la convivencia. Una España auto-mutilada y partida por la mitad, como el cuerpo y la mente  del fundador de la Legión, Millán-Astray, de guerra en guerra, de odio en odio, de zancadilla en zancadilla...con el único fin de forrarse en plan cacique y machacar en una lucha sin perdón al que no es afín. Y todo en nombre de la caridad y del fundamento de una alucinante  buena educación religiosa. Es terrible nuestro caso.

A base de ser tan católicos y cerriles se ha conseguido parir una aberración geopolítica y a prueba de salva y rompepatrias borderlines parapolíticos, que es la hostia. Digna del Guiness. No os digo más, Mariano, Susana y Felipe, Pedro y Pablo. La biblia en pasta, vamos.

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