El Franco decapitado: la última batalla entre independentistas y comunes
“Aquí hay una batalla por la
hegemonía cultural entre los comunes y Junts Pel Sí. Entre los comunes y
los independentistas. La exposición se ha visto interferida por esta
polémica. Pero eso no es culpa de la exposición”, defendía esta semana
Manel Risques. (La marea)
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Hace unos días comentaba en otro post de este mismo blog el proceso psico-emocional que nos enreda cuando no somos capaces de localizar los focos de la confusión dentro de nosotros mismas y como espejo, también en el ámbito social del entorno. Quiero aprovechar este episodio de la exposición "pedagógica" del Ayuntamiento de Barcelona sobre el franquismo como ejemplo práctico de lo que comentaba en el otro artículo sobre el análisis acerca de la Idea, el concepto, las ideologías y el Análisis Transaccional.
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Hace unos días comentaba en otro post de este mismo blog el proceso psico-emocional que nos enreda cuando no somos capaces de localizar los focos de la confusión dentro de nosotros mismas y como espejo, también en el ámbito social del entorno. Quiero aprovechar este episodio de la exposición "pedagógica" del Ayuntamiento de Barcelona sobre el franquismo como ejemplo práctico de lo que comentaba en el otro artículo sobre el análisis acerca de la Idea, el concepto, las ideologías y el Análisis Transaccional.
El Ayuntamiento está regido por ideologías y conceptos previos, ya predeterminados. No por la Idea viva y activa. O sea, no por la individualidad colectiva que es el hecho cooperativo de conciencias individuales, que además es el modelo antropológico en construcción de nuestro tiempo. En ese Ayuntamiento hay un evidente choque de conceptos acerca de la Idea, o sea hay una falta de escucha entre ideologías; la ideología es una venda en los ojos en la medida en que parte de verdades parciales y relativas interpretadas y asimiladas como universales y absolutas, y además, personalizadas en la manifestación del ego individuado y colectivo.
Pasando al A.T., la Idea, el adulto, no está presente en el proyecto ni en los resultados; el proyecto nace del concepto, del "padre" hegemónico -institucional- que intenta "educar" al "niño" ignorante, la ideología, más basada en la emoción que en la razón, enfadado con su propia historia entre sometimiento, sumisión, miedo, rebeldía y frustración.
Tras el montaje de esa exposición del recuerdo traumático de la historia con aspiraciones didácticas, flota en el inconsciente colectivo la imagen confusa de un Estado (padre poderoso) plenipotenciario que está jugando con los fantasmas de la memoria histórica. Así, en lugar de un reconocimiento pedagógico y a la vez catártico racional-emotivo, e integrador del pasado en el presente, se ha producido un desmadre sin pies ni cabeza, en el que el Ayuntamiento ha perdido los papeles por completo, se ha dividido y los ciudadanos se han quedado bloqueados sin saber qué está pasando en una comprensible tierra de nadie.En ese estado, unos se han lanzado a una bacanal liberadora de tabúes a base de descargar contra la repulsiva estatua del dictador decapitada, toda la furia que acumulada no tanto porque hayan vivido la guerra civil ni la dictadura, sino por todo el bagaje de frustraciones cotidianas derivadas de aquel tiempo, que tienen mucho más que ver con el tiempo actual que con el pasado pero, evidentemente, están conectadas emocional, social e ideológicamente, por el hilo de la historia. Digamos que esa exposición ha resultado ser un conjunto de sesiones colectivas de psicoterapia municipal. La intención, seguramente, era buena, pero se ha quedado desvirtuada porque no se ha comprendido ni siquiera por los mismos "pacientes". ¿El fallo?, tal vez la improvisación y la superficialidad complicada que suele derivar en confusión, conflicto innecesario e ineficacia. No es respetuoso para nada con la ciudadanía experimentar con ella a ver cómo reacciona ante estímulos psicoemocionales y jugando con los sentimientos mezclados con la identidad territorial y la historia sin digerir, que solo rasca en las cicatrices de las viejas heridas, sin llegar a abrirlas pero irritándolas, cuando ya es el tiempo de trascenderlas y convertirlas en salud, una vez reconocido el proceso que las produjo y superadas las condiciones de salubridad y debilidad que ya no están vigentes en este tiempo en la conciencia colectiva. Tenemos derecho a superar la historia y no podemos seguir eternamente siendo víctimas de las barbaridades del pasado, aunque es cierto que tenemos un problema grave en el Estado, porque la estirpe de los tiranos que dejaron nuestra geopolítica en la ruina, sigue teniendo la sartén por el mango económico, gestor, institucional y mediático.
Ante todo lo que tenemos pendiente por resolver tanto en Cataluyna como en el resto del país, conviene preguntarse si estar constantemente en estado de exaltación y catarsis liberadora de emociones que nos masifica en vez de dejarnos asimilar la realidad desde la justa y necesaria individualidad imprescindible para integrar lo colectivo y dotarlo de conciencia, no nos estará quitando fuerza social para organizarnos mejor y pensar juntos con más claridad, ser más críticos y menos dogmáticos y tener menos necesidad de caudillos hegemónicos, que esta vez no se imponen por las armas sino por los medios, la escenografía, los conceptos vendidos como axiomas y la comida de tarro subsiguiente.
Ayer escuché decir a una política catalana que lo que la exposición pretendía era justamente provocar lo que ha pasado, que la peña, en plan destroyer se haya echado al monte haciendo una performance antifranquista y antitodo, por su cuenta; lo cierto es que la idea hubiese sido un éxito si la ciudadanía hubiera sido informada previamente de esa intencionalidad tan creativa. No ha sido así. Y si desde luego es cierto lo que se dijo en esa entrevista, seguramente con el fin de salvar la metedura de pata, es denigrante que se juegue de ese modo con la ciudadanía que, a la postre, está pagando la factura de su propia manipulación a cargo del ayuntamiento, en simulado y diferido. Ya era bastante insípida y desnortada la forma supuestamente pedagógica de presentar el evento, pero tratar de lavarle la cara al error y hacerlo pasar por un experimento freudiano ya es el colmo de la irresponsabilidad y del ridículo. Mucho mejor hubiera sido reconocer que el traje del emperador no tenía la talla del usuario y no agravar la situación con ese desfile en bolas de la autoridad (in)competente.
Está muy bien que el niño desfogue su descontento pataleando, rompiendo baratijas que ya no utiliza y dejar que así libere energía que de otro modo sería tóxica e insoportable, pero de eso, a poner a su disposición la casa para que la destroce, hay años luz. Al niño de la ideología y al padre del concepto hay que ayudarles a recuperar el adulto de la Idea para que no se sigan rayando y hagan de nuestro presente un revival constante del pasado que aborrecen. Los que son padres y madres, abuelas y abuelos, educadores y pedagogas conocen métodos muy sencillos para que los niños se liberen de sus obsesiones y pataletas que para ellos mismos son un suplicio del que no saben salir solos: darles una actividad que llene su imaginación y transforme su desasosiego ansioso en bien estar y en creatividad, en vez de enfadarlos más, les dan cosas bonitas e interesante que hacer.
¿Habrá pensado el Ayuntamiento barcelonés en el impacto y efectos secundarios que tendrá sobre el inconsciente colectivo el hecho tan pedagógico de que se pueda poner la calle hecha un basurero, llena de frutas destrozadas tras arrojarlas contra lo que nos molesta o nos incomoda, sin pensar en las consecuencias de que alguien al pasar, por ejemplo un anciano o un discapacitado con muletas, se resbalen o tropiecen con los proyectiles y acaben en el hospital? ¿Y si mañana un grupo de personas que estén contra la colonización de América deciden hacer lo mismo con la estatua de Colón que hay en el Puerto y se dedican a tirarle de todo por ser el culpable del genocidio indígena? Está claro que una vara de mando o un acta de concejal adjudicadas a ojo y en momentos de desesperación ciudadana, pueden perjudicar gravemente la salud psíquica de los cargos y portavoces virtuales, que no atinan a digerir el encargo comme il faut. Y por supuesto, pueden tener consecuencias imprevisibles para la ciudad o el barrio. En Valencia también sabemos por experiencia lo que es eso.
¿Habrá pensado el Ayuntamiento barcelonés en el impacto y efectos secundarios que tendrá sobre el inconsciente colectivo el hecho tan pedagógico de que se pueda poner la calle hecha un basurero, llena de frutas destrozadas tras arrojarlas contra lo que nos molesta o nos incomoda, sin pensar en las consecuencias de que alguien al pasar, por ejemplo un anciano o un discapacitado con muletas, se resbalen o tropiecen con los proyectiles y acaben en el hospital? ¿Y si mañana un grupo de personas que estén contra la colonización de América deciden hacer lo mismo con la estatua de Colón que hay en el Puerto y se dedican a tirarle de todo por ser el culpable del genocidio indígena? Está claro que una vara de mando o un acta de concejal adjudicadas a ojo y en momentos de desesperación ciudadana, pueden perjudicar gravemente la salud psíquica de los cargos y portavoces virtuales, que no atinan a digerir el encargo comme il faut. Y por supuesto, pueden tener consecuencias imprevisibles para la ciudad o el barrio. En Valencia también sabemos por experiencia lo que es eso.
Para no quedarnos solo en la crítica, ahí van algunas ideas liberadoras, pero creativas en positivo, de esas que iluminan la sombra confusa hasta convertirla en algo útil y bello. Por ejemplo, la misma exposición con el mismo argumento y mismo tema, pero con la posibilidad de ofrecer materiales para dibujar, escribir, pintar, modelar y escenificar e interpretar o escuchar música de la época en blanco y negro de la guerra y el franquismo y de ahora, sacar igualmente la actividad a la calle, para que se sumen y participen también los viandantes que lo deseen. Se puede danzar y escenificar el miedo, la rabia, el rencor y la locura, y también sus antídotos. Y plasmarlo en la imagen, en las fotos y las selfies. E incluso hacer un reportaje filmado de toda la actividad, a cargo, si se puede, de algunos participantes que conozcan el arte y la técnica cinematográficos a lo largo de las jornadas interactivas y luego, proyectarlo en la televisión y en alguna sala de cine.
Hacer y construir con todo ello una nueva historia mucho más atractiva, sana y agradable. La propuesta podría haber sido: "Esto es lo que pasaba hace más de cuarenta años en nuestra ciudad; ahora, puedes, si lo deseas, diseñar, escribir, dibujar, pintar, danzar, filmar, componer o tocar, lo que quieres que pase desde hoy en nuestra ciudad que ya no es la misma de entonces"
Es imposible construir una sociedad que valga la pena basada en la rabia constante, en el odio insuperable, en la tirria congénita contra algo o contra alguien. Es imprescindible conocer y reparar el mal antiguo para que se edifique el bien presente y futuro, pero es igualmente necesario crear al mismo tiempo un tejido sano y reparador que haga posible ver más allá del recuerdo trágico, la esperanza y la certeza de que sí se puede superar lo peor, construyendo juntos lo mejor.El bien común. Si toda la energía, toda la imaginación creativa, y hasta los presupuestos municipales se nos van en darle vueltas constantes a la misma rueda de molino, nunca nos podremos liberar de las cárceles del pp y su pensamiento cavernario, del capitalismo genocida. La paz social que necesitamos no es la del silencio opresor, de l cárcel, la mordaza y el cementerio, sino la de la alegría, de la libertad, la igualdad y la justicia. Y desde luego que esa paz no se construye a base de despachurrar huevos, caquis o tomates contra la estatua mutilada de un psicópata genocida en modo fiambre desde hace 41 años. Es más, acaba por producir efectos indeseables, como que la fundación con el nombre del dictador, en vez de avergonzarse de su propia existencia, se haga la víctima. Sólo hay una forma de derrotar el franquismo:lograr que nuestra sociedad en mayoría deje de comportarse como franquista. Dogmática, rígida, intransigente, agresiva, malpensada, vengativa, maltratadora, chulesca, miedosa, beata, reprimida, hipócrita, envidiosa, corrupta,violenta y rencorosa e incapaz de perdonar ni de pedir perdón ni de reconocer sus errores, hasta la crueldad siempre justificada con la fuerza del cacique. ¿Esa exposición puede aportar algo mejor y más sano que ese catálogo de miserias? Que cada una saque sus propias conclusiones.
Hasta el 8 de Enero del próximo año estará abierta la peculiar exposición en el barcelonés barrio de El Born; ojalá se replanteen sus organizadores un mejor y más atractivo sistema de participación ciudadana, más inteligente, menos absurdo y teledirigido. No sería mala idea una encuesta-consulta a los visitantes para conocer de primera mano los efectos terapéuticos y pedagógicos de esa iniciativa municipal. Es poco democrático pensar cosas para "educar" y supuestamente, "empoderar" al pueblo sin preguntarle qué quiere, qué necesita conocer y cómo le gustaría que se tomasen ese tipo de decisiones en el consistorio. Lo mismo que se hacen los presupuestos municipales participativos. No estaría demás dejar de una vez por todas el rol de Robespierre arreglatodo -tantas veces fastidiatodo- y comenzar a sentirse sans-culottes de a pie.
Hacer y construir con todo ello una nueva historia mucho más atractiva, sana y agradable. La propuesta podría haber sido: "Esto es lo que pasaba hace más de cuarenta años en nuestra ciudad; ahora, puedes, si lo deseas, diseñar, escribir, dibujar, pintar, danzar, filmar, componer o tocar, lo que quieres que pase desde hoy en nuestra ciudad que ya no es la misma de entonces"
Es imposible construir una sociedad que valga la pena basada en la rabia constante, en el odio insuperable, en la tirria congénita contra algo o contra alguien. Es imprescindible conocer y reparar el mal antiguo para que se edifique el bien presente y futuro, pero es igualmente necesario crear al mismo tiempo un tejido sano y reparador que haga posible ver más allá del recuerdo trágico, la esperanza y la certeza de que sí se puede superar lo peor, construyendo juntos lo mejor.El bien común. Si toda la energía, toda la imaginación creativa, y hasta los presupuestos municipales se nos van en darle vueltas constantes a la misma rueda de molino, nunca nos podremos liberar de las cárceles del pp y su pensamiento cavernario, del capitalismo genocida. La paz social que necesitamos no es la del silencio opresor, de l cárcel, la mordaza y el cementerio, sino la de la alegría, de la libertad, la igualdad y la justicia. Y desde luego que esa paz no se construye a base de despachurrar huevos, caquis o tomates contra la estatua mutilada de un psicópata genocida en modo fiambre desde hace 41 años. Es más, acaba por producir efectos indeseables, como que la fundación con el nombre del dictador, en vez de avergonzarse de su propia existencia, se haga la víctima. Sólo hay una forma de derrotar el franquismo:lograr que nuestra sociedad en mayoría deje de comportarse como franquista. Dogmática, rígida, intransigente, agresiva, malpensada, vengativa, maltratadora, chulesca, miedosa, beata, reprimida, hipócrita, envidiosa, corrupta,violenta y rencorosa e incapaz de perdonar ni de pedir perdón ni de reconocer sus errores, hasta la crueldad siempre justificada con la fuerza del cacique. ¿Esa exposición puede aportar algo mejor y más sano que ese catálogo de miserias? Que cada una saque sus propias conclusiones.
Hasta el 8 de Enero del próximo año estará abierta la peculiar exposición en el barcelonés barrio de El Born; ojalá se replanteen sus organizadores un mejor y más atractivo sistema de participación ciudadana, más inteligente, menos absurdo y teledirigido. No sería mala idea una encuesta-consulta a los visitantes para conocer de primera mano los efectos terapéuticos y pedagógicos de esa iniciativa municipal. Es poco democrático pensar cosas para "educar" y supuestamente, "empoderar" al pueblo sin preguntarle qué quiere, qué necesita conocer y cómo le gustaría que se tomasen ese tipo de decisiones en el consistorio. Lo mismo que se hacen los presupuestos municipales participativos. No estaría demás dejar de una vez por todas el rol de Robespierre arreglatodo -tantas veces fastidiatodo- y comenzar a sentirse sans-culottes de a pie.
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