domingo, 16 de octubre de 2016

El estercolero de la trama "gürtel" no tiene fin, aunque sí tiene un principio

"Fasana reaccionó elevando el tono para decir: “¡Deje usted eso en su sitio. Si le enseño el contenido de esa carpeta, hunden a España!". El contenido del pen drive había sido exhibido por el broker a continuación para intimidar a los funcionarios españoles, que por indicación del fiscal suizo, debieron ceñirse a la documentación a la que estaban autorizados a requerir."(eldiario.es.Declaraciones de Correa)

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¿Hundir España si se dice la verdad y se da a conocer el nombre del capitoste en cuestión? ¿Que se hunda un país por enterarse, por fin, de quién está asentado en la cúpula de la corrupción, como si un individuo de tal catadura y absolutamente obscena fuese lo más importante del Estado, en realidad, y no un estorbo, un peso muerto podrido y una lacra social, para la verdadera democracia? 
Seguramente ocurriría lo contrario: se hundiría el personaje en su propio fango y España, conociendo la verdad, libre de una vez de telarañas tenebrosas, al estilo de la eterna leyenda negra, podría dar un giro a su historia y cerrar la última página de una transición que está siendo ya una infinita transacción de dineros usurpados al erario público, como no hay en ningún otro lugar de Europa.  

No, el gestor de Correa, el tal Fasana, lo único que deseaba impedir era que sus sucios manejos se publicasen y acabar presidiendo en los banquillos europeos, la lista Falciani, con la consiguiente pérdida de prestigio de su caché filibustero-profesional, como enredador internacional de tramas financieras delictivas y su ruina como correveydile del lumpen cleptócrata español, o quién sabe si acabar teniendo un accidente imprevisible estilo Corleone. Que esa escoria es capaz de lo peor cuando se ven cercados por las consecuencias de sus tropelías. El cuento de Correa no se sostiene en pie. Seguramente, porque su caso es la reproducción del de  todos los intermediarios pringados y atrapados entre el delito y el delincuente institucional y millonario, con el que mantiene una mutua beneficencia protectora y cómplice. 

Puestos a sospechar acerca del sujeto intocable de las cuentas suizas, los españoles ya estamos curadas de todo espanto o sorpresa y las sospechas, con un 99'99% de posibilidad de acierto, están en la mente de todas, estoy más que segura, convencida. Desde luego, que el conocer oficialmente al secretísimo elemento del merder patrio no sería ni la décima parte de traumático para los españoles que estar sufriendo sine die, las consecuencias de su  permanencia en el enjuague y el trinque estafador y de la degradación de las instituciones, que es algo bastante peor que el hecho robar en sí mismo.
Todos los días se cometen delitos, se roba, se estafa y se engaña con daños y perjuicios a terceros y muchos más, pero esos ladrones de poco pelo, son denunciables, tarde o temprano las fuerzas del orden acaban por pillarlos y sobre ellos cae, implacable, el peso de la ley, hasta el punto de poder estar diez o más años, en prisión preventiva, totalmente invisibles, sin ser juzgados por falta de asistencia jurídica, nadie pregunta por ellos porque sus casos se han olvidado en los archivos sobrepasados de cualquier juzgado de lo penal. Podemos estar seguros de que esos delincuentes no serán un peligro para nadie en mucho tiempo y cuando salgan de la prisión, reducidos a morralla absoluta e irrecuperable, irán directos a pedir limosna por las esquinas y las  iglesias, y por las noches de frío a refugiarse en algún albergue para mendigos donde dormir bajo techo. Esos casos son tan frecuentes que ni se notan, no establecen una normalidad demasiado visible aceptada por una sociedad que desconoce ese proceso infame e injusto, que en vez de ocuparse de hacer justicia, de estudiar uno  a uno los casos que tienen solución  y  los que no la tienen, pasa por encima de cualquier asomo de compasión y olvida a las personas para que todo esté dentro de un orden establecido en la comodidad de la rutina y no en la responsabilidad de los DDHH.

Pero hay otra forma de tratar la delincuencia con pedigrí desde la comedieta de una ley-farándula de altos vuelos, cuando se trata de personajes relevantes socialmente. Como ese escaqueo caciquil que cita Correa con el tal Fasana. Y entonces la "justicia" se calla y otorga. Se abandona la investigación, caso cerrado por fuerza mayor, la policía como se dice en Italia fa la gatta morta e   qui non è sucesso niente.  Y si no es así, serán los jueces y fiscales decentes los que estarán en el ojo del huracán de las iras mafiosas del poder político-financiero.
Si en el primer caso de los chorizos irrelevantes, se deteriora la sociedad por rutina y comodidad,en el segundo caso, el de la charcutería del paripé millonario y oligócrata, se da la puntilla definitiva a la ética, a la legitimidad, a la licitud moral y deja por los suelos el concepto de legalidad, que deriva ya en pitorreo y sarcasmo lacerante.España cada vez más es el calco de una novela de Leonardo Sciascia, -por ejemplo, un patético remedo de Il giorno della civetta- verdadero y merecido Nobel de Literatura, no como otros.

Y es el segundo caso de la inutilidad perversa de la Justicia, el de Suiza y los secretos bancario-feudales, en el que la sociedad sufre ya una absoluta decrepitud implantada, como dirían en  Podemos, desde "arriba". Ya no es que l la acumulación de casos de menor trascendencia haga imposible la administración de justicia a los delincuentes de poco fuste, que ya es terrible, sino que directamente y con conocimiento de causa, se silencian los gravísimos y cuantiosos delitos que corroen los cimientos institucionales del Estado, para seguir medrando, expoliando y corrompiendo país y ciudadanía en una sola partida al Juego de Tronos.

Seguramente estos hechos delatan que estamos llegando al límite de un sistema irrecuperablemente decrépito, que está a la misma altura de final de etapa histórica en declive total, como fue el reinado de Carlos II de Austria, de Carlos IV de Borbón y de su tataranieto Alfonso XIII. Es de esperar que esta vez sea la última intentona de la cleptocracia patria para mantenerse en la cresta de la ola estafadora y ya y patéticamente anacrónica. Algo que no merecemos soportar por más tiempo. 

Es esperpéntico que un tipo como el tal Fasana nos niegue el derecho a conocer la verdad sobre nuestros problemas políticos complicados con la avaricia de los poderes financieros. Y que ni la policía española ni la Interpol  hasta ahora no hayan hecho nada al respecto. Y más esperpéntico aun resulta, que la información sobre la estafa masiva política, financiera e institucional a la que estamos sometidos, se encuentre en las manos sucias de un Correa que se niega a declarar quién es el interfecto cuyo nombre no se puede publicar sin que España tiemble de espanto y se desmorone, y no en las manos del Tribunal Supremo o tal vez, también en el de Estrasburgo, precisamente España está desmoronada ya al soportar por narices y contra su propia dignidad, algo tan degradante y obsceno disfrazado de "normalidad" constitucional y de jerarquía ignominiosa.

Esperemos que ese tribunal no se achique con la sombra del personaje y vaya a por todas como es su obligación y consiga que Correa cante la Traviata, hasta destapar el basurero como es su obligación y si sufren presiones, tanto el cantante como la orquesta, que se denuncien sin temor en los medios de la prensa más fiable y en las redes sociales, con la seguridad de que cuenta con el 99'99% del apoyo ciudadano. La mejor protección es que todo el mundo sepa lo que hay y donde están y quienes son lo verdaderos culpables. No se explica por qué desde la publicidad del Gobierno se apremia a las mujeres maltratadas a denunciar a sus verdugos y cuando se trata de malos tratos estatales se silencian los casos y se tapan las vergüenzas con leyes mordaza, presiones y chantajes. ¿Es que el mal trato social es menos censurable porque  lo cometan la autoridades y altos cargos? Un poco de coherencia, por favor, que nos tratan como si fuésemos 44 millones de deficientes. Ya vale, por  Dios!

No se hundirá el mundo, no habrá guillotinas ni linchamientos a lo Mussolini. Al contrario, habrá justicia limpia, podremos, por fin, tener esa paz social y personal que da saber quiénes somos como  ciudadanía y qué significa el autorrespeto, saber que mandamos en nuestros derechos como en nuestra hartura y en nuestra justa y cívica indignación, y merecemos tener nuestro destino entre las manos hasta  decidir entre todas y todos el modelo de Estado que queremos para ser un país decente, justo y saludable. Sin fantasmas del pasado paseando por los palacios ni chorizos egregios camuflados de prebostes sin vergüenza ni pudor, a expensas del  honrado trabajador y puntual contribuyente. 


Para ilustrar el tema, dejo aquí la reseña y la ficha de una película alemana, de 2012, sobre el tema de los abusos y la dignidad. Muy interesante y muy recomendable para reflexionar sobre el caso español, aunque la acción del argumento sea cosa individual y no política, vale para aplicar la fórmula en plan colectivo.

Con la cabeza bien alta (TV)

Sinopsis
Hella Wiegand disfruta de su trabajo como supervisora de planta en el Gran Hotel de Hamburgo, rodeada de clientes glamourosos y famosos. Es apreciada por sus jefes y compañeros y pronto podría disfrutar de un ascenso. Pero un día es testigo accidental de cómo su jefe, Jakob Braunstein, acosa sexualmente a una de las doncellas, Shirin. Incapaz de callarse y hacer como si no hubiera visto nada, Hella convence a Shirin para denunciarle y ... [+]

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