"¿En Europa lo llaman 'crisis de refugiados' ahora? Los saharauis llevamos 40 años en 'crisis"
El festival FiSahara vuelve a los campamentos de refugiados
saharauis tras un año difícil: además de continuar en el exilio, las
fuertes tormentas destrozaron sus casas en octubre de 2015
Un año después, buena parte de sus hogares han sido reconstruidos, aunque a muchos les ha costado meses: algunos lo han logrado gracias a la ayuda de familias españolas
Dadah, Bouba, Hafdala y Jadiyetu son algunas de los miles de refugiados afectados: "Nuestra casa se quedó como la arena"
Un año después, buena parte de sus hogares han sido reconstruidos, aunque a muchos les ha costado meses: algunos lo han logrado gracias a la ayuda de familias españolas
Dadah, Bouba, Hafdala y Jadiyetu son algunas de los miles de refugiados afectados: "Nuestra casa se quedó como la arena"
Mientras corta el cabello de un joven
saharaui, sentado en el trono que corona una barbería plantada en medio
del desierto argelino, Dadah hace balance. Dice que ha sido un año en el
que, además de continuar en este trozo de nada, buena parte de todo lo
construido durante su vida en el exilio desapareció tras las lluvias
torrenciales que arrasaron con más dureza el campamento de refugiados de
Dajla en octubre de 2015.
Doce meses después, buena
parte de las construcciones de adobe convertidas en arena han vuelto a
levantarse, algunas incluso mejoradas, pero muchas familias han tardado
meses en lograrlo. Hablamos con algunas de ellas durante la celebración
del Festival de Cine del Sáhara Occidental (FiSahára), que ha regresado
un año más al campamento de refugiados de Tindouf (Argelia) para
visibilizar su situación más de cuarenta años después de la ocupación de
su territorio por parte de Marruecos.
Dadah es el barbero de Dajla. Una pared de su negocio se
derrumbó durante aquellos días de octubre en los que, recuerda,
tuvieron que dormir en la zona más alta del campamento durante cerca de
20 días por miedo a que el agua los arrastrase. "Todo eso no estaba,
hasta los azulejos se habían estropeado...", dice mientras muestra
algunos de los pedazos de papel pintado que pudo por fin reemplazar
recientemente. La impoluta y brillante peluquería masculina elevada en
medio del desierto ya es casi lo que era antes de las tormentas, pero
reconstruirla no ha sido sencillo.
Lo hizo, como muchas otras familias saharauis afectadas,
gracias a la ayuda internacional. "Mi 'familia española' me envió
dinero y he podido hacer los arreglos", añade. Dadah es uno de tantos
jóvenes que disfrutó del programa 'Vacaciones en Paz' durante buena
parte de sus veranos y, tras cerca de 20 años, mantiene el contacto con
quienes le acogieron en España.
La tormenta provocó
la posposición de su boda, relata, que acabó celebrado meses después,
así como el retraso en la construcción de su propia casa junto a su
esposa. Dadah es cubaraui, como se
llaman entre ellos los muchos saharauis que cursaron su educación
universitaria en Cuba. Pasó varios de sus 31 años en ese país y una vez
diplomado en Electrónica, regresó a su lugar natal, al desierto argelino
que aún hoy sueña con abandonar. Volvió para cortar barbas mientras
espera.
Poco antes de comenzar a bailar y cantar en
una jaima repleta de mujeres saharauis, Bouba Mohamed también suspira.
Hace algún que otro aspaviento para expresar los efectos que aquel
ciclón tuvo en las ya complicadas condiciones de vida de los refugiados
saharauis. "Se quedaron como la tierra", resume la mujer de 30 años,
maestra de niñas y niños de educación primaria en una de las escuelas
del campamento, que también resultó afectada por las lluvias.
"Salimos corriendo y pasamos 21 días junto al hospital de Dajla, la
zona más alta del campamento de refugiados. Pasamos mucho frío, muchos
niños se pusieron enfermos. Durante casi un mes fuimos refugiados por
segunda vez. Primero, escapamos de Marruecos. Después, de las lluvias.
Por partida doble", dice mientras suelta una carcajada. Acostumbrada al
dolor y a mantener una vida que no es la suya, prefiere la
risa al lamento. "Tenemos que reírnos, si no...".
Ella y su familia no pudieron comenzar la reconstrucción de su hogar
hasta tres meses después, cuando recibieron la ayuda por parte del
Gobierno argelino y de su familia de acogida española. Su casa no volvió
a ser del todo la suya hasta hace unos días. "La cocina la acabamos
este mes. Estuvimos viviendo bastante tiempo toda la familia en la jaima
–construida con telas–, donde también cocinábamos. Eso era muy
peligroso... Se podía quemar y dormíamos al lado del gas, pero no
teníamos otra opción", explica Bouba.
Sentada junto a la pared que hace un año se diluyó entre
el agua de la lluvia, suena una historia parecida. Jadiyetu, que
también destaca los meses que pasaron cocinando junto a las telas de su
jaima, agradece a su 'familia española' la ayuda económica recibida.
Hace recuento de los meses en los que lograron finalizar cada una de las
obras necesarias para sentirse en su hogar de nuevo. "Este muro pudimos
acabarlo en enero –cuatro meses después de las lluvias–. La cocina la
arreglamos hace un mes". Tiene 26 años y también trabajaba como
profesora hasta hace cuatro meses, cuando se quedó embarazada poco
después de la celebración de su boda.
"La ayuda vino del pueblo, no del Gobierno"
"La reconstrucción ha sido un ejemplo entre los propios saharauis",
dice Hafdala Hamadi, uno de los guías de la prensa durante la
celebración del FiSahara. "Ahí demostramos de nuevo que somos un pueblo
solidario. Los que más tenían ayudaron a los más pobres", asegura.
"También tuvimos mucha ayuda del pueblo español y estamos muy
agradecidos. Del pueblo", corre a matizar con marcada insistencia. "No
del Gobierno español, que no lo queremos ni ver", afirma Hafdala. El
joven saharaui está pendiente de las noticias publicadas en medios de
comunicación españoles, después de haber vivido una temporada en
Extremadura.
En el campamento saharaui del 27 de
febrero, le llegan noticias acerca de la llegada de refugiados a Europa.
"Si el Gobierno de España ha demostrado algo de solidaridad con el
pueblo sirio es porque el enemigo de ellos, Bashar Al Ashad o el Estado
Islámico, es también enemigo de Europa".
Cuando
Dadah está a punto de terminar el corte de pelo de su cliente en su
pequeña barbería reconstruida no puede evitar realizar una reflexión en
voz alta. "Refugiados hay muchos, en todo el mundo, y todos tienen una
causa respetable y su dolor. Pero Europa también tiene que acordarse de
los refugiados que llevamos siéndolo 40 años". Y acaba con una pregunta:
"¿En Europa lo llaman 'la crisis de refugiados' ahora? Los saharauis
llevamos 40 años en crisis"
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