jueves, 7 de abril de 2016

La voz de Iñaki


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La madre de nuestro cordero

EL PAÍS  

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      Resultado de imagen de imágenes de corderos    Ains, cuánto cordero, xd! Y todos mareando la perdiz en esta granja que nunca se rebela, más que nada por llevar la contraria a Orwell, que no era español y, obviamente, no podía entendernos, aunque vino, con su mejor voluntad, a batirse el cobre en la Guerra Civil, con las Brigadas internacionales. Aquí la granja no se ve, pero estar, está. Y se sufre. Y de qué manera. Huele que apesta y los balidos, cacareos, graznidos, rebuznos, gruñidos porcinos y demás orquestación granjera nos acompañan cada día, en una  historia interminable de surrealismo enternecedor. 
 Tanta familiaridad en esa simbiótica identificación ecológica con el medio, parece haber modelado el carácter, las tendencias y la mismísima idiosincrasia de las patrias variopintas. 

España, las Españas, son así. Basta que les llegue la onda de alguna posibilidad de cambio, para que se encasquillen en los detalles de la redacción de la dedicatoria del prólogo a la introducción de las posibles propuestas y se monte el cisco padre. "Que ese párrafo es ofensivo porque le sobran comas." "Que no, hombre, que no, que lo que os molesta no son las comas, sino el subrayado en rojo." "Pues sí, es verdad, ni queríamos ofender con la verdad por delante, procurábamos ser delicados, pero ahora que lo dices, sí, debería ser en azul, como siempre ha sido." "¿Y si lo ponemos en color morado, para que sea la unidad entre los dos colores y ambos tengan la misma visibilidad en la mezcla?." "Ya estamos barriendo para adentro, eh, podemitas? Aquí el que no corre vuela." "Como no quitéis el rojo, nos largamos, que ya está bien de provocaciones, oye." Y así va el asunto. 

El problema básico es la incapacidad para asumir la condición  evidente de granja plural y creer que viven en una democracia presentable. Y eso es una dificultad importante para determinar los espacios dedicados a cada especie, el tipo de pienso adecuado y el reparto de los abrevaderos, sin que los encargados del recinto geopólitico, los perros guardianes del sistema, se hagan la vida imposible entre sí, a base de disputarse sus competencias y  las especies animales  a su cuidado. No es lo mismo quererse quedar con veinte pacíficas y parlanchinas gallinas ponedoras que con veinte potros de muy distinto volumen y talante. Ni es lo mismo un rebaño de ovejas que una manada de cerdos, que nunca serán un  rebaño manejable, por cuestión de carácter y temperamento. Y, claro, como los habitantes de la granja, obviamente, no tienen competencias ni muestran inclinación alguna por reivindicar su autonomía y autogestionarse de una vez por todas, dejan manos libres a los encargados del negocio y ahí está escondida  la madre renuente de ese cordero paradigmático, resignado y acostumbrado a una vida de perros subsidiarios,ladradores y mordedores, que no le dejan respirar, ni triscar hierbas por los prados sin vigilarle y morderle en cuanto se para más de la cuenta con la intención de  degustar el pasto o para mirar hacia puntos más apartados de lo determinado como "seguro y legal" por el pastor-jefe. En esas estamos.  

Ahora, que se habían amansado los pitbull de Podemos, que los pastores alemanes del Psoe se acercaban conciliadores, los bull-dogs de C's, a vista demoscópica que tiende a crecer por abstenciones posibles (-ya estamos con el mismo tic profético desmoralizador virtual: la abstención favorece siempre a la derechona- ) se han subido al tejado de la majada y están ladrando a todo trapo, en plan guerrero, a cuyos ladridos han comenzado a revolverse y a responder otra vez los pitbull, mientras los doberman del pp están sentados a la espera de que entre todos se destrocen y si con suerte los bull-dogs de C's, saliesen menos perjudicados, recomponer el trust de la perroarquía granjera. 
Los pastores de la UE y del FMI contemplan de lejos el panorama, a la espera de que el episodio no produzca demasiados problemas, cosa que ellos tienen super controlada, porque para eso son los amos del almacén de piensos y aguas. Y no tienen más que cerrar el suministro para que vuelva la paz entre los perros guardianes. El resto de animales productivos no importa, porque ya están acostumbrados a subsistir bajo mínimos. A los pastores les gusta de vez en cuando hacer estos experimentos, esas maniobras estratégicas, para comprobar el grado de eficacia del sistema de gestión granjera. 

Y a todo esto, la madre del cordero, no parece coscarse del peligro inminente de  convertirse en chuletas, patas y paletillas asadas a la leña, que corre su retoño, ni de la dinámica que mantiene la granja hecha cisco. Ella, a su bola; retozando por los rincones de la majada, viendo El Ministerio del Tiempo en el Ipad, sin entender la metáfora y sin ver lo que hay. Debe ser una madre muy desnaturalizada, muy poco madre, para consentir tanto abuso perpetrado contra su inocente criatura: el cordero. Nuestro lastimoso cordero patrio. Qué penita xd!    


                                           
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