sábado, 16 de abril de 2016

¿Matámoslo todos?



El cuento viene a cuento. La frase del liberal Eugenio Montero Ríos en 1898 es perfectamente aplicable a la circunstancia actual de la política española. A efectos de evitar que tuviera lugar el necesario análisis del Desastre -Pi y Margall o la Reina Regente no tuvieron la misma responsabilidad que Cánovas, todo lo contrario- el político gallego evocó un Fuenteovejuna local, donde un personaje malvado era muerto por sus parroquianos, quienes con esa frase asumían la responsabilidad colectiva. Esto es, de nadie. Ahora, como en el 98. la recuperación de esa actitud permite quitarse problemas de encima y cargar sobre los cuatro culpables de forma y en grado parecidos. Como contrapunto, de cara a las próximas elecciones, cada uno de los cuatro elaborará un relato donde los demás son culpables y el emisor, el único inocente.


Los partidos tienen sus motivos para actuar así: el período electoral no es tiempo de autocríticas. Para los comentaristas no hay esa excusa. Cargar contra todos después tras lo ocurrido en estos meses es lo más fácil y encaja perfectamente con la sensación de malestar y profunda irritación dominante en la opinión pública. Quedas de inmediato convertido en un perfecto guía par dessus de la melée. Por eso mismo, siendo falso, resulta preciso someter a juicio ese planteamiento.
No es posible medir con el mismo rasero a quienes, o han bloqueado desde el principio la formación de una coalición de gobierno. o han intentado imponer a golpe de teatro exigencias que convertían toda alianza en presa suya. Con el riesgo desde Podemos de incumplir el que dijeron ser su primer objetivo, desplazar del gobierno al PP, y con el riesgo desde el PP de llevar al poder una fuerza dispuesta a dar un vuelco a la economía del país y a la propia estructura constitucional. Ni Podemos ni PP han hecho la menor alusión en tres meses al que decían era su principal adversario, ni a sus proyectos políticos: curiosos estadistas, ciegos para el análisis. Sus enemigos fueron aquellos que con un notable esfuerzo de conjugación de programas, trataron de presentar un programa común, abierto a la participación de los extremos. Como sabemos, no les sirvió de nada, teniendo además Pedro Sánchez que soportar la cobra del registrador y Rivera los insultos desde todos los rincones de Podemos.
Cierto que ni PSOE ni Ciudadanos han sido perfectos. Lejos de ello padecieron siempre de una incapacidad total para explicar las reformas que se proponían, y en especial el PSOE se contentó con declarar sus buenas intenciones de llegar al 199 e insistir en el rechazo a Rajoy (PP). Frente a quienes tratan ahora de capitalizar sus vetos, jugaron abiertamente en democracia. Merecen al menos ese reconocimiento.
Antonio Elorza es catedrático de Ciencia Política.

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Es muy de valorar este análisis del Profesor Elorza. Y es cierto que no ha sido la misma actitud la de Pedro Sánchez que la de Pablo Iglesias, mucho más cerca de la cerrazón de Rajoy que de una visión democrática como la del resto de voluntades negociadoras. Lo mismo que no es comparable, por más que se empeñe la obsesión por igualar panoramas, el resultado del gobierno presidido por Rajoy al presidido anteriormente por Zapatero; seguramente, el Psoe de haber sido reelegido en 2011 no habría resultado tan trampas, corrupto, inhumano, cínico e irresponsable como el pp. 
El hecho de que Sánchez, vista la hostilidad de Podemos, revestida de retorcimiento innegociable, se volcase hacia la oferta de C's tiene su lógica pero, ese pacto cerrado  y 'a dos' no ha sido un acierto tampoco. Hubiera sido mucho más claro exponer el debate a la ciudadanía, los puntos de acuerdo y desacuerdo, invitar al resto de partidos del Parlamento a participar y a sugerir, no limitarse únicamente a los más votados, por ejemplo, invitar a Izab  al debate, a los partidos nacionalistas y las mareas, a las formaciones que después de las elecciones han preferido abandonar el vínculo electoral con Podemos, y aprovechar esa veta de electorado para enriquecer la coalición con propuestas abiertas, acercando la diversidad sin exclusiones, que ayudasen a una flexibilidad de las rigideces de C's. Buscando entre todos el bien común, más que las malditas y enfermizas hegemonías, con lo que las posibilidades cerradas del pp hubiesen quedada definitivamente fuera de juego. Pero ha habido demasiados prejuicios y miedos por parte de Sánchez también, seguramente lo tiene muy difícil dentro de su partido, con esas baronías aferradas a lo de siempre y contaminadas por tantos años de normalidad enrarecida y reducida a un bipartidismo ya caducado y hasta anacrónico. Está faltando en los grandes partidos una visión de la nueva realidad

Estamos en un proceso indudable  de desmoronamiento de un imperio global, que sería comparable al del Imperio romano. Y la tendencia ante el derrumbe de las grandes estructuras es protegerse en la fragmentación de la gobernanza, una vez comprobado que la elefantiasis de los estados que hasta ahora ha sido el modelo habitual, ya no es sostenible, y que no es momento de grandes montajes de poder sino más bien de crear redes sectoriales confederadas y cooperadoras. De que sea un tejido municipalista, comarcal, regional, el que regenere la sociedad, comunicado entre sí por medio de portavoces, con un cambio de modelo de partidos políticos simplificando tanto las ideologías como las estructuras, algo que se ha empezado a calificar como transversalidad, aunque, tal vez sería más acertado llamarlo transición, no a la española, sino con el sentido de la transition peoples. Una nueva forma de entenderse que deberá crear nuevos métodos participativos a base de incorporar una democracia mucho más directa, horizontal y organizada, hasta ahora desconocidos porque no eran necesarios.
Las migraciones en masa provocadas por los conflictos de intereses económicos y territoriales, la amenaza in crescendo del cambio climático, provocado por una concepción económica basada en un desarrollo ilimitado y basado exclusivamente en el consumismo como en el mercado y en la producción cada vez más competitivos, unido a las catástrofes naturales provocadas por el mismo desequilibrio perpetrado contra la naturaleza como contra las poblaciones menos desarrolladas industrial y tecnológicamente, junto a la superpoblación descontrolada por falta de medios y educación, configuran el caldo de cultivo de un cambio de percepción de una realidad cada vez más vertiginosa que a su vez, está impulsando un profundo y rápido cambio de conciencia colectiva. Social. Acompañada obviamente de un cambio de sensibilidad y  también psicoemocional. Nuevas actitudes. Nuevas tendencias y conductas en proceso de modificación constante en un terreno afectivamente inestable.

Los partidos políticos configurados aún a la antigua usanza no acaban de asimilar el salto histórico y antropológico que están dando la sociedades humanas a una velocidad inusitada, empujadas por la globalización de las crisis que ya no son fenómenos aislados sino una cadena de infortunios y presiones y que con su velocidad de arrastre desborda el rimo de tiempos pasados, pero cada vez más  próximos entre sí. Es decir, se están acortando las distancias entre las generaciones y las épocas, de un modo cualitativo y además, influidos por esa circunstancia, también está  cambiando la percepción más acelerada de los acontecimientos y de la necesidad de un cambio sustancial en el modo de entender la política, que para la ciudadanía está pasando de ser un concepto abstracto y reducido a un sector de partidos y aparatos,  como había sido durante siglos, a constituirse en la necesidad de una nueva organización social a partir de experimentar la urgencia de planificaciones y estructuras sectoriales más que en formaciones de participación unidas o separados por diversas ideologías ya sean  opuestas o complementarias.  La ciudadanía está desarrollando  una responsabilidad colectiva que, también influida por las redes sociales, la dota de un horizonte participativo mucho más amplio y con más capacidad de argumentación personalizada y de opinión más consistente.

Todo este panorama parece estar desconcertando a los partidos políticos, que, según parece, aún no se acaban de dar cuenta de lo que pasa. Y ante una circunstancia imprevisible y rompedora para una rutina electoral, como ha sido el resultado plural con la desaparición de las acostumbradas mayorías en  las últimas elecciones, han demostrado no estar a la altura del momento histórico, lo que a su vez, confirma con fuerza en la ciudadanía la sensación ya habitual de que la política "profesional" está más que nunca a años luz de la realidad ciudadana.

A ese nuevo mapa socio-político se  debe enfrentar el trabajo de los aspirantes a gobernar y a legislar; y eso requiere un gran cambio en la concepción habitual del enfrentamiento competitivo y violento en la política "normal" hasta ahora, para asumir valores mucho más cooperativos, respetuosos, transparentes y sanos. Más próximos entre sí que opuestos y divididos por ideas y métodos, que aprendidos en la praxis de la vieja escuela política, donde por pragmática ningunean la ética, con tal de vencer al "enemigo", y ganar como sea, que en el nuevo tiempo ya debe ser un compañero bien avenido para conseguir entre todos el objetivo básico de mejorar y regenerar la democracia, las leyes y la vida pública de la ciudadanía, que ya no es un rebaño, sino una conciencia colectiva compuesta por individuos autoconscientes  y mucho más exigentes porque conocen sus derechos y deberes con más precisión que en las anteriores generaciones, de hace, simplemente, una década. Lo que en los años 90 era lo normal, políticamente hablando, hoy sería percibido como errores y también delitos de una gravedad que hace un par de décadas no lo eran tanto y contaban con cierta permisividad institucional. Por ejemplo, que el Estado pudiera poner en marcha un GAL o dar alas a una indecente burbuja del ladrillo o desmantelar las infraestructuras industriales o agrarias por mandato de la UE o consentir la corrupción como el mismo Felipe González la concebía: como la cloaca necesaria para mantener medianamente "limpia" la democracia.
Los malos tratos y violencia de género ya son intolerables, si ahora un juez comentase con toda naturalidad, como hace 20 años, a una mujer maltratada que 'esas cosas son normales en el matrimonio y que algo habría hecho mal para que el marido la agrediese', se le caería el pelo. Por no hablar del maltrato animal y de la existencia hasta de un partido animalista, como de la prohibición de las corridas de toros en Catalunya y el rechazo masivo a tradiciones como el Toro de la Vega y el toro embolao, cuya barbarie hace un par de décadas era socialmente aceptada por una mayoría que ni siquiera lo veía como una atrocidad. Son signos inequívocos de que algo definitivo está cambiando dentro de la conciencia humana y por ello en las necesidades de estructurar la vida, la economía, las relaciones humanas, las leyes y el concepto de Estado y el modelo del mismo. Y por supuesto, el modelo de funcionamiento político.  Si los partidos a la vieja usanza pretenden cambiar solo de traje y no la esencia, para estar a la altura de la ciudadanía, lo van a pasar muy mal, como le está pasando ahora a Podemos, que si no espabila acabará por desaparecer como apareció: en un plisplás y como ya le ha pasado factura a partidos de mucho más experiencia y trayectoria, como a IU y al Psoe. No así al pp ni a C's, porque la sensibilidad de sus votantes lleva una cadencia mucho más lenta en su evolución, tienen menos independencia de ideas y se mantienen más por el miedo, cosa que en la izquierda no es así, pero que no pierdan de vista el caso UPyD, porque C's y el pp están en la misma línea de basarse en una fuerza directiva en plan bunker y con un liderazgo omnipotente, que a su vez requiere muchas tensiones internas, desgaste y poca efectividad en el gobierno, porque el zipizape interno que requiere el poder como único centro de gravedad no deja tiempo para pensar en el bien común ni para desarrollar los programas prometidos. Un estilo muy parecido a Podemos y al viejo PCE. Modelos obsoletos y anacrónicos en el nuevo tiempo. En cambio el Psoe, bien puede recuperar la tradición de apertura y limpieza democrática, de honestidad, que tuvo en sus comienzos, con el genuino Pablo Iglesias, lo mismo que IU tiene para ello la ayuda de UP. Compromís lleva ventaja a todos ellos, porque ha sabido hacer una coalición sólida y al mismo tiempo muy fluida  flexible, agrupando sensibilidades muy distintas como Iniciativa de Izquierdas, Nacionalismo culto y civilizado,  Ecologismo y 15M. Un plantel inmejorable que ha hecho posible una nueva corriente de cooperación y respeto a la diversidad. Algo parecido sucede con las CUPs, las mareas y los proyectos En Común nacidos de la sensibilidad 15M y la esencia libertaria y anarquista, contemplada desde el siglo XXI. Una riqueza incalculable para poner en marcha el proyecto de una España federal y regenerada.
Los políticos tendrán que entrenarse a conciencia si no quieren perder el tren de la ciudadanía. "¿Matámoslo todos?". No será necesario; lo que ya no sirva se irá muriendo por sí mismo de muerte natural sin necesidad de que nadie lo  tenga que matar. Inadecuado. Corrompido. Pillado. Abrumado. Evidenciado. Denunciado. Despreciado. Fuera de lugar.  Y auto-deshecho sin "ayuda" de nadie. Ni más ni menos.


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