20 ABR 2016 - 09:43 CET
Información local
EL PAÍS
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El mundo, seguramente, tiene otro color contemplado desde The Big Brother's House . Basta con escuchar el rugido de fondo que acompaña esta entrega del video-blog de Iñaki, con helicóptero de fondo, millones de coches al retortero y una avenida invernal, donde la primavera aún no ha osado asomarse, a pesar de que abril ya está en la recta final del almanaque. Un trozo de camino cortado entre los árboles y apenas, algún ser humano tocando suelo. Iñaki, ahí en medio, como el símbolo del hombre en el siglo XXI: protegido del frío-ambiente por un grueso anorak y solo en la inmensidad del automatismo social, hablándole a la nada, que somos nosotros en la lejanía, escuchando a destiempo por el uso horario, las palabras que se pronunciaron ayer para nosotros y hoy para él. Una oda a la desolación que nada tiene que ver, en apariencia, con las consecuencias de ese american way life's, que nos vende la publicidad y la imaginería de yankilandia. Nada que ver New York y su grandilocuencia urbana para ricos con la realidad paralela que resulta de sus residuos tóxicos, tan lejos de la miseria del Bronx y de Harlem como de sus otros contenedores de basura humana en Idomeni, en Lesbos, en El Pireo, en les banlieues de París o de Bruselas o en Entrevías, en La Mina, en La Coma o en La Olla del Pastor. Ésa sí que es información local de la que no apetece hacerse eco. Es tan fea y está tan desahuciada como actualidad apetecible, que nadie quiere bailar con sus lobos. Ni pactar en un Gobierno que acabe con ella de una vez o que al menos la reduzca a la mínima expresión. A nadie le gusta tener que soportar el sonido y los gritos de los silenciados por el imperio del egoísmo salvaje travestido de Gran Manzana. La manzana podrida del paraíso...fiscal.
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