miércoles, 27 de abril de 2016

La voz de Iñaki


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La culpa fue del chá-chá-chá

EL PAÍS  

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No sé si el concepto 'cha-cha-chá' tendrá que ampliar su espectro sinonimista desde ahora. Pero lo que está cada vez más claro es que hay motivos sobrados para esa ampliación. O sea, la culpa fue/es de la cabezonería, del ego, del miedo, de la miopía política, del honor político-sectario visto como mejunje 'honorable', de los bajos fondos del poder más tonto, del canguelo infantilón, del cinismo estúpido, de los complejos de todo y de  nada, de la inmadurez de los aprendices de brujo que, superados por lo que no entienden ni valoran ni asimilan, emplean las fórmulas mágicas al revés y montan pollos alucinantes con elementos estupendos en sus manos, pero con los que no dan una y si la dan, la dan en falso y en plan borderline. O sea, la culpa fue de la mediocridad. Que es el conjunto de mediocres reunidos con el fin de que no haya manera de nada digno de provecho decente.
No hay nada peor que mediocres capitaneados por mediocres y emperrados en ser la reserva regeneradora de algo o el emporio auto-forristico de ese algo, donde ya ni siquiera queda algún referente de mejor laya al que recurrir. Cuando la mediocridad se sube al estrado, se hace con el mando del caos, cuando se tira la toalla social por agotamiento de la paciencia, cuando ya ni siquiera se la toma en serio y, además, en un acto desesperado de indiferencia suicida, se deja en sus manos hasta la gestión de un Estado en funciones disfuncionales, apaga y vámonos. 
Esto no es la marca, sino la lacra España per se. O sea, por medio de sí misma y para sí misma. Medio y sistema en un mismo pellizco de incompetencias múltiples. El desastre andando, como decía mi padre. 
Hay algo más: una gran parte de la ciudadanía, que aún no ha dicho la última palabra. Y, ya en la tesitura de estar hasta la coronilla, también  calienta  motores a base de la tralla que está recibiendo por parte de tantos "salvadores" incapaces de salvar nada más que sus egos y sus soberbias de catecismos varios. Y será esa ciudadanía la que con tantos masteres prácticos y tantos estacazos recibidos, dirá la última palabra. En las urnas. Y en la calle. Sí, en la calle y casa por casa, en la parada del autobús, en la estación del metro mientras llega, en la cola para pagar en el super, en el sillón de la peluquería, en la barra del bar pidiendo un agua mineral para que las neuronas se mantengan en su sitio y no confundamos conceptos y palabras; en las colas del paro, en las salas de espera y desesperos, en la cola del banco de alimentos, en el corrillo del centro de acogida del barrio, en la frutería,  en el quiosco de la esquina, en el semáforo mientras esperamos y cruzamos juntas el Rubicón de ese cansancio eterno que produce una patria que nadie sabe lo que es hasta que le toca pagar a Hacienda o morirse por falta de tratamiento y atención médica, explicando a uno por uno en qué pozo séptico estamos ahogando el presente y el futuro, así, en las aulas de la calle, de las plazas, del àgorá, tendrán que librarse las últimas batallas de la dignidad y de la decencia con las que derrotemos y dejemos con las vergüenzas al aire a los sofistas embaucadores que hasta ahora se las han arreglado tan rebién para vendernos las cabras locas como chollos renovadores o tradicionales apócrifos. No ya de las ideologías de guiñol, que manipuladas por cretinos y aprovechados, acaban de hacer aguas mayores y menores, o sea de cagarla a tutiplén. Iñaki lo ha dicho con más delicadeza y elegancia, que son muy de agradecer, pero hay veces en que la realidad política de un país necesita ser definida si eufemismos, como lo que es: una mierda. Una mierda inconmensurable. Repugnante. Infinita. Inagotable. Omnipresente. Todopoderosa. Aplastante. Desesperante. Una real mierda. Una mierda real como la mierda misma. 
Dice Iñaki que esto es cosa de vientre descompuesto, y tiene razón, pero hay veces en que la realidad deja opacas y ninguneadas a las mejores metáforas. Y sí, la culpa también es la música perrera de esa ecuación en modo  cha-cha-chá:chalaneo+chanchullo+chapuza=corrupción+ruina+desastre.
Como siempre, para que la historia se conserve intacta. Por los siglos de los siglos. Amén.

P.D.
Pero quizá esta vez no les salga gratis la tomadura de pelo, les va a costar más esfuerzo. Quiza por una vez en sus hemicíclicas vidas se tengan que ganar el pan del mangoneo con el sudor de sus frentes. Y el Psoe, en concreto, puede que acabe como  el rosario de la aurora y no vuelva a levantar cabeza en plan Pasok, después de la ridícula apostasía de Pedro Sánchez y de los remilgos y rebufos de tanto baronesado sin norte. Tiempo al tiempo. Y para terminar el acertijo del día: ¿Cuándo se equivocó Pedrito: cuando llamó indecente a Rajoy o cuando se ha arrepentido de ello? 
Qué manera más tonta de rematar un hara-kiri. Psoe, carinyet, si vas a suicidarte, al menos procura hacerlo con estilo, hombrepordiós, y no de aquesta guisa innoble más propia de malandrines hijos de mala madre tonta que de medianamente lúcidos hijosdalgo, d'algo más que de intereses cada vez más raros, sospechosos y atufantes. Ufffff...qué ppeña.

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