martes, 19 de abril de 2016

Ains!









Hollande en El Cairo. AFP

Hollande cede ante el Vaticano por el rechazo a un embajador gay

París (El País) 
París retira a su nominado para la Santa Sede tras 15 meses de tenso silencio del papa Francisco. 

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Pero, hombre, François, ¿cómo se te ocurre  mandar la soga a casa del ahorcado? Es que hay que ver como sois los franceses; con eso de que fuisteis los inventores de la revolución en Europa y los creadores de la guillotina os creéis que todo el monte es orégano. Y no. Y mucho menos si se trata de El Vaticano, donde la palabra revolución ha sido borrada del diccionario vaticanés, que es su verdadero idioma. Lo mismo que tampoco existen palabras como hipocresía, homosexualidad,comunismo, divorcio, democracia, igualdad o pederastia.
Antes de enviar a un embajador a un país tan particular y tan rarito, qué menos que echar un vistazo a su vocabulario para comprobar como se maneja el lenguaje, que es el signo material del alma de los pueblos y colectivos. A un estado donde las palabras más usadas son virtud, pecado, excomunión, anatema, sacrilegio, exorcismo, secreto de confesión, misterios gozosos, dolorosos, gloriosos, entreverados, misterio de la anunciación,de la encarnación, de la concepción, de la trinidad, de la eucaristía, de la economía...no es prudente enviar a un embajador gay, así por las buenas, que, por si eso no fuese suficiente,  tiene el morro de no ocultar su condición, que no necesita misterios en su vida, porque es transparente, ¿adónde vamos a parar en este plan, pordiós, François? Otra cosa es que se tratase de un gay que aún no ha salido del armario. Hubiera sido lo más natural y lo más prudente y la criatura se hubiese encontrado como en casa. Pero así, a lo bestia, hále, ahí va eso, pues que no, que no encaja. Compréndelo, François, ponte en el lugar de ese estado confesional, que no es cualquier cosa, haz un esfuerzo, trágate el sapo y rectifica como católico de pro y sin contra.
Además, ¿te has parado a pensar en los efectos secundarios para ese embajador si hubiese llegado a aterrizar en Vaticanilandia? Pobre hombre. Nadie merece un trato así. Tenéis que agradecer ese rechazo terapéutico, porque si algo no soporta ese estado es que las cosas sean lo que parecen y parezcan lo que son. En realidad a la diplomacia vaticana le tiene sin cuidado la condición gay del aspirante a embajador, -¿qué les vas a contar a ellos que no sepan sobre el tema, si lo tienen trillaíto?-, lo que no está dispuesta a tolerar es que esa condición no se esconda en un  vergonzoso y devoto secreto de confesión, sino que sea un asunto transparente, descarado, público y natural. Para la moral de ese peculiar estado esquizo a medio camino entre el purgatorio, el cielo y el infierno, el problemón no es que se sea gay, sino el "escándalo" que produce que eso se sepa. O sea, que se puede ser cualquier cosa, siempre que no se entere nadie. El verdadero pecado es el cotilleo que hace posible la información. El pábulo. El chismorreo. La murmuración, que es uno de los pecados que más cotiza en la bolsa vaticana, más que nada porque no es controlable por la autoridad, que la lengua, como dice la carta de Santiago, la carga el diablo y lo mismo sirve para dar una de cal que otra de arena. Y no, así no. Ya lo ves.
Una cosa es ser gay en silencio, con humildad, calladitos, asumiendo esa vergonzosa debilidad de la carne y otra, contarlo por ahí, presumiendo de que se puede ser gay sin que el cielo te lance un rayo y te fulmine, por haber ofendido a Dios que, por cierto, te ha creado así, con tu tendencia natural a sentirte por dentro distinto a como se te ve por fuera y que, al contrario que ellos, te quiere como eres, te acoge sin que le tengas que pedir perdón por existir y sin pedirle peras al olmo. Por eso en Vaticanilandia, se le enmienda la plana al mismo amor de Dios, y  no se puede admitir la evidencia de que ser homosexual no es una lacra, un vicio, una depravación marginal, pero solo si es cosa pública. 

La verdad, François, lo que en pleno siglo XXI no tiene el menor sentido es que estando el mundo como está, haya que gastarse un dineral de los fondos públicos en mantener además de un concordato que cuesta un pastón a los ciudadanos de todo credo o sin él, con una crisis de aúpa,  y para recolmo en mantener a un embajador político en un estado político que se atribuye ser representante de Dios, pordiós!

¿Cuántos refugiados se habrían podido rescatar con lo que ha costado el viaje de tu tocayo Francisco, el papa, para recuperar sólo 12- se supone que en memoria de los apóstoles o quizás para celebrar un rito de multiplicación litúrgica del 4x3=12? Ay! Si Dios fuera lo que se predica en ese estado, estaríamos listos; lo mejor y lo más decente sería ser ateos. Una decisión con la que eso que hemos dado en llamar Dios estaría encantado; significaría que, de verdad, estaríamos evolutivamente a las puertas de lo que Jesús llamaba "el reino de Dios".
Por otra parte, ese silencioso rechazo de Francisco ante el embajador incómodo por su condición sexual, deja en evidencia la sinceridad de sus comprensivos comentarios acerca de los homosexuales. Algo parecido al señor que afirma que no es racista, hasta que su hija le dice que tiene un novio negro. El test de la realidad, como el del algodón,  no falla, por mucho que se quiera disfrazar.

Yo que tú, François, ante semejante tesitura, en vez de sustituir al diplomático gay como embajador, por otro hetero, haría un referendum y preguntaría directamente a los franceses si quieren o no seguir pagando una pasta al Vaticano y mantener un embajador en un estado homófobo que, además, se considera representante plenipotenciario de un dios que discrimina a sus hijos si no le encajan con las normas instituidas por unos hombres con las mismas goteras y socavones que todo el mundo, pero empeñados en algo que el mismo Dios nunca ha hecho: manipular las conciencias humanas, suprimiendo su libre albedrío con el miedo y las condenas a un infierno que ellos mismos  han puesto en marcha y mantienen funcionando a tutiplén. Un dios increíble, ídolo fashion, con las mismas manías que ellos, pero encima con la sartén por el mango. Su dios a la medida de sus dogmas, claro, no el Dios de todos, porque solo el suyo es el verdadero. En fin...Lo que hay que plantearse, François, es si ese estado de manipulación tendría tanto poder si los demás estados del rebaño no le pagaran el impuesto religioso y  le hicieran tanto caso cuando desbarra y nadie le dice basta, por un falso "respeto" protocolario al traje invisible del emperador. Así nos va, a los franceses, a los españoles, a los portugueses, a los italianos, a los irlandeses, a los griegos, que, para más inri, son hasta mucho más 'ortodoxos'. En fin...Que Dios nos ampare y  nos libre de sus representantes más fidedignos.

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