domingo, 10 de abril de 2016

Asamblea de IU

centella
NUEVATRIBUNA.ES
Trabajará para desarrollar y consolidar "la más amplia confluencia política y social para avanzar hacia la construcción de un nuevo país desde un programa de unidad popular". 

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Estoy de acuerdo con la propuesta de Llamazares. Una cosa es confluir después de las urnas, que es imprescindible, como lo es confluir con todas la fuerzas progresistas y otra muy distinta y peligrosa es asociarse previamente como grupo bajo el mismo cartel y concurrir juntos a los comicios como un único bloque a las "órdenes" hegemónicas de P.I. Ni locos, por el bien de la propia izquierda en general, que es una corriente política plural y con sesgos muy precisos. En todo caso Podemos, si quiere, y deja de bailar la yenka, también podría sumarse al conjunto, conservando su autonomía como todos y sin exigir vasallaje a los demás. No se trata de reproducir ahora la Rusia de Lenin ni los liderazgos caudillistas de Latinoamérica, allí dará resultados favorables a los regímenes tutelados por un figura reinante, aquí no es posible. Ya se está viendo muy claro. España y Europa no son América y sus políticas no se pueden intercambiar, importar ni exportar; es como intentar que se mezcle el agua con el aceite. Imposible. Y deberíamos quitarnos de encima la idea de que para echar al pp todos tienen/tenemos que votar al mismo partido. No. Porque haciendo tal cosa no se modifica el esquema mental de la hegemonía en bloque que nos ha llevado por la calle de la amargura durante años y desde finales del siglo XIX. Mayorías absolutas de quita y pon, condenadas a la misma adinamia del desgobierno: entrar y dedicar el tiempo a deshacer todo lo anterior para colocar lo propio y volver a la nada cuando entra en el gobierno el partido opuesto. En cambio, si todos participan en las mimas propuestas, esos logros perdurarán hasta que de común acuerdo y por necesidades nuevas, se requieran cambios adecuados y  no a capricho de las ideologías que toman el poder al asalto partidocéntrico, como si fuese La Bastilla y en detrimento de quienes no comparten sus ideas, dejando la sectorialidad que afecta a todos, en desamparo total. Relegando al Parlamento al papel de Don Tancredo, porque solo cuenta la lista que manda y no escucha. Ninguneando, además, al Poder Judicial, dejándolo al gusto e intereses de los que mandan y eligen, cuando ese Poder debe votarse igualmente por la ciudadanía en un democracia verdadera.
¿Eso puede llamarse democracia si es una descaradísima oligocracia excluyente de todo lo que no es "ella"? Si los debates son paripés que solo manejan los dos partidos más votados. Si al resto se le ignora. Este Estado hace aguas, tiene goteras, grietas, desconchones y boquetes y pésimos remiendos y lañas por todas partes. ¿Qué más nos tiene que pasar para que se pierda el canguelo y  nos atrevamos a  reformar y rediseñar la forma en que queremos gestionarnos, desde otro planteamiento mucho más dinámico y directo, haciendo referéndum con las ideas bien claras, tras un intenso debate territorial sobre el tema? Las consultas directas son el mejor método para los acuerdos.

Es normal que en un caso así los ciudadanos no tengan más opción que votar la pluralidad para dinamizar y hacer que de verdad haya democracia, pero cuando deciden votar así se/nos  encuentran/mos con la incapacidad de la izquierda para unificarse en confluencia y plantar cara a la situación con coherencia y credibilidad. Sí se puede gobernar, claro que sí. A los que somos más progresistas nos gustaría que un gobierno de izquierdas pudiera gobernar, pero si, además de izquierda, somos democracia, no podemos ningunear a las demás fuerzas de la derecha que también son parte del espectro político y social. Y en eso el Psoe, mal que nos pese, nos gana en disposición, aunque haya sido una torpeza unirse con Rivera, mediante pactos bilaterales y no mediante un  consenso multilateral.

No podemos comportarnos como la derecha si somos lo contrario. Ella nos arrincona y nos ignora cuando gana mayorías. Nosotros no debemos hacer lo mismo; hay que escuchar y debatir y llegar juntos a lo más aproximado al bien común, aunque para ello haya que rebajar exigencias a ambos lados. Todo lo que se logra a base de imponer sin consensuar acaba derrumbado con el cambio de ideología gobernante y nunca se consigue establecer una pedagogía del bien común por encima de los intereses ideológicos y partidistas. La política entendida y confundida en ese plan, es destructiva y degradante. Caciquil y viejuna. No es lo que queremos ni lo que necesitamos. La derecha no necesita que la erradiquemos como a la peste, sino re-educarse e integrarse en valores nuevos, -Patxi Lopez y Basagoiti en Euskadi, fueron un ejemplo que deberíamos considerar- y eso solo es posible con la permeabilidad mutua, con salir de los paradigmas de ganar-perder y sustituirlos por el cooperar para solucionar los problemas concretos desde los mejores recursos de cada opción, que se van clarificando y eligiendo mediante el debate honesto y no mediante zancadillas, luchas inútiles e intrigas devastadoras, que dan lugar a la corrupción moral y por extensión, a la institucional y financiera.
Lo que está claro es que esto no funciona con los planteamientos actuales y necesita un cambio de parámetros y, sobre todo, de actitudes.
Para empezar necesitamos obligar al pp a regenerarse y a que cuando uno pierde la mayoría y no puede gobernar como indican las urnas, no está en funciones, sino en el vacío, y tiene que dimitir obligatoriamente e irse a casa. Ya se verá qué pactan los grupos y qué gobierno se forma, pero el saliente ya no debe pintar nada. ¿Quién está autorizado para desactivar el golpe de estado sottovoce de un partido y de un gobierno que decide asaltar el poder y no dejarlo aunque haya una mayoría de votantes que han decidido que se vayan?
Tal vez, ya que nuestra Jefatura de Estado es manifiestamente incompetente, debería decidirlo el Tribunal Constitucional que hasta ahora se ha hecho el loco en el asunto. ¿Son los parlamentarios y el Presidente de la Cámara los que deberían pedir a ese tribunal que juzgue el caso y actúe? La ciudadanía no sale de su asombro al comprobar la inutilidad de unas leyes y de unas instituciones incapaces de solucionar algo tan sencillo como que el que ha perdido la mayoría frente a una pluralidad no puede quedarse eternamente como árbitro fantasma en un gobierno que no tiene ya atribuciones legítimas ni legales para seguir al frente de un país que le ha rechazado en las urnas. 

Si no existe capacidad política de reacción de las fuerzas parlamentarias  para solucionar los prolegómenos complicados de esa nueva legislatura, ¿cómo van a ser capaces de debatir y negociar con inteligencia suficiente unos pactos mucho más complicados para forjar un gobierno de coalición que de verdad pueda gobernar, " a la valenciana"? Una sugerencia: pidan a los valencianos que hagan un trasplante de la Generalitat a la Moncloa. No se  me ocurre otra cosa en vista de las nulidades de 'Madriz'. Tampoco me extraña la subversión  de Catalunya. ¿Quién quiere ser español en este plan? Yo así no, desde luego.

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