viernes, 30 de octubre de 2020

Para ellos esa forma de sobremorir por decreto económico y bélico es la pandemia constante y el virus una civilización(¡?) que les condena a muerte sin haber cometido más delito que haber nacido en un infierno sin alma, al que llamamos humanidad por mero eufemismo, porque de humano solo tiene el nombre...Ahí están Lesbos, Abdelhamid y su familia para explicar la semántica de la palabra humanidad

 

En Lesbos pensaban estar a salvo...











#IncendioMoria

Noura, refugiada siria en el campo de refugiados de Lesbos

Abdelhamid tiene 33 años y vive con su hija de 2 años y su mujer - embarazada de 4 meses - en el nuevo campo de Lesbos


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Hace un par de meses conocimos a Abdelhamid, un padre sirio de 33 años que huyó para escapar de la violencia diaria al que estaba expuesto con su mujer - embarazada de 4 meses - y su hija de 2 años.

Como muchas otras familias sirias en el Lesbos, huyeron de la guerra y de los bombardeos diarios que sufrían cuando vivían en Idlib. En definitiva: de la muerte.

Y es que tras más de 9 años de un conflicto que no parecen tener fin, continúa el sufrimiento y la desesperación de millones de familias sirias - refugiadas y desplazadas internamente en el país - que no tienen, hoy por hoy, ninguna solución ni otra alternativa.

En Lesbos, al menos, estaban a salvo… o eso pensaban hasta que se incendió el campo de refugiados donde vivían, arrasando lo poco que les quedaba.

Nos lo contó todo en este testimonio que grabamos en nuestro último viaje a Lesbos.

Tuvo que escapar de las llamas corriendo, con su niña en brazos y a la vez ayudando a su mujer, que apenas podía moverse… Temió por sus vidas y se vio otra vez teniendo que escapar de la muerte.

En el nuevo campo, sus condiciones no han mejorado: no hay agua, no hay duchas y es muy complicado entrar y salir del campo con libertad. Al darnos su testimonio, insiste en la vida que llevan los niños en el campo:

La situación es terrible, en especial para los niños: no hay escuela, ni ningún sitio seguro donde puedan jugar, ni alimentación adaptada para sus necesidades…Estos niños y niñas no van a vivir una vida normal ni tener un futuro.”

Cuando hablamos con él y de las condiciones de vida en el campo, parece que nos habla de una cárcel. Pasan hambre, frío y teme por la vida de su mujer y por el bebé: "Mi mujer está embarazada y no le dan de comer. En dos o tres ocasiones se ha desmayado".

Piensa que un millón de niños sirios han nacido ya como refugiados, después de que sus familias decidieran huir del país y de la guerra, y el 48% de todos los niños refugiados en edad escolar no están escolarizados... El presente para ellos y ellas es muy negro pero desgraciadamente: el futuro también.

Nuestra actual respuesta se despliega tanto dentro del propio país como en los países cercanos para intentar cubrir las necesidades básicas de los refugiados y desplazados.

Si quieres y puedes: hazte soci@ hoy de Save the Children y apoya nuestro trabajo con la infancia refugiada.

María Vázquez,
Save the Children España


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