jueves, 8 de octubre de 2020

La voz de Iñaki | 08/10/2020 | Una pedrada destrozó el escaparate

    

Si Iglesias es inocente y su conducta es limpia, el problema real no lo tiene Unidas Podemos ni el Gobierno de coalición, lo tiene el pp y el Poder Judicial si se deja camelar por las afinidades postureras y entra al trappo ante la tramppa de los gavioteros, como llevan haciendo los ppoppulares desde que han metido mano en el Estado, para convertirlo en la cochiquera de su enjuague. En su cortijo privado. 

Ahora es el gran momento del Poder Judicial, de dar una respuesta de madurez  y no de ruina, de independencia y de lealtad a la ética, al depósito de humanidad y equilibrio que representa la Justicia. Deberían mirarse en el espejo de la Justicia Italiana, nuestra vecina de enfrentre en el mismo mar. Esa Justicia que no tiene miedo, ni pelos en las sentencias y eso que ha sido amenazada, acosada y hasta masacrada en varias ocasiones. Pero nunca se ha dejado comprar ni ha hecho la vista gorda, ni liberado a políticos "amigos" a cambio de cohechos indecentes. Al contrario, de un juez nació el movimiento social y político Manos Limpias (Mani Pulite) para impulsar una forma decente de gestionar la política que no avergonzase a los italianos de bien, que son la inmensa mayoría, como en todas partes. Para ello, el Poder Judicial italiano tuvo que desmontar por completo la trama política del estado y parte de la sociedad podrida que se llamó Tangentopoli, a mediados de los años 90. Inolvidables fueron en ese empeño los magistrados y magistrada, Borrelli, Di Pietro, Boccassini, Davigo y Colombo. No dejaron títere con cabeza. Los magistrados, crearon justicia, la construyeron, la pusieron a funcionar y no se quedaron enganchados a la comodidad del poder. Al, contrario, convirtieron el poder en lo que debe ser: un servicio al bien común. 

Esa pasta jurídica, de personas íntegras, incontaminadas, sanas, lúcidas, estudiosas del Derecho y con una conciencia insobornable, se echa en España múchisimo de menos. De vez en cuando sale un Juez Garzón, un Joaquim Bosch o un Juez Castro  con hambre y sed de Justicia, pero está claro que se juegan el boicot y la desconfianza de sus compañeros, que se les considera un peligro para "la casta" togada. Con un Poder Judicial normal, decente y responsable, consciente y válido, jamás se habría llegado a esta situación de interdependencia total e inexplicable entre poder Legislativo-Ejecutivo-Judicial, con el resultado de una constante manipulación del estado y una degradación exponencial de la propia justicia y, en consecuencia, de las propias Leyes, infectadas de telarañas, hongos y bacterias patógenas desde su misma base institucional, propia de un estado-cortijo anclado en las tinieblas  de un pasado sin sanear, amontonado bajo capas y capas de mugre, que a base de prolongarse en el tiempo se ha ido convirtiendo en dogma, en credo, en parafernalia justificadora de lo cada vez más injustificable y dándole poder absoluto a las tijeras podadoras de todo lo que pueda facilitar la salud imprescindible de la democracia. 

En España no hay escuela práctica ni ejemplar en el ejercicio del Derecho en  su más justa y verdadera condición. El Derecho aquí es solo un conjunto de trampas "legales" consensuadas y guarreadas en un constante "hoy por ti, y mañana por mí", para convertir en decente la indecencia y en privilegio sacro el caciquismo del que paga más y compra mejor. Del más "listo", no del más justo no del más ético, ni del mejor gestor, sino del mas hábil tramposo. El más Lázaro de Tormes, el más Buscón Don Pablos, el de inteligencia más cutre y de instintos más bajos, a ser posible, sin escrúpulos, capaces de inventar coartadas, calumnias y repugnancias tan tremendas que cuando se encuentran delante es casi imposible creerlas reales y puestas en marcha por gente que no es analfabeta , al menos en teoría, que ha ido a la universidad, que se ha pasado años enteros estudiando y trabajando para conocer mejor...¡el modo de manipular y pervertir la verdad y la justicia que debería defender y no destrozar y enlodar! 

Estamos ahí. Y no deberíamos tratar de minimizar la situación mirando para otro lado, ni de pintar con purpurina las alcantarillas atascadas, ni de convertir en fuentes de agua potable las cloacas rebosantes hasta el borde. 

Esta situación es crítica y ya imposible de ocultar con zarandajas, como un embarazo y un parto. La nueva España, como la nueva humanidad, está naciendo a pesar de todos los obstáculos e imposibles, y no porque  apetezca, es que ya no queda otra opción y los tiempos no perdonan. Quienes hemos parido sabemos de qué va eso. Hay dos opciones : 1) La actual, tratar de disimular el parto y hacer como que no nace nadie, taponando la salida del seno materno, impidiendo el nacimiento, asfixiando a la criatura y matar a la madre dejando la placenta dentro para que no haya escándalo ni esas cosas, sin que se note en Europa, ni en la salud de los afectados por la pandemia, ni en la economía,ni en el clima, ni en la contaminación, ni en la miseria, ni en las colas del hambre, del paro o de las urgencias, que todo siga "normal", como si nadie hubiese parido...hasta que todo reviente comodioshmanda, y 2) Asumir lo que ya es inocultable y hacerse responsables, no de las banderas, ni de los sonajeros, ni de los patucos a juego con la canastilla y el gorrito, sino sobre todo de las compresas, la hemorragia, los puntos de sutura o la cesárea, y las posibles fiebres puerperales por abandono y descuido con la madre y la desnutrición de la criatura tan mal llegada como nacida. 

Continuar en ese plan, seguir poniendo remiendos en una pieza de tela desgastadísima, desgarrada a tirones, desflecada, que se rompe cuando la aguja intenta coserla y el hilo cerrar boquetes imposibles, es inútil y una pérdida de tiempo supervalioso necesario para refundarse y empezar de cero, como sociedad, como comunidad humana, y como estado. El estado no es la esencia inmutable de un pueblo, sino el resultado de nuestra acción sobre la esencia, es el tejido que hacemos posible entre todos y todas en el telar de nuestra conciencia colectiva. Pero ¿dónde está esa conciencia? ¿Es una cosa ajena a nosotros, que nos cae encima como un sambenito sin que hayamos hecho nada para conseguirlo o rechazarlo? ¿O es la consecuencia de creer que es así porque sí, sin plantearse por qué, y por eso no hacemos nada más que sufrir los resultados autómatas del no enterarse de para qué se vive y en qué se diferencia un ser humano de una máquina de consumir, de seguir inercias y depender de lo que decidan otros porque eso es más cómodo que decidir nosotros y ponernos de acuerdo en lo pequeño como en lo grande? 

No sé cuánto aguantará Europa entre sus miembros a un estado parásito como este, sin ponerle claras sus condiciones de pertenencia, su responsabilidad ineludible y su obligación de no boicotear la misma democracia que lo hace posible entre los demás estados, de respetar la decisión de una mayoría parlamentaria que no es del agrado de unas minorías apegadas al pasado y al juego sucio como único recurso político para no perder la sartén por el mango aunque eso signifique provocar el caos, arruinar a la mayoría de pueblos, barrios y familias, para enriquecer a lo bestia a una minoría todopoderosa, cerrarse en banda a cal y canto la posibilidad inteligentes y justa de una regeneración imprescindible, en todos los sentidos, en un momento, donde ya la vida cotidiana es un desbarajuste imposible de arreglar, desbaratando las leyes y los principios éticos, la convivencia y la propia humanidad,  si siguen intrigando y envenenando con sus terrorismos emocionales de siempre, manejando sus tres ases del exterminio: el miedo, el odio y la opresión violenta de la falsedad y la podredumbre, nada menos que refugiadas y amparadas en la propia  ley que tanto enarbolan y utilizan, sobre todo, paradójicamente, para impedir que la verdadera justicia se cumpla y tenga sentido. 

Si España no es capaz de salir de su propio laberinto y tomar conciencia de su situación, será Europa la que le acabará cerrando las puertas, por propia salud y por propia autotestima y supervivencia.

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