Otro regalo de Sheila Blanco, esta vez una mujer increíble, una genia que ya desde pequeña convertía en luz todo lo que encontraba a su pasomusical y sobre todo, humano. Clara. Su nombre ya la define y con esa luz hizo más visible, amó incondicionalmente y equilibró a Schumann que sin su ayuda no hubiera alcanzado la altura y la belleza que nos transmitió en su obra. ¡Bendita Clara!
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