A lo mejor, en casos como este, habría que practicar el ayuno terapéutico, querido Iñaki. Se corre el riesgo de caer en el síndrome del asno de Buridán, con tanto plato único como inasequible, diciendo "andad, machotes, cómedme si os atrevéis". A lo mejor menos humos y más cordura sería suficiente para regular semejante dieta. De momento según reacciona el destarifo, ya nos vendría genial que hubiese un poco de coherencia, para empezar, en el Poder Judicial, donde mientras el Tribunal no ve nada imputable, un juez por su cuenta quiere imputar al Vicepresidente del Gobierno por haber usado, siempre supuestamente, claro está, el caso "Dina" para hacer propaganda electoral...mientras las cloacas rebosan y apestan el circuito cerrado de los ppatres conscrippti, en fin...entre esas señorías, esa Ayuso hecha una crack al aguírreco modo y esa Vox con boceras recurrentes, quizás lo que tengamos que pedir sea paciencia, mucha, en cantidades industriales, a Santa Rita, la abogada de los imposibles, obviamente.
En Europa deben estar alucinando y repensándose si un país en este plan estará apto para compartir responsabilidades colectivas si no sabe organizarse en lo particular. Portugal, ahí al lado, en la misma pandemia, con los mismos problemas económicos, se apaña la mar de bien. Pero, claro, hay una gran diferencia: Portugal dejó de ser un reino hace mucho tiempo para convertirse en república sin carnicerías de por medio, y un problemón como el remate de una dictadura con la de Salazar -republicana- se arregló la mar de bien, porque el pueblo y el ejército eran de verdad el mismo estado, la misma sociedad coherente harta de un dictador. Había conciencia y no había gente en la cárcel condenada por pensar. No había amos y esclavos, ni señores ni siervos, ni religión co-gobernante, ni una casta en el club de la comedia forring office ¡Había una república de verdad! y ella salió a la calle hecha un clavel ambulante aquel día de abril de 1974 y así de bien se acabó la historia vieja para dar paso a la nueva. Sin muertos, sin bombas, sin tiros, sin condenas, sin togas empastradas, sin tricornios de carnaval ni reyes de pacotilla aclamados como benefactores... Sin manipulaciones, sin odios, sin privilegios heredados en conserva, almacenados en el sótano del miedo y del rencor en plan self service, ni un espectáculo bochornoso, vendido como un peligro mortal para la democracia y sin embargo, la mayor tomadura de pelo de la historia reciente de esta pobre tierra de nadie que ya no sabe ni lo que es, gracias al eterno mejunje de ignorantes por un lado y desesperantes manipuladores de oficio y, sobre todo, de beneficio, por otro. En fin... Ya no se trata del menú, se trata de la dieta, de los dietistas espabilaos y, sobre todo, de los que mientras tanto se mueren de hambre, como el asno de Buridan, pero no por su propia confusión como le pasó a él, sino porque están atados por la misma cadena endemoniada a la que, confundidos, llevan la friolera de 42 años llamado libertad, estado de derecho, democracia y dinastía. Tomayá.
Por eso Europa no puede entender nada ni ve relación alguna entre el estupendo discurso intencional de Sánchez y la realidad que lleva arrastrando como un bata de cola, con verdaderos dinamiteros del estado tras la máscara de una "derecha liberal", que es en realidad la caricatura de un Hitler casero, adobada con las trazas de su propio fantasma atado y bien atado a su misma maldición, conservado en el estuche de esencias super rancias, muy rancias, sí , cada vez más. Un fantasma como el de la ópera pero sin ópera y en gallego, chiquitillo y de infantería, recosido a una corte de camelo(t) diseñada por su anti-genio destroyer enmedallado, mediocre de manual y subido a los zancos de la paranoia lucrativa y fervorosa, que aun atasca las tuberías de cualquier intento de limpieza y desagüe. Buff, qué marrón!
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