miércoles, 7 de octubre de 2020

9 D'OCTUBRE 2020

   


Creo que en València tenemos mucha suerte. Hemos conseguido salir de un agujero espantoso como fue estar dirigidos casi un cuarto de siglo por la peor de las burbujas inoperantes para el bien común y empecinadas en arruinar el país valencià para enriquecer a un puñado de irresponsables y delincuentes. El Pacto del Botànic nos cortó la soga al cuello cuando la mugre y la aberración política amenazaba con ahorcar a la ciudadanía convirtiéndola en una pantomima de bareto, jolgorio y fallas como chantaje, nos abrió la puerta de la caverna, nos facilitó la participación, el contacto directo con la Institución, los alcaldes y concejales accesibles en los barrios, el Presindent y els Consellers i Conselleres acudiendo a las AAVV, para compartir debates, responder a las preguntas y preguntar para conocer la verdad de las respuestas en directo. Pasado mañana celebramos el Nou d'Octubre. El día de la Comunitat. Ha sido una alegría enorme poder ver en la tv la retransmisión de la reunión oficial de todas las fuerzas políticas en un consenso total, sin malos rollos ni juegos sucios, unidos como una piña, las tres provincias con el mismo objetivo: salir a flote todas juntos, cada uno desde su lugar, pero todos en una misma onda de fraternidad, respeto, igualdad y cariño bien materializado en las decisiones, en el consultar mutuamente y decidir lo mejor entre todos y todas.

Las palabras de nuestro querido hermano alcalde, Joan Ribó, dejan bien patente el vivo retrato de la realidad actual, regenerada.  Una València nueva se va dibujando en el horizonte, una Vaĺència mucho más limpia en todos los sentidos, creciendo en ecología, en peatonalidad, en serenidad, en empatía social, en ética y en cultura, en escucha y capacidad de aprendizaje, de mejorar y evolucionar...De aprender constantemente, también de los propios errores, corrigiéndolos. La humildad como base de todo progreso, todo lo contrario de la chulería y el abuso de poderes de cualquier clase. 

Reconozco que esta València es otra. Hoy, cruzando el paso entre  La Creu Coberta -Parque Central- Ruzafa, he sentido una plenitud y un bienestar desconocidos hasta ahora. El aire es distinto, más respirable. El ruido es menos intenso. La gente va más serena por las calles. Muchas de ellas ya peatonales. Muchos menos coches. Muchas más bicis y patinetes que no contaminan. Solo las mascarillas daban la nota de un problema grave como la pandemia. Pero sin embargo no se notaba tensión, ni miedo. Los fragmentos de conversaciones  hablan de cotidianidad afable, de recetas de cocina, de interés por la vida de los demás, de anécdotas curiososas, de sentido del humor, de disculparse por algo que ha podido ser molesto, pero no lo ha sido en realidad...Nada chirríaba en ningún sentido. Había una entrañable paz en el aire. Gente paseando, sentada en la terraza del Art Café o los bancos de las aceras bajo el sol y sombra de los árboles que se hacen los remolones con el otoño. Respeto a las distancias preventivas, contención en los saludos. Hay más normalidad que antes, cuando todo era correr, empujar, prisas y coches a miles convirtiendo el aire en un basurero irrespirable y los autobuses escupiendo en fila humo negro por los tubos de escape, latas y envases por el suelo, kleenex y colillas en remolinos pisoteados. València no es la misma, ha mejorado muchísimo sin que se note ninguna presión obsesiva por parte de nadie, ni un impositivo y normatizado antes/después. 

Creo que esos son los cambios que duran, los que marcan el rumbo de la sociedad cuando ella misma lo entiende, lo decide y no desanda el camino del acierto para volver a la cochambre una vez que el susto afloja o asusta menos por la costumbre, no, esta vez la inteligencia colectiva generando  una nueva conducta lo agradece y lo mantiene porque se siente beneficiada por sus nuevas necesidades. Hay un sensible cambio de conciencia en ascenso. Y se nota una barbaridad. Va a resultar que después de todo no hay mal que por bien no venga y que lo más decisivo no es lo que nos pasa sino como asumimos y gestionamos lo que nos pasa.

Otro ritmo. Otra visión. Otras normas. Otra vida. Más real. Más centrada. Más humana. Con más presente y futuro que costras secas pegadas del pasado hostil, inculto y demoledor, repitiendo sambenitos que ya solo son un peso muerto. Una momia sin más futuro que un rincón en la historia de los tiempos peores.

Mirando hacia Madrid me pregunto cómo estaríamos ahora en esta Comunitat si en la Primavera de 2015 no hubiese ganado las elecciones la coalición del Botànic.

Gracies a tots i a totes, germans i germanes de vida i refugi... Felicidades, València. Feliç Nou d'Octubre!

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