viernes, 9 de octubre de 2020

El Nou d'Octubre: una buena ocasión para seguir reflexionando y dar algunas vueltas más al tornillo de la inteligencia colectiva, desde la humildad del átomo cívico, desde el suelo de la evidencia, por el que todas y todos caminamos queramos o no

 Hoy quiero seguir enfocando la linterna sobre el tejido descuajaringado de nuestra conciencia colectiva, agredida, secuestrada y maltratadísima, desde los dos ángulos fundamentales del plano público y del plano privado. No es posible que en ese par de fenómenos siameses y simultáneos se produzca una ruptura de objetivos y de contenidos vitales sin que ambos se autoexterminen en la misma maniobra. 

¿Que por qué digo estas cosas? Porque están ahí delante y parece que no se ven, aunque se sufren cada vez con más intensidad y con una crueldad "normalizada", ya, hasta legislable. 

Un hecho inocultable: el Parlamento español se unió para reconocer y aprobar el derecho a recibir el IMV, de modo que ningún ciudadano/a, carezca de sustento, porque -como en los países civilizados de verdad- el estado si es de derecho, democrático, ético y por ello, justo e inteligente, tiene, normalmente por decreto constitucional, la obligación mínimamente humanitaria de no permitir las carencias letales de aquellos ciudadanos a los que por cualquier razón o problema social sin resolver, no alcanzan siquiera -¡qué paradoja más cínica!- al Derecho Humano de poder vivir como seres humanos, es decir, estar a cobijo de un techo, no padecer miseria por falta de recursos básicos como el agua, la comida, la higiene, el descanso, el trabajo, la temperatura adecuada a la época estacional, la energía eléctrica, la ropa necesaria para vestirse normalmente, el calzado, la atención sanitaria imprescindible, el acceso al transporte público gratuito, la educación, la cultura y los cuidados en caso de necesidad y/o minusvalía. Qué menos. 

Se aprueba esa propuesta, tan requerida durante tanto tiempo por miles de familias en precario como de personas solas y abandonadas en su pobreza, en su ignorancia y en su vulnerabilidad, en su abandono, con el apoyo y el aplauso indiscutible de la mayoría de la población. Pues bien, después de meses transcurridos en plena urgencia, solo cuatro gatos han llegado a cobrar esa ayuda  urgentísima. ¿Qué está pasando? Pues pasa el boicot con su obsolescencia programada de la ética social y quemagobiernos progresistas: el eterno golpe de estado sottovoce que hace fracasar la justicia y la democracia desacreditándolas y haciéndolas imposibles, repartiendo la dinamita definitiva dentro del logro aparente, un regalo envenenado. Se permite la solución teórica pero se hace imposible en la práctica hasta demostrar la incapacidad de los defensores de las mejoras y de las normas más avanzadas y necesarias, para dejarlos en evidencia y desautorizados. Por eso estuvieron encantados de votar "sí" al Ingreso Mínimo Vital, porque lo pensaban utilizar para demostrar que hasta con las mejores intenciones derechistas, es un empeño imposible de implementar en España.

¿Quién está impidiendo que se lleve a cabo la reforma urgentísima de la atención social, para que la misma sociedad se recupere y hasta la economía se active, pues el aumento del presupuesto familiar por parte del estado en beneficio de las personas peor tratadas, facilita y aumenta el mismo consumo para mejorar el nivel de vida y un aumento del empleo en el sector de la producción de alimentos y bienes imprescindibles,no? Pues no. El impedimento viene del reino de nuncajamás. No tiene cara. No tiene nombre.Nadie lo conoce en persona. Pero el pputo imppedimento infinito e invisible es el que controla TODO. Nadie dice que no ni que sí. Porque nadie sabe nada de nada. Ventanillas al vacío, vuelta y vuelta. Archivos en blanco esperando la resurrección de los muertos, el perdón de los pecados y la vida eterna amén. Esa es la administración pública del estado español, atascada ad infinitum  en el eterno "vuelva usted mañana, que a lo mejor mañana se sabe algo". Sí, talmente, como diría José Mota: hoy no, mañana. 

Pero, ¿es un tic inocente o puede ser sobre todo la mejor coartada para que nada cambie y todo siga bajo el control férreo del caos de mejor calidad, manufactura de los mismos prebostes de siempre, esos que llevan veinte o treinta años chupando del bote de una diputación o amachambrados en el enchufe de un ayuntamiento, de una concejalía, de una subsecretaría, de una vicejetaría asesoradora, o bajo el paraguas acogedor de un despachito vitalicio, creado en su día para pagar favores al hijo de..., a la pareja o parejo de...o al mismísimo D titular? En esa trama de infinitos tapujos es imposible pedir responsabilidades a nadie, porque nadie está disponible para responder a nada que tenga sentido ni lógica natural. No hay nadie en ningún sitio, solo sombras que van y vienen por los pasillos, que salen a tomar café y vuelven para volver a sentarse en la mesa del vacío gestor. A lo más que llegan es a decir con cara de póker que ellos de momento no saben nada, que nadie les ha comunicado ninguna novedad, que vuelvan la semana que viene a ver si se sabe algo...O si no que vayan a otro departamento que sepa más cosas, como por ejemplo, a la oficina de recursos paranormales y zanguangos,  que allí Iker Rebollos y Carmela Patátez, seguro que les ponen al día. 

¿Es posible que todo sea una inercia sin más? ¿O es posible que sea la parte más camuflada de la corrupción ya convertida en la normalidad total, con la equiesciencia e incluso la tolerancia silenciosa y "normalizadora" de toda la sociedad?

 ¿Es justo e igualitario conceder por oposición estatal puestos de trabajo de corte vitalicio se haga lo que se haga en esos empeños? ¿No sería lo normal, que una vez ganada una oposición para acceder a un empleo público, cada año como mínimo esos funcionarios tuviesen que renovar su aptitud y demostrar con pruebas de examen ante unos supervisores  capacitados para evaluar sus aptitudes y su responsabilidad laboral, y  que si no dan la talla anualmente, comprobándolo mediante los resultados de sus gestiones con  encuestas directas por comprobación, y no estimadas, entre los ciudadanos usuarios del servicio público, esos dis-funcionarios colocados ad hoc pierdan el puesto de trabajo para que lo desempeñen personas demostradamente responsables, éticas  y eficientes? 

Por ejemplo, ¿a dónde van las reclamaciones de los ciudadanos desatendidos en este momento gestor del IMV, ¿quién está atendiendo a los no escuchados y abandonados a sus problemas sin resolver, "porque nadie sabe nada" en la administración de un Estado que paga una fortuna en sueldos para no hacer nada más que mirar papeles que nunca coinciden, retrasar trámites ad infinitum,  y decir que no a todo durante meses y meses, hasta que el ciudadano se cansa y deja de insistir, se hunde, se deprime, se pierde en el barullo, pensado para eso, precisamente, "ya se cansará cuando vea que no hay nada que rascar", y se queda sin la subvención, sin el apoyo humano, sin el cuidador, sin la beca para el chiquillo en la guardería, porque tal vez cuando se la han concedido, el chiquillo ya no está en edad escolar...y hace años ha dejado de ir a la escuela en barriadas como la Olla del Pastor, Los Pajaritos, El Raval o El Gallinero...Pero eso sí, el funcionario sigue ahí, igual que siempre. Imperturbable en su nada pseudogestora. Cobrando puntualmente, eso sí,  su sueldo más que suficiente. El funcionario equidistante político, pero barriendo para adentro y así evitar que el sistema cambie, no sea  que rojos, terroristas, separatistas, venezolanos e iraníes tomen el poder...Mientras él sigue ahí, for ever, sentado en su sillón, viendo los rostros, las penurias, el dolor y los cuerpos decrépitos y cada vez más desgastados,desfilando por delante de su mesa, de su pantalla, de su teclado, sin que le importe un rábano ni se le pase por la cabeza -corazón no tiene, es evidente- si ahí dentro habrá alguien más que una máscara, un eco sin fuste o un muñeco del guiñol administrativo. 

 

Es imposible que nada se regenere, si pretendemos realizar grandes proyectos de justicia social con las mismas herramientas gestoras habituales con las que se cometen constantemente las tropelías y desmanes delictivos por lo irresponsable, que enrarecen, enferman y matan la convivencia, la sociedad y la conciencia, tanto individual como colectiva, y también acaban con las mismas personas, que ya valen menos de  lo que cuestan al contencioso sociópata del forring office, del que ese  funcionariado sin alma, mayoritariamente cómplice amoral, sielencioso y devoto politicante, es el acólito inseparable sin el que tantas misas negras no serían posibles en el templo/burdel de la mentira y del abuso sin tregua ni respiro.

Con alimentos podridos es imposible comer sin intoxicarse, aunque las recetas sean las mejores. Es lo que nos está pasando en España de un modo cada vez más evidente y más procaz.

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