Vox en solitario replica el error de la manifestación que culminó con la foto de Abascal, Casado y Rivera en la plaza de Colón
En la trayectoria de la
derecha española desde la entrada en vigor de la Constitución la
manifestación que culminó con la foto de Casado, Rivera y Abascal en la
Plaza de Colón ocupa, sin duda alguna, un lugar destacado. Convocada,
por si el lector no lo recuerda, para el día previo a la apertura en la
Sala Segunda del Tribunal Supremo del juicio del procés, con la
finalidad no disimulada de hacer una demostración de fuerza que no
pudiera pasar desapercibida para nadie y muy especialmente para los
Magistrados integrantes de la Sala, el número de asistentes quedó lejos
de las expectativas que se habían generado con su convocatoria. Los tres
partidos de la derecha española cometieron un error de cálculo. Lo que
debía haber sido "la madre de todas las manifestaciones" se convirtió en
una manifestación más. La foto de los tres líderes juntos lo subrayaría
todavía más. Ni con la suma de todos se alcanzó el objetivo.
Aquella
manifestación fallida incrementaría el desbarajuste en que ha
desembocado el estallido del PP tras el éxito de la moción de censura
que condujo a Pedro Sánchez a la Presidencia del Gobierno. A Albert
Rivera, que había convocado inicialmente en solitario la manifestación
aunque abriéndola a la participación del PP, le salió el tiro por la
culata. No solamente fue modesta la participación ciudadana, sino que,
además, se incorporó Vox en plan de igualdad con Ciudadanos y PP,
alterando con ello cualquier estrategia de futuro que se tuviera hasta
ese momento.
En aquella manifestación se anticipó lo que ha sido el
resultado electoral de las derechas en las elecciones de 2019. La idea
de España que preconizan las tres derechas tiene un apoyo considerable
en la sociedad española, pero es minoritaria. Esa idea la impuso el
general Franco tras la Guerra Civil, pero no se puede imponer en
democracia. La radicalidad con la que tiene que ser expresada como
consecuencia de la presencia de Vox, no la hace más minoritaria, pero sí
reduce prácticamente a cero su posibilidad de expansión más allá de lo
que es la derecha pura y dura. Peor todavía: aumenta el rechazo expreso
de todas las demás fuerzas políticas estatales o de las distintas
nacionalidades y regiones con la excepción de Navarra Suma y Foro
Asturias. En la votación de investidura hubo partidos que votaron
negativamente la candidatura de Pedro Sánchez, pero que están mucho más
en contra de cualquier candidatura de la derecha española.
La
derecha española se encuentra ante un "horizonte de impotencia", como
consecuencia del "rechazo" mayoritario a su idea de la unidad de España,
de la que queda excluida la mayor parte de la misma. Este horizonte de
impotencia es el que explica su trayectoria en la presente legislatura.
Las
derechas españolas no parecen dispuestas a aceptar la situación en la
que la han situado los ciudadanos con el ejercicio del derecho de
sufragio. Han decidido poner en marcha una rebelión contra el Gobierno.
La misma rebelión que se intentó antes de la investidura y que fracasó,
aunque se movilizaron todos los recursos habidos y por haber, aunque se
intentó reeditar el "tamayazo" que hizo a Esperanza Aguirre presidenta
de la Comunidad de Madrid. No se pudo impedir que Pedro Sánchez fuera
investido presidente y que Pablo Iglesias se incorporara al Gobierno
como vicepresidente.
Con la composición del Congreso
de los Diputados no hay ni una sola posibilidad de poner fin
constitucionalmente a la Presidencia de Pedro Sánchez. No hay "mayoría
de censura" susceptible de ser articulada. Por eso se apostó tan fuerte
para impedir la investidura. O se frustraba el Gobierno de coalición en
ese momento, o ya no se dispondría de posibilidad alguna a lo largo de
la legislatura.
Con la llegada de la COVID-19 la
derecha, ahora ya sin contar con Ciudadanos, ha empezado a barajar la
posibilidad de conseguir lo que no consiguió en la investidura. Tampco,
entonces, se trataba de llegar al Gobierno, sino de forzar la repetición
de las elecciones. Exactamente igual que ocurre ahora mismo. No se
trata de llegar al Gobierno, sino de hacer ingobernable el país, de tal
manera que se tenga que poner fin a la legislatura y convocar elecciones
anticipadas.
Haciendo uso de los recursos de poder de
que disponen en comunidades autónomas y ayuntamientos y ejerciendo
derechos que la Constitución reconoce, Vox de manera abierta y PP de
manera subrepticia han decidido aprovechar la situación de emergencia
que vive el país para torpedear, por un lado, el instrumento del estado
de alarma previsto en la Constitución y en la Ley Orgánica 4/1981 para
hacerle frente y organizar, por otro, una campaña continuada de
protestas ciudadanas, con ejercicio incluso del derecho de
manifestación, con la finalidad de dificultar la acción de Gobierno.
Ayer
tuvieron lugar las primeras manifestaciones convocadas por Vox con un
resultado similar al que tuvo la de la foto de la Plaza de Colón. La
derecha grita mucho, insulta mucho, pero sigue representando lo que
sigue representando. Por muy difícil que sea la situación, o tal vez
porque los ciudadanos saben que la situación es muy difícil, las
llamadas a la rebelión de Vox no encuentran eco en la sociedad. Las
manifestaciones de este pasado sábado, anunciadas desde hace semanas
incluso desde la Tribuna del Congreso de los Diputados por Santiago
Abascal, no fueron una expresión de fuerza, sino de impotencia.
No
fueron ni siquiera capaces de demostrar que pueden controlar el
desarrollo de la manifestación que convocan para que se haga respetando
la ley.
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