Desnudos ante el pueblo
El triunfo no ha llegado. Es preciso ser sensatos y evitar que todo lo hecho no sirva para nada. De esto iba la votación del Congreso y no de ninguna otra cosa
"Solo cuando baje la marea sabremos quien estaba nadando desnudo"
Warren Buffet
Entre todo lo que la ciencia ignora
frente a la pandemia hay pocas cosas que están tan claras como que la
proximidad y la movilidad la expanden. Hechos.
Por
tanto, es ineluctable reprimir y controlar ambos aspectos. Tanto
desplazarse libremente como reunirse son derechos fundamentales en toda
democracia. No pueden ser limitados sino en circunstancias legalmente
muy tasadas. La inusual virulencia de una pandemia de estas
características obliga pues a hacer uso de instrumentos legales que lo
permitan teniendo en cuenta que se trata de una enfermedad que puede
cursar sin ser advertida y por individuos que aparentan sanos. No es
cierto que las leyes ordinarias puedan restringir los movimientos de
personas sanas. Este simple aserto desbarata todo el montaje de los que
acusan al Gobierno de utilizar por gusto el decreto de alarma.
Solamente
de esto trataba la sesión del Congreso de este miércoles. Trata de la
protección de toda una sociedad, de la necesidad de limitar o modular
derechos para poder hacerlo y de los instrumentos legales precisos para
poder llevarlo a cabo. Mientras muchos portavoces parlamentarios volvían
a dar la medida de su mezquindad en la tribuna, de nuevo la cifra de
más de doscientos muertos nos golpeaba. Aún queda camino. El triunfo no
ha llegado. Es preciso ser sensatos y evitar que todo lo hecho no sirva
para nada. De esto iba la votación del Congreso y no de ninguna otra
cosa, y por eso los posicionamientos y el voto negativo de algunos
grupos los han dejado desnudos ante el pueblo, en purititos cueros ante
el interés general.
Ante la petición de prórroga de
dos semanas más para continuar con la desescalada sólo cabían tres
posiciones: de responsabilidad, de tacticismo y de absoluta falta de
sentido común. Para las tres hubo. Tengo que reconocerles que nunca he
pensado, en los tres días que han estado calentando un ambiente sólo por
estrategia partidaria, que el estado de alarma fuera a decaer este
domingo. Eso sólo significa que, en el fondo, siempre confié en que no
podía haber tanto irresponsable ni tanto fanático ni tanto partidista
como para que la irracionalidad triunfara. Así ha sido.
Casado
ha salido muy malparado de esta y eso que no se atrevió a llegar al no.
El líder del partido llamado al relevo en el gobierno se ha quedado
desnudo queriendo arrebatarle las ropas a Sánchez. Mala cosa. Entre sus
votantes hay gente sensata que ha visto con locura cómo su líder se
embarcaba en una expedición de mal pronóstico porque ni ganándola
ganaba. Si Casado hubiera conseguido su objetivo egoísta y partidario,
dejar sólo al Gobierno, lo hubiera hecho sobre el riesgo de la
ciudadanía y el riesgo de un retorno a las grandes cifras de muertos y
contagiados. Así nunca hay nada que ganar. Feijóo y Moreno lo vieron y
hasta Ayuso, ¡hasta Ayuso!, dejó claro que consideraba necesaria la
prórroga. El PP ha hecho el peor negocio que podía hacer, y lo ha hecho
con corbata negra y crespón, pero lo ha hecho y no era otro que el
confundir la refriega política contra un gobierno con el interés
general, la salud pública y la protección de la ciudadanía. No, Casado,
por mucho experto que tengas dispuesto a decirte que sí hay otras leyes
que permiten restringir el movimiento de personas sanas, eso no cambia
la verdad. Debió doler en el debate la referencia del presidente del
Gobierno a Gabriel Cisneros, padre Constitucional y diputado del PP
durante años, explicando a Tura en el Congreso, cuando se presentó la
ley en 1986, por qué era necesario un estado de alarma que habían
pensado para catástrofes y epidemias y no para otras cuestiones
políticas que ya cubrían los estados de excepción y sitio.
Primó
al final el sentido común y ahí brilla con luz propia el nombre de Inés
Arrimadas. Ella lo tuvo claro y lo explicó claro: no se trataba de
investir a Sánchez sino de salvar a los españoles. Un atisbo de la
racionalidad y la centralidad que Rivera le arrebató a Ciudadanos a
golpe de adrenalina y testosterona. Bienvenido sea. Arrimadas y
Ciudadanos nos ayudaron a todos y creo que también hicieron una buena
cosecha para ellos aunque no sea más que porque se le dieron de baja dos
quintacolumnistas de Vox (Girauta se encontraría allí mucho más cómodo y
Mejías también) y porque le dieron un aplauso Garicano, Aguado, Igea,
Valls y Roldán. Tal vez sea, no un cambio de alianzas, sino un cambio de
idiosincrasia de partido que vendría muy bien a la democracia española.
En
este pragmatismo del sentido común y de estado hay que mencionar
también, como casi siempre últimamente, al Partido Nacionalista Vasco.
Algunos llamarán como quieran a la forma de hacer política que tiene los
jetzales pero para mí cualquier adjetivo sobre porque es precisamente
eso, hacer política. No les gusta a los vascos ni el talante que ha
imprimido Sánchez a la crisis ni la forma centralista de llevarla a
cabo, pues ni cortos ni perezosos han vuelto a remangarse en la mesa de
negociación y han arrancado concesiones a sus posturas. Zorionak.
Todo
ese sentido común que les ha faltado a las formaciones catalanas cuya
negativa, junto a la de Vox, sólo pueden producir perplejidad y deberían
suscitar el enfado porque podrían habernos llevado a un caos de
consecuencias imprevisibles. ERC ha dado la razón de nuevo a los que les
acusan de ser poco fiables en sus posturas, por decirlo de forma suave.
Van diciendo por ahí que eso no es lo que se había hablado y que a
Rufián le cambiaron el discurso a última hora desde Ginebra y Lledoners,
porque él pensaba que ese giro iba a hacer que se resintiera su
fiabilidad y así es.
Sobre la ultraderecha creo que
poco hay que decir. Están al otro lado del espejo. Su discurso es tan
vil que roza el surrealismo, lo cual no puede a la larga sino
perjudicarles. Pedir una moción de censura sólo vino a reforzar que
ellos no habían ido al Congreso a hablar de pandemia o de seguridad de
la ciudadanía sino de lo suyo, lo cual los deja cada vez más en pelotas
para cualquiera que tenga algún dedo de frente por muy de derechas que
sea. Lo único bueno que ha tenido el strip-tease de Rufián y Casado es
que ha obligado a Sánchez a cubrirse y para eso ha tenido que salir a la
zona de la política que nunca hay que abandonar por muy rastreros que
sean algunos de sus ocupantes.
Hay políticos en este
país que van muy desnudos y harían bien sus huestes en señalárselo con
el dedo. Decían los optimistas que de esta dura, cruel e insólita crisis
íbamos a salir distintos pero para ello es imprescindible que cambien
ellos o que les recambiemos. Gracias Arrimadas por empezar a verlo.
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