martes, 5 de mayo de 2020

Mientras el covid-19 da caña a la humanidad, la humanidad con sus abusos constantes sigue siendo el azote del Planeta. El clima es el test infalible. Los más de 30º ayer en València se suman a la escalada térmica del clima, que ninguna ideología gobernante está dispuesta a frenar con la misma urgencia que se emplea en combatir un virus, que sin el desmadre contaminante planetario sería inocuo. ¿Habría habido un Chernobyl sin el uso inadecuado de la energía nuclear, usada en fisión y no en fusión? ¿Habría un pandemia en un mundo menos enloquecido por el consumismo, los viajes en avión a todas horas y con millones de coches envenenado el aire, miles de cruceros infectando los mares y océanos a base carburantes, basura y despojos plásticos irreciclables? Si ante la amenaza de neumonías fulminanantes siguen fumando y llenando de colillas las calles en plena pandemia, quitándose las mascarillas para dar caladas y escupir humo a los que pasan cerca, ¿qué podemos esperar? La esperanza es lo último que se pierde, pero cada vez resulta más difícil sostenerla, si la conciencia solo se concentra en dar ánimos sin crear y dar herramientas ad hoc. Greenpeace nos lo recuerda con este aviso para navegantes



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Mayo ha comenzado con un episodio de muy altas temperaturas, que no son normales para esta época del año.
Ayer se superaron los 35 ºC en las provincias de Sevilla, Córdoba y Jaén y los 30ºC en numerosas localidades de la península, mientras que hoy se esperan temperaturas similares. Estos registros, propios de los meses de verano, se alcanzan cuando todavía quedan casi dos meses para que termine la primavera.
El aumento de las temperaturas es uno de los impactos más visibles del cambio climático. Continuamente superamos nuevos récords: el pasado mes de enero fue el más cálido en el mundo desde que se tienen registros y durante el mes de febrero se alcanzaron temperaturas récord en zonas como la Antártida, superando la barrera de los 20 ºC por primera vez en el continente helado.
Este episodio de altas temperaturas es un recordatorio a gobiernos y empresas de la importancia de responder con urgencia, no solo a la enorme crisis sanitaria que padece el planeta, sino también a la emergencia climática.
Y es que a pesar de la reducción de las emisiones de CO2 — como consecuencia principalmente de las medidas de confinamiento— el mes de abril también ha alcanzando un nuevo máximo histórico de concentración de CO2 en la atmósfera.
Si queremos evitar los peores impactos del cambio climático, limitar el aumento de la temperatura global 1,5 ºC, y frenar la pérdida de biodiversidad, necesitamos medidas que garanticen una transición justa y ecológica. Desde Greenpeace estamos trabajando para asegurar que las medidas económicas que se tomen para salir de la crisis causada por el COVID-19 den respuesta a la crisis climática y ambiental que vivimos, ¡únete ahora! >>

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