lunes, 4 de mayo de 2020

Otro ataque contra el clorito de sodio como freno a las pandemias gripales; 1. Podemos afirmar lo mismo de la quimioterapia y radioterapia "tóxicas, nocivas" -y tantas veces mortales-, "aunque quienes las defienden digan que lo curan todo", y sin embargo las paga el estado en la sanidad pública a precios desorbitados, a los laboratorios privados, ¡cómo no!, ¿para qué gastar en I+D+i, verdad, si ya lo hacen las farmacéuticas del forring oficce? 2. El agua del grifo que es potable, con la qeu cocinamos y nos duchamos, lleva Cloro (Cl) como desinfectante, que en contacto con el agua forma ácido hipocloroso, que nos protege de infecciones provocadas por la cooperación entre virus y bacterias. 3. En la pandemia del ébola, como con la malaria, el MMS ha demostrado unos efectos curativos y protectores indiscutibles, como los está demostrando en la protección anti covid-19. 4. ¿Acaso los prospectos de muchísimos medicamentos no nos avisan de la toxicidad, de los peligros y secuelas que nos pueden matar si tomamos las pócimas "científicas" que nos veden en las farmacias, mientras se desechan la Homeopatía, la Fitoterapia o el MMS, no por ineficaces ni 'peligrosas', sino por ser demasiado BARATAS y sencillas de fabricar. 5. ¿Quienes juegan con la desesperación de la gente más que quienes usan la enfermedad como negocio privado y experimentación gratuita de fármacos para establecer casuística y rentabilidad? Una medicina que se toma en serio el juramento hipocrático, seguro que no.Un verdadero médico (no basta con ser científico para ser un buen médico) si sabe y experimenta que el MMS cura, sobre todo porque impide los contagios al evitar la infección lo recetará sin duda. Otra cosa es que científicos más tecnólogos que médicos, vayan predicando sus dogmas y los preceptos de laboratorios que pagan y recompensan muy bien la publicidad. De poco vale difamar lo que cura si la realidad demuestra lo contrario que la propaganda asegura. Para conocer las dos caras de esta realidad conviene leer la imparcialidad documentada desde www.desalud.com. 'MMS o la sulucion mineral milagrosa'. Que no nos coman el tarro con intereses y bulos en cualquier sentido. En todas partes cuecen habas, pero solo la verdad y sus datos comprobables las puede cocinar sin que se indigesten ni intoxiquen


José Ramon Alonso, neurobiólogo: "El MMS es tóxico y nocivo aunque quienes lo difundan digan que lo cura todo"

Este catedrático en Biología Celular advierte del peligro de pseudoterapias como el MMS: "Juegan con la desesperación de la gente"



José Ramon Alonso, profesor de la Universidad de Salamanca
José Ramon Alonso, profesor de la Universidad de Salamanca
José Ramon Alonso es catedrático de Biología Celular, profesor de la Universidad de Salamanca e investigador en el Instituto de Neurociencias de Castilla y León. Uno de sus ámbitos de conocimiento es el autismo, un trastorno que conoce bien y que le ha llevado en los últimos años a indagar sobre el MMS, una sustancia que se vende como milagrosa y curativa para este trastorno pero que es en realidad un producto sin ningún aval científico y que puede resultar dañino. En su blog Neurociencia ha dedicado más de un artículo a desmontar los argumentos de quienes difunden esta pseudoterapia.

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¿Qué es exactamente el MMS? 
Son las siglas en inglés de Suplemento Mineral Milagroso, un producto comercial, que se vende sobre todo por internet. Es una disolución de clorito de sodio que al mezclarse con un ácido, que puede ser un cítrico, genera un gas que es el dióxido de cloro. Es un producto tóxico y nocivo, aunque quienes lo difunden digan que lo cura todo, desde el cáncer a la malaria, el autismo y ahora el coronavirus. 
La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos considera el MMS directamente lejía. ¿Lo es? 
La lejía comercial, la que compramos en el supermercado, es hipoclorito de sodio y el MMS es clorito de sodio. No es la misma molécula pero es muy parecida. Pero sí, encaja en la definición de lejía en cuanto a sustancia de efecto oxidante basada en el cloro. En este caso, se usa normalmente como blanqueador y desinfectante. Parece que le queramos dar al MMS una connotación como que se está usando como remedio algo que es para fregar el suelo, pero es que la definición encaja. 
¿Qué efectos puede ocasionar a quien lo consume?
Esto es un producto tóxico que puede provocar náuseas, diarreas, vómitos... Así lo declara la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), que prohibió su comercialización en 2010, o la Agencia Europea de Medicamentos (AEM), la australiana, la FDA americana... Pero es que además estas pseudoterapias tienen el peligro de que la gente muchas veces acaba dejando el medicamento que es realmente eficaz para usar este que le han prometido que es mucho más cómodo. 
Siempre que se habla del MMS en artículos y publicaciones aparecen comentarios de lectores que dicen haberlo usado ellos y otros familiares y que les ha funcionado. O que cuando menos no les ha resultado tóxico. 
Depende del tiempo que pase desde su preparación o de si lo diluyes mucho, el daño puede ser menor. Pero luego hay los testimonios que ellos no cuentan, de padres con hijos con autismo que han acabado expulsando el epitelio intestinal, destrozados por dentro, después de tomar el MMS. La cuestión aquí es que tenemos un sistema que ha demostrado su eficacia aunque funcione a base de errores. No se puede vender un supuesto medicamento sin demostrar que es seguro y eficaz. Y este no lo es. Igual que no se puede ir diciendo que cura todas las enfermedades.
¿De donde sale la fórmula y por qué tiene tanto predicamento dentro de algunos ámbitos de las terapias naturales y alternativas?
Parece que el inventor fue Jim Humble, un señor que en algunas de sus declaraciones dice que viene de la Galaxia de Andrómeda, y que creó una iglesia que ahora es conocida como la Iglesia de la Lejía. Tiene mucho predicamento en primer lugar porque puede ser un grandísimo negocio: lo venden por 30 euros pero su coste es baratísimo, con lo que multiplican los beneficios. En segundo lugar, lo es porque la ciencia, que es quien aporta siempre las soluciones, es lenta. A mis alumnos les pongo siempre el ejemplo de Fleming, que vio que la penicilina podía ser eficaz contra algunas bacterias en 1928 y se trató al primer paciente en 1941. Momentos como el que vivimos nos llevan a veces a creer en milagros. Y un tercer factor es que hay países, como en América Latina, donde muchos medicamentos están fuera del poder adquisitivo de la población, que acaba por convencerse de que esto es útil. Pero igual que beber agua del mar, no sirve para nada. 
¿Un cuarto factor puede ser que, al venderse como solución de enfermedades muy graves, algunos pacientes se agarren a ello porque piensan que no hay nada que perder?
Esto ocurre con el autismo, que es un ámbito que me interesa mucho. Porque para el autismo no hay cura y sin embargo te ofrecen este milagro igual que lo ofrecen incluso a veces para curar el Síndrome de Down. Para que veas hasta donde llega su desvergüenza. Conozco a una persona que fue a hacer un tratamiento para su hijo con células madre, algo que no está avalado por ningún ensayo clínico. Le costaba 8.000 euros. Cuando le dije que yo investigo esto y que no hay evidencia científica de nada me dijo que ya lo sabía, pero que era el único hijo que tenía. Me parece cruel que haya quien juegue con el amor, la esperanza y la desesperación de la gente.
Uno de los argumentos de sus defensores, cuando se les dice que no hay ningún ensayo clínico ni nada parecido que avale este remedio, es que no hay interés en investigarlo porque es tan barato que arruinaría a las farmacéuticas.
Aquí hay un claro uso del sesgo contra la autoridad. Apelan a la desconfianza de la gente en el gobierno, en las agencias estatales y a las farmacéuticas. La industria farmacéutica en general se dedica a la salud. No es que sean santos, tampoco es su obligación, pero sí tienen mecanismos de control. ¿Que hay fármacos muy caros? Esto es un problema real, también porque muchos suponen un gasto brutal en investigación, controles y ensayos clínicos. 
El problema es que para investigar un medicamento, sobre todo con seres humanos o animales, has de pedir la aprobación de comités éticos y científicos. Y si tanto piden que se investigue el MMS, ¡que lo hagan ellos! Los científicos se dedican a investigar aquello que creen que aportará algo a la ciencia, no lo que no tiene fundamento alguno. Es que para la comunidad científica esto es una ridiculez. 
Lo que más me asombra es que hay gente que lleva años investigando una sola enfermedad. Un compañero mío, el decano de la facultad, hace 30 años que trabaja con la malaria. ¿Alguien cree que no lo dejaría todo para ponerse como un loco a investigar algo que parece una solución? ¡Ojalá las cosas fuesen como ellos dicen! ¿Alguien cree que si un médico lo probase y le funcionase lo haría a escondidas en vez de salir a pedir el Premio Nobel? 
¿Cree que las denuncias por delito contra la Salud Pública, como ha ocurrido con Josep Pàmies, y los expedientes para impedir sus charlas son la mejor forma de combatir estas pseudociencias?
Yo no soy jurista, pero me alegro de que los colegios de médicos emprendan estas acciones porque es intrusismo profesional y puede que un delito. En cuanto a las charlas, la clave es que en internet pueden colgar cualquier tipo de falacia de forma gratuita con un impacto generalizado. Es muy difícil limitarlo. En este sentido necesitamos actuaciones más contundentes de las autoridades.
Existe ahora el debate de si cuando Donald Trump pidió investigar el uso de desinfectante para pacientes con coronavirus se refería al MMS. 
Desde luego que es muy parecido. 
¿Qué le parece que personalidades con tanto impacto mediático ayuden a difundir estas pseudoterapias?
Al menos un centenar de personas tuvieron que ser hospitalizadas por haber ingerido desinfectante. Es algo tan evidente que parece mentira que tengamos que seguir explicándolo. 
La última prueba a la que recurren los vendedores de MMS es que se está investigando ya su uso contra el coronavirus en ensayo recogido en ClinicalTrials. ¿Cómo lo ve? 
Dicen que es el gobierno norteamericano quien lo investiga y no es cierto. En ClinicalTrials ya dejan claro que no respaldan estos estudios, que no los justifican ni los defienden. Simplemente se anota que hay este estudio en marcha. Pero es que es un estudio que va a usar solamente 20 pacientes, tal como indican ellos mismos, y aún así dudo que los encuentren. Además, no hay grupo de control. Dudo que los resultados valgan para algo más que aumentar la ceremonia de la confusión. 


















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