José Ramon Alonso, neurobiólogo: "El MMS es tóxico y nocivo aunque quienes lo difundan digan que lo cura todo"
Este catedrático en Biología Celular advierte del peligro de pseudoterapias como el MMS: "Juegan con la desesperación de la gente"
José Ramon Alonso es catedrático de Biología Celular, profesor de la Universidad de Salamanca e investigador en el Instituto de Neurociencias de Castilla y León. Uno
de sus ámbitos de conocimiento es el autismo, un trastorno que conoce
bien y que le ha llevado en los últimos años a indagar sobre el MMS,
una sustancia que se vende como milagrosa y curativa para este trastorno
pero que es en realidad un producto sin ningún aval científico y que
puede resultar dañino. En su blog Neurociencia ha dedicado más de un artículo a desmontar los argumentos de quienes difunden esta pseudoterapia.
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¿Qué es exactamente el MMS?
Son
las siglas en inglés de Suplemento Mineral Milagroso, un producto
comercial, que se vende sobre todo por internet. Es una disolución de
clorito de sodio que al mezclarse con un ácido, que puede ser un
cítrico, genera un gas que es el dióxido de cloro. Es un producto tóxico
y nocivo, aunque quienes lo difunden digan que lo cura todo, desde el
cáncer a la malaria, el autismo y ahora el coronavirus.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos considera el MMS directamente lejía. ¿Lo es?
La
lejía comercial, la que compramos en el supermercado, es hipoclorito de
sodio y el MMS es clorito de sodio. No es la misma molécula pero es muy
parecida. Pero sí, encaja en la definición de lejía en cuanto a
sustancia de efecto oxidante basada en el cloro. En este caso, se usa
normalmente como blanqueador y desinfectante. Parece que le queramos dar
al MMS una connotación como que se está usando como remedio algo que es
para fregar el suelo, pero es que la definición encaja.
¿Qué efectos puede ocasionar a quien lo consume?
Esto
es un producto tóxico que puede provocar náuseas, diarreas, vómitos...
Así lo declara la Agencia Española de Medicamentos y Productos
Sanitarios (AEMPS), que prohibió su comercialización en 2010, o la
Agencia Europea de Medicamentos (AEM), la australiana, la FDA
americana... Pero es que además estas pseudoterapias tienen el peligro
de que la gente muchas veces acaba dejando el medicamento que es
realmente eficaz para usar este que le han prometido que es mucho más
cómodo.
Siempre que se habla del
MMS en artículos y publicaciones aparecen comentarios de lectores que
dicen haberlo usado ellos y otros familiares y que les ha funcionado. O
que cuando menos no les ha resultado tóxico.
Depende
del tiempo que pase desde su preparación o de si lo diluyes mucho, el
daño puede ser menor. Pero luego hay los testimonios que ellos no
cuentan, de padres con hijos con autismo que han acabado expulsando el
epitelio intestinal, destrozados por dentro, después de tomar el MMS. La
cuestión aquí es que tenemos un sistema que ha demostrado su eficacia
aunque funcione a base de errores. No se puede vender un supuesto
medicamento sin demostrar que es seguro y eficaz. Y este no lo es. Igual
que no se puede ir diciendo que cura todas las enfermedades.
¿De donde sale la fórmula y por qué tiene tanto predicamento dentro de algunos ámbitos de las terapias naturales y alternativas?
Parece
que el inventor fue Jim Humble, un señor que en algunas de sus
declaraciones dice que viene de la Galaxia de Andrómeda, y que creó una
iglesia que ahora es conocida como la Iglesia de la Lejía. Tiene mucho
predicamento en primer lugar porque puede ser un grandísimo negocio: lo
venden por 30 euros pero su coste es baratísimo, con lo que multiplican
los beneficios. En segundo lugar, lo es porque la ciencia, que es quien
aporta siempre las soluciones, es lenta. A mis alumnos les pongo siempre
el ejemplo de Fleming, que vio que la penicilina podía ser eficaz
contra algunas bacterias en 1928 y se trató al primer paciente en 1941.
Momentos como el que vivimos nos llevan a veces a creer en milagros. Y
un tercer factor es que hay países, como en América Latina, donde muchos
medicamentos están fuera del poder adquisitivo de la población, que
acaba por convencerse de que esto es útil. Pero igual que beber agua del
mar, no sirve para nada.
¿Un
cuarto factor puede ser que, al venderse como solución de enfermedades
muy graves, algunos pacientes se agarren a ello porque piensan que no
hay nada que perder?
Esto ocurre con el
autismo, que es un ámbito que me interesa mucho. Porque para el autismo
no hay cura y sin embargo te ofrecen este milagro igual que lo ofrecen
incluso a veces para curar el Síndrome de Down. Para que veas hasta
donde llega su desvergüenza. Conozco a una persona que fue a hacer un
tratamiento para su hijo con células madre, algo que no está avalado por
ningún ensayo clínico. Le costaba 8.000 euros. Cuando le dije que yo
investigo esto y que no hay evidencia científica de nada me dijo que ya
lo sabía, pero que era el único hijo que tenía. Me parece cruel que haya
quien juegue con el amor, la esperanza y la desesperación de la gente.
Uno
de los argumentos de sus defensores, cuando se les dice que no hay
ningún ensayo clínico ni nada parecido que avale este remedio, es que no
hay interés en investigarlo porque es tan barato que arruinaría a las
farmacéuticas.
Aquí hay un claro uso del
sesgo contra la autoridad. Apelan a la desconfianza de la gente en el
gobierno, en las agencias estatales y a las farmacéuticas. La industria
farmacéutica en general se dedica a la salud. No es que sean santos,
tampoco es su obligación, pero sí tienen mecanismos de control. ¿Que hay
fármacos muy caros? Esto es un problema real, también porque muchos
suponen un gasto brutal en investigación, controles y ensayos clínicos.
El
problema es que para investigar un medicamento, sobre todo con seres
humanos o animales, has de pedir la aprobación de comités éticos y
científicos. Y si tanto piden que se investigue el MMS, ¡que lo hagan
ellos! Los científicos se dedican a investigar aquello que creen que
aportará algo a la ciencia, no lo que no tiene fundamento alguno. Es que
para la comunidad científica esto es una ridiculez.
Lo
que más me asombra es que hay gente que lleva años investigando una
sola enfermedad. Un compañero mío, el decano de la facultad, hace 30
años que trabaja con la malaria. ¿Alguien cree que no lo dejaría todo
para ponerse como un loco a investigar algo que parece una solución?
¡Ojalá las cosas fuesen como ellos dicen! ¿Alguien cree que si un médico
lo probase y le funcionase lo haría a escondidas en vez de salir a
pedir el Premio Nobel?
¿Cree que
las denuncias por delito contra la Salud Pública, como ha ocurrido con
Josep Pàmies, y los expedientes para impedir sus charlas son la mejor
forma de combatir estas pseudociencias?
Yo no
soy jurista, pero me alegro de que los colegios de médicos emprendan
estas acciones porque es intrusismo profesional y puede que un delito.
En cuanto a las charlas, la clave es que en internet pueden colgar
cualquier tipo de falacia de forma gratuita con un impacto generalizado.
Es muy difícil limitarlo. En este sentido necesitamos actuaciones más
contundentes de las autoridades.
Existe
ahora el debate de si cuando Donald Trump pidió investigar el uso de
desinfectante para pacientes con coronavirus se refería al MMS.
Desde luego que es muy parecido.
¿Qué le parece que personalidades con tanto impacto mediático ayuden a difundir estas pseudoterapias?
Al
menos un centenar de personas tuvieron que ser hospitalizadas por haber
ingerido desinfectante. Es algo tan evidente que parece mentira que
tengamos que seguir explicándolo.
La
última prueba a la que recurren los vendedores de MMS es que se está
investigando ya su uso contra el coronavirus en ensayo recogido en ClinicalTrials. ¿Cómo lo ve?
Dicen
que es el gobierno norteamericano quien lo investiga y no es cierto. En
ClinicalTrials ya dejan claro que no respaldan estos estudios, que no
los justifican ni los defienden. Simplemente se anota que hay este
estudio en marcha. Pero es que es un estudio que va a usar solamente 20
pacientes, tal como indican ellos mismos, y aún así dudo que los
encuentren. Además, no hay grupo de control. Dudo que los resultados
valgan para algo más que aumentar la ceremonia de la confusión.
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