Así es la comunidad de vecinos que ha puesto en marcha la primera instalación colectiva de autoconsumo con renovables en el país
Los propietarios del número 11 de la calle Escuadra, en Madrid, se han convertido en pioneros; estos vecinos serán los primeros que ahorren generando su propia electricidad
Los días de confinamiento obligan a
convivir más, no solo dentro de casa, también entre vecinos. Por ello
merece la pena acercarse a la historia del número 11 de la calle
Escuadra, en el madrileño barrio de Lavapiés. Los siete propietarios de
este bloque se han convertido este mes en la primera comunidad de
vecinos del país que genera electricidad colectiva con renovables
y obtendrá ahorros por volcar la energía sobrante a la red.
El
secreto para lograrlo, en estos tiempos de relaciones virtuales, está
en que se trata de una pequeña comunidad y se llevan muy bien entre
ellos. "Si para poner un ascensor en general ya es difícil, imagínate
para esto, que además es una total novedad", explica al teléfono Jesús
Carrillo, vecino del primer piso.
Lo que convenció a este profesor universitario de
Historia del Arte de convertirse en productor de electricidad sin salir
de casa ha sido, sobre todo, "la buena relación con los vecinos". La ley
de autoconsumo, aprobada en 2019, permite algo nuevo que hasta ahora
estaba prohibido en España: las comunidades de propietarios pueden
producir y consumir electricidad con placas solares instaladas en el
tejado común, lo cual supone, aparte de las ventajas ambientales, un
doble ahorro: cada vez que en las casas se consume directamente de la
producción de las placas solares y no de la red; y por otro lado, los
vecinos reciben una compensación económica en su factura por el
excedente de energía eléctrica que no hayan utilizado y que por lo tanto
vierten al sistema.
En el 11 de la calle Escuadra, la iniciativa fue de Ecooo,
una empresa de no lucro pionera en promover y hacer instalaciones de
autoconsumo en España, que curiosamente alquila sus oficinas a Lurdes
Fernández e Ignacio V, propietarios y vecinos del bajo. Completan la
pequeña comunidad dos ancianas viudas y otros dos propietarios que
tienen alquiladas sus buhardillas.
Al poco de
aprobarse la ley, Ecooo los reunió a todos para explicarles la novedad
de la situación. "La economía de las viudas es de pensionistas, y esto
es una inversión más de futuro…, las buhardillas alquiladas eran un
jaleo, así que lo aceptamos Lurdes, Ignacio y yo", cuenta Jesús.
Entre
estos tres propietarios representan un tercio de la superficie del
bloque, el mínimo necesario para aprobar una instalación de este tipo
sin necesitar el visto bueno de todos. Aunque esto ayudó, no era
suficiente. "Sí tuvimos que pedir permiso para poner las placas sobre el
tejado, pues la instalación es propiedad de la comunidad", cuenta
Lurdes. "Nadie se opuso, y la idea es que cualquiera, en cualquier
momento, se pueda sumar", añade Jesús. Y cuantos más se sumen, más
ahorrará cada uno de ellos en el recibo eléctrico, pues los costes se
dividen entre las personas que participan.
Lurdes y
su pareja han pagado el 65% de los costes de la instalación; Jesús el
profesor, el 35%. Este reparto, que también se aplicará a lo que se
descuenten en el recibo de la luz cuando viertan excedentes de
electricidad a la red, no ha sido algo impuesto, lo han decidido entre
ellos. "No es que seamos amigos, pero hay un clima de confianza, en
comunidades más grandes imagino que sería más complicado", analiza
Jesús.
Al teléfono, Lurdes está de acuerdo. "Es que
aquí ya nos peleamos todo lo que nos teníamos que pelear". Ella y su
expareja llegaron al barrio a principios de los años 2000. La casa había
sido la tahona de pan de Lavapiés durante más de un siglo. Cuando
compraron era un lugar abandonado. "Los vecinos pensaban que el estado
ruinoso en el que estaba les afectaría", recuerda.
Entre
los dos no solo lo convirtieron en una casa ecológica y en el espacio
de arte alternativo Off limits, que ha sido una referencia en Madrid,
también se ganaron la confianza de los demás vecinos. "Nos inventamos la
‘Lorenzana’, una cena en la calle cada verano; los invitábamos a todos y
cenábamos, cantábamos, bailábamos chotis. Ecooo, de hecho, la sigue
haciendo. Aquí la gente se conoce desde hace 40 años, no puede llegar
uno y hacer cosas sin estrechar lazos".
Hoy, las dos
ancianas viudas han firmado, como todos en el bloque, para que la
comunidad sea propietaria de las placas sobre el tejado que han pagado
entre Lurdes, Ignacio y Jesús. A la pareja le ha costado unos 6.000
euros; al profesor, 3.000. Esto incluye la obra los impuestos y la
burocracia. "Aunque ha costado más el andamio que la instalación de
placas solares", incide Lurdes.
Un sistema de este
tipo funciona de forma que toda la electricidad que producen las placas
se vierte a la red, no hay acumuladores, sino un contador que calcula la
energía eléctrica que entra en el sistema desde las placas del tejado.
"Si de repente pasa una nube y no se genera nada, la red lo
descuenta", explica Jesús.
El máximo ahorro se da
cuando coinciden la producción y el consumo. Debido a su trabajo en la
Universidad Autónoma, este profesor suele pasar algunas mañanas en
casa."Calculo que para mí representará un ahorro en el recibo de la luz
de unos 400 euros al año. Eso si me educo y cambio mis hábitos de
consumo, que son de soltería. Desde Ecooo nos han explicado que debemos
poner en marcha los aparatos de forma consecutiva, no a la vez, para
aprovechar más la producción de las placas", matiza el profesor.
La
instalación ya está produciendo desde hace varios días. Solo queda el
trámite con la distribuidora para empezar a descontarse la electricidad
que hayan aportado al sistema. "Ahora con el coronavirus la burocracia
está parada", informa Lurdes; ¿así que están regalando la electricidad?
"Sí, y dadas las circunstancias, es bonito, ¿no?".
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