OPINIÓN
La 'recuperación' económica de Grecia solo funciona para los ricos
Mientras una minoría de griegos prospera con las privatizaciones, los demás están sumidos en la desesperanza
En Grecia, la primavera ya se siente
en el aire. Incluso en las épocas más funestas, el renacimiento de la
naturaleza hace incontenible un sentimiento de esperanza. Pero esta
primavera está siendo especialmente cruel para un pueblo atrapado en una
crisis de diez años que impone una humillación tras otra.
Costas
lleva una pequeña librería en mi barrio del centro de Atenas. Aunque de
naturaleza jovial, le resulta difícil ocultar las arrugas de
preocupación que se multiplican en su rostro. Hace 15 años hipotecó su
piso como garantía de un préstamo para arreglar la librería. Cuando la
crisis de la deuda griega produjo su catástrofe, le fue imposible
devolver el dinero.
Hoy en día, Costas es uno de los cientos de miles de
personas que enfrentan ejecuciones hipotecarias de fondos que, a precio
de ganga, compraron a los bancos deudas como la suya. Entre oficiales de
justicia y subastadores se está cerrando el círculo sobre propietarios
de casas en apuros y pequeños empresarios como él.
Es
curioso, pero Costas no habla mucho de eso, atrapado en la vorágine
mediática sobre los aproximadamente 30.000 refugiados que el presidente
de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan, ha liberado de los campos en que los tenía retenidos para permitirles el paso hacia Grecia.
"Apenas podemos alimentarnos a nosotros mismos, ¿cómo vamos a ayudar a
estas almas desdichadas?", se lamenta. Su situación capta a la
perfección los dos tipos de miedo que la crisis de Grecia ha engendrado:
el miedo, soterrado, al oficial de justicia; y el miedo, descarado, al
"otro".
Los lectores de medios internacionales, esos que llevan dos años celebrando la supuesta recuperación económica de Grecia, tendrán la tentación de descartar la historia de Costas por ser poco representativa.
Dirán
que el rendimiento obtenido por inversores que adquirieron deuda o
acciones griegas hace unos años ha sido superior al de ningún otro
mercado. Más aún: el Gobierno griego ya está emitiendo deuda a 10 años
con un tipo inferior al 1%. ¿Acaso refinanciar la deuda a tipos tan
bajos no es una prueba de recuperación?
Que la palabra
'paradoja' sea de origen griego tiene todo el sentido del mundo: es la
Grecia actual la que hace perfectamente posible la convivencia de un
Estado y una mayoría de ciudadanos hundiéndose en la insolvencia con una
oligarquía que hace fortunas negociando con sus activos.
¿Pero
por qué los inversores ofrecen préstamos al Gobierno griego a bajo
precio si sigue en bancarrota? La razón es la troika de acreedores –la
UE, el Banco Central Europeo y el FMI–, que sacó de los mercados
monetarios el 85% de la deuda pública para ponerla directamente sobre
los hombros de los contribuyentes europeos, aplazó todos los reembolsos
hasta después de 2032 y prestó otros 30.000 millones de euros al
Gobierno griego para cubrir sus reembolsos a particulares.
Así
que ¿por qué no hacer préstamos entonces al Gobierno griego a un tipo
de interés que, aunque pequeño, es mayor que cero cuando la alternativa
es prestar a los Gobiernos holandés o alemán a tipos negativos? Mientras
el Gobierno griego siga siendo el prisionero ejemplar de la troika,
prestar al insolvente Estado griego a tasas minúsculas es lucrativo.
¡Paradoja resuelta!
Y con el sector privado, ¿cómo es posible que los
inversores estén sacando beneficio si también está en bancarrota? Pues
muy fácilmente, como ilustra el caso de Costas. Su banco vendió el
préstamo de 100.000 euros que le había concedido a un fondo de capital
riesgo por tan solo 8.000 euros.
Ese fondo sólo
necesita subastar su piso por 20.000 euros para obtener un asombroso
rendimiento del 250%. Costas pierde tanto su casa como su librería, con
efectos perjudiciales para los impuestos y para el gasto público (porque
comienza a cobrar el subsidio de desempleo), pero eso no aparece en el
radar del fondo de capital riesgo ni en el de los medios
internacionales.
Salvo al 0,1% más rico, la primera
fase de la crisis griega puso a todas las clases sociales en una
situación desesperada. Pero a partir de 2018, tres grupos sociales han
seguido comportamientos diferentes. El grupo más mayoritario, al que
pertenece Costa, sigue hundiéndose en la desesperación mientras
languidece en su particular cárcel de deudores. El grupo intermedio ha
tocado fondo y, aunque vive en condiciones mucho más estrechas, ha
alcanzado cierta estabilidad. Pero arriba hay un pequeño grupo al que le
está yendo increíblemente bien: son los que están ligados a la
privatización de bienes públicos, a los fondos de capital riesgo que
hacen dinero con préstamos como el de Costas y a la financiación de la
Unión Europea.
Liderado por Kyriakos Mitsotakis, el
nuevo Gobierno griego es una interesante coalición de figuras de Nueva
Democracia, su partido. El ala cercana al círculo del primer ministro
representa los intereses de la oligarquía: tienen una mentalidad
neoliberal y toda la intención de seguir con la austeridad de la troika y
con las ventas a precio de saldo de las que tanto se han beneficiado.
Luego hay otra ala nacionalista, ultraderechista y abiertamente
xenófoba. Es la rama local de lo que yo llamo la internacional
nacionalista, que incluye a Donald Trump, a Matteo Salvini, a Viktor
Orbán, a Marine Le Pen, a Narendra Modi y a Jair Bolsonaro.
Esta
frágil coalición de neoliberales y conservadores racistas se mantiene
unida con una combinación de "soluciones" de libre mercado que favorecen
a la oligarquía (como la venta del préstamo de Costas o la
privatización de los bienes públicos), un impulso autoritario en
política doméstica (como lospolicías armados que entran a las universidades para enfrentarse a los estudiantes manifestándose), y un enfoque trumpiano sobre los migrantes. Aunque el partido nazi Amanecer Dorado fue, por suerte, expulsado del Parlamento, su narrativa racista forma parte ahora del Gobierno.
Antes
o después, el relato de la recuperación económica quedará al
descubierto como la cruel mentira que es. En ese momento, el Gobierno
explotará las preocupaciones de la gente humilde sobre los migrantes
para que personas como Costas no se alteren mientras, por si acaso, se
despliega el aparato autoritario actualmente en construcción para
liquidar los pocos activos que quedan.
La televisión
retransmitió hace poco unas imágenes que volvían a confirmar cómo la
crisis griega simboliza el problema de Europa: la visita a la frontera greco-turca
del primer ministro griego (al igual que sus predecesores, Mitsotakis
ya se había rendido por completo a la canciller Angela Merkel)
acompañado por Ursula von der Leyen, la persona que Merkel propuso como
nueva presidenta de la Comisión y que necesitó el apoyo de Orbán en el
Parlamento Europeo.
¿Qué estaban haciendo ahí
Mitsotakis y von der Leyen? Defender la política, iniciada por Orbán, de
violar el derecho que las leyes internacionales otorgan a los
refugiados a entrar en un territorio para pedir asilo.
En esencia, estaban consolidando la desaparición del proyecto de Merkel
de no darle margen a la xenofobia. Demostrando, sin darse cuenta, que
Grecia sigue siendo el conejillo de indias de Europa.
Traducido por Francisco de Zárate
No hay comentarios:
Publicar un comentario