¿Quiénes quedan al margen de la protección?
Cuando la población
respetable, que es la mayoría, permanece encerrada en casa para
protegerse del coronavirus, los sectores sociales marginales que no la
tienen no sabemos cómo sobrevivirán. En España se cuentan 30.000
personas sin techo, durmiendo en la calle, bajo los puentes, en los
cajeros automáticos, en improvisadas barracas de cartones. No sé qué
clase de protección han organizado las Administraciones para estas
personas, a menos que se crea que son inmunes al contagio, y aún mejor,
que son incapaces de contagiar dada la distancia que les separa del
resto de la sociedad bien instalada. Pero lo cierto es que el Presidente
del país no nos ha informado de la situación de los sin techo en esta
emergencia.
Tampoco conocemos el
destino de las mujeres prostituidas. Encerradas en los burdeles, los
puticlubs, las casas de masaje, y marginadas en los parques y los
polígonos industriales, en esta situación de alarma generalizada es de
suponer que no serán requeridas por los prostituidores. ¿Y dónde irán a
parar? Recluidas en sus habitaciones, sin ingresos algunos, ¿se ha
previsto alguna clase de atención y recursos económicos para ellas? ¿Se
supone que los proxenetas las atenderán y las abastecerán de lo
necesario, o las echarán a la calle puesto que no son rentables? ¿De qué
clase de asistencia social disponen? No han entrado en el relato del
gobierno ni hemos oído reclamar ninguna atención a los sindicatos en su
nombre. Al fin y al cabo, nunca se las menciona en los informes
oficiales. Convertidas en invisibles, este gobierno de izquierda, cuyo
Ministerio de Igualdad se supone que debe sentir la preocupación de
proteger a todas las mujeres, no ha tenido unas palabras de tranquilidad
para asegurarles la asistencia económica y habitacional que necesitan.
Al fin y al cabo ya hemos visto que abolir la prostitución no entra en
su programa. Por tanto, y de acuerdo con la insólita tesis manifestada
por la anterior Secretaria de Empleo Yolanda Valdeolivas de que la
prostituta mantiene una relación mercantil con el explotador, se
supondrá que tienen algún seguro privado que cubra estas incidencias. O
ni siquiera eso, simplemente no existen.
Entre los sectores de
riesgo, el más numeroso, tenemos que contar a las víctimas de maltrato
machista. Ese enorme universo oculto, en el que, a menos que las mujeres
se encuentren ante un peligro evidente, no suelen denunciar ni las
agresiones ni las amenazas de muerte con que cada día las torturan sus
verdugos. Y aún en caso de hacerlo, ni la ley ni los juzgados prevén la
separación inmediata de la víctima del maltratador. Si añadimos a la
dejadez e indiferencia con que la Administración de Justicia atiende
habitualmente a las víctimas la situación de emergencia actual, en que
ni uno ni otra deben salir de casa, ellas estarán inermes sometidas al
poder omnímodo del patriarca, que debiendo cambiar sus hábitos de
trabajo y de ocio descargará su malhumor con más agresividad. Contando
además que los juzgados advierten que se suspenden todos los juicios que
no sean de absoluta urgencia, y no sé cuál es el criterio que
utilizarán para decidir lo que es urgente, dos millones y medio de
mujeres están hoy en situación de grave riesgo sin que el Presidente nos
haya informado de qué medidas de protección y prevención se van a tomar
en relación a ellas.
¿Y qué va a pasar con los
emigrantes, los que solicitan refugio huidos de las guerras de Medio
Oriente, los menores no acompañados, a los que el destino les ha
permitido superar los innumerables peligros que les separaban del
Paraíso europeo y ahora se amontonan en los infames Centros de
Internamiento que los gobernantes han montado en España para no
otorgarles el asilo que solicitan? Unos penan en esos nuevos campos de
concentración que les han organizado las sucesivas Administraciones,
tanto del PP como del PSOE, y otros, parece que la mayoría menores de
edad, escapados de esas inmundas cárceles, vagan por los parques y las
calles y no sé de qué manera consiguen subsistir. No he oído tampoco en
las declaraciones del Presidente del Gobierno qué planes han elaborado
en el Consejo de Ministros para proteger a esas personas del contagio y
aún más para que no sean ellas las que contagien al resto de la
población. ¿O quizá los consideran inmunes ya que han podido superar tan
terribles pruebas antes de llegar a nuestro país?
Más de dos millones de
personas mayores de 65 años viven solos en España. En el actual bloqueo
para aislar el coronavirus no conozco los planes gubernamentales para
proveerles de la comida y los enseres necesarios para sobrevivir con
dignidad. Aunque la competencia de la atención social es del gobierno de
las Comunidades y en alguna medida también de los Ayuntamientos, al
haber aprobado por decreto que la sanidad y la asistencia social
dependen exclusivamente del gobierno de la nación, el Presidente tendrá
que informarnos del plan de atención a ese colectivo tan silencioso y
necesitado de cuidados. No sea que, concluida la emergencia, descubramos
a centenares de ellos muertos en sus casas, sin haber sido atendidos.
Teniendo en cuenta que en época normal se encuentran decenas de ancianos
y ancianas que han fallecido en la soledad y el silencio sin que ni
vecinos ni asistentes sociales hayan sido advertidos de su desaparición,
me temo que en este tiempo de crisis van a ser muchos más los
abandonados.
Un país puede llamarse
adelantado y democrático cuando protege a los más necesitados. Dar
únicamente la consigna de permanecer en la casa, cerrando todos los
comercios y negocios públicos, sin proveer de asistencia social a los
ancianos que viven en soledad ni de cobijo y vigilancia a los menores y
adultos que no disponen de vivienda, sin organizar la protección de las
mujeres maltratadas contando con una Administración de Justicia
dispuesta a cerrar sus dependencias y ni mucho menos preocuparse por la
situación de medio millón de mujeres prostituidas en todas las ciudades,
pueblos y carreteras del país, es una dejación de los deberes del
gobierno inadmisible en un Estado que presume constantemente de
democrático.
Pero ya estamos
acostumbrados, lamentablemente, a que el término democracia esté vacío
de contenido, limitándose a entenderlo como la convocatoria de
elecciones rituales. Que, como estamos viendo, siguen eligiendo a
gobiernos tan insensibles e indiferentes a las desgracias de los
sectores sociales más desfavorecidos, como los anteriores.
Después todos los
protagonistas y responsables de la situación del país: políticos,
gobernantes, politólogos, organizaciones sindicales y sociales, se
alarmarán cuando las formaciones fascistas vayan adquiriendo más
aceptación entre los más pobres y marginales, a los que prometen las
soluciones que ni los partidos de izquierda se atreven a implementar.
Madrid, 14 marzo 2020.
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