Toda emergencia termina siendo un examen general, una situación extrema en la que un país se mide en un gran número de registros. Así nos ocurre ahora con el coronavirus.
Se examina la maquinaria del Estado. La eficacia de los servicios y de su burocracia. Se examina el gobierno, como gestor, con el diseño y ejecución del amplio arco de medidas de choque que ha tomado y que tendrá que seguir tomando. Como coordinador de las actuaciones específicas en las distintas comunidades y en ese imprecisable papel que llamamos liderazgo y que es especialmente decisivo en tiempos de gran inquietud colectiva como este.
Se examina también la oposición a la que le corresponde colaborar de forma leal, sin regateos. Se examinan la capacidad organizativa de nuestra estructura empresarial y el músculo solidario de nuestra estructura familiar. Nos examinamos los medios de comunicación en calidad informativa y responsabilidad. Y se examina cada ciudadano, su serenidad, su buen juicio, su disciplina y su perseverancia.
Porque estos exámenes no se liquidan en un par de jornadas de esfuerzo extraordinario, no. Van a pasar al menos 2 o 3 meses antes de que la curva de afectados y fallecidos comience a descender y comience aclararse el panorama económico.
Finalizado el examen, y esto es seguro, vamos a conocer mucho mejor la verdad de nuestro Estado, de nuestro Gobierno, de nuestra sociedad y de nuestro propio civismo. Nosotros mismos sin necesidad de expertos nos podremos calificar y sabremos entonces sin retóricas, sin banderas, sin patriotismos, si somos un gran país si somos una medianía o somos una birria.
Se examina la maquinaria del Estado. La eficacia de los servicios y de su burocracia. Se examina el gobierno, como gestor, con el diseño y ejecución del amplio arco de medidas de choque que ha tomado y que tendrá que seguir tomando. Como coordinador de las actuaciones específicas en las distintas comunidades y en ese imprecisable papel que llamamos liderazgo y que es especialmente decisivo en tiempos de gran inquietud colectiva como este.
Se examina también la oposición a la que le corresponde colaborar de forma leal, sin regateos. Se examinan la capacidad organizativa de nuestra estructura empresarial y el músculo solidario de nuestra estructura familiar. Nos examinamos los medios de comunicación en calidad informativa y responsabilidad. Y se examina cada ciudadano, su serenidad, su buen juicio, su disciplina y su perseverancia.
Porque estos exámenes no se liquidan en un par de jornadas de esfuerzo extraordinario, no. Van a pasar al menos 2 o 3 meses antes de que la curva de afectados y fallecidos comience a descender y comience aclararse el panorama económico.
Finalizado el examen, y esto es seguro, vamos a conocer mucho mejor la verdad de nuestro Estado, de nuestro Gobierno, de nuestra sociedad y de nuestro propio civismo. Nosotros mismos sin necesidad de expertos nos podremos calificar y sabremos entonces sin retóricas, sin banderas, sin patriotismos, si somos un gran país si somos una medianía o somos una birria.
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