Es cierto, Iñaki. La estupidez es el soporte real de la maldad y de la delincuencia. Los delincuentes y malvados pueden ser astutos, taimados, retorcidos y sociópatas, pero nunca inteligentes. Tener una mente muy viva para destruir y dañar, no es inteligencia, es mera habilidad mental robótica y siempre cortoplacista, incapaz de unir causas y efectos reales. No se puede llamar inteligente a una potencia mental que para ganar en lo propio no repara en destruir lo común, que es el único árbol donde pueden nacer y vivir las hojas y los frutos de lo individual. Un ejemplo claro puede ser el pp y sus recortes en sanidad y en protección social, que ahora se le ha vuelto del revés en las comunidades que ha destrozado durante años y no solo no aprende la lección sino que con su torpeza colosal escarba en su propia gangrena con un déficit total de inteligencia para dejar cada vez más clara su discapacidad absoluta para resolver las propias calamidades que ha provocado y agravado con un recochineo vergonzante, que para colmo pretende utilizar como arma destroyer contra un gobierno que considera hostil, en vez de considerarlo compañero y socio para el bien común hipernecesario en estos momentos para la supervivencia de la ciudadanía y del propio estado democrático, por encima de cualquier ideologismo. Lo más patológico y patético es tomar los argumentos de la oposición para justificar las propias estupideces y maldades sin fuste ni sentido alguno que no sea el autohundimiento del propio negocio. Con semejante masa es "normal" que haya gente suelta como ellos, capaces de lo peor con tal de sacar pasta. Ellos son los maestros y maestras. El alumnado está a la vista. Solo inventa "delitos de odio" un pensamiento que odia y hace del odio una herramienta imprescindible para trepar.
Pero no todo es malo, la basura puede reciclarse en estiércol y el estiércol es abono para mejorar las cosechas. Y cuando digo basura no me refiero a los seres humanos, sino a los residuos tóxicos mentales y emocionales vertidos en al plano ideológico, siempre con repercusiones nefastas.
Lo opuesto agrede y mata, es anti-biótico, anti-vida, destruye en masa y por igual lo malo y lo bueno, no da vida, la hace desaparecer. Sin embargo, lo semejante cura lo semejante, porque nos fortalece, así nos unimos en piña sanadora consciente de un proceso vital que nos hace inmunes, dice Hipócrates y confirma la homeopatía en la práctica. Que también es el principio natural de la vacunación. No en vano esa ciencia nació al mismo tiempo en Alemania e Inglaterra en el siglo XVIII, con Hahnemann y Jenner en plena sincronicidad empírica y sin que ambos médicos se conocieran ente sí. Lo mismo nos vale aplicar esa experiencia en la sociedad, en la política o en la economía y en la ciencia como en las religiones. Su aplicación es la quintaesencia del convivir comprendiendo y no tramando ni enredando, intoxicando, enfermando a todos como a sí mismos sin que importe lo más mínimo el daño social frente a la posibilidad de reventar gobiernos que imposibilitan forrarse mediante la política corrupta. Una vez comprendido ese nuevo giro consciente, aplicarlo será menos difícil cuando la práctica demuestre sus resultados.
La opción es clarísima: en un estado de emergencia como el actual hay que reflexionar con prudencia y honestidad total sobre las torpezas e irresponsabilidades corruptas que han favorecido y aumentado el problema de la pandemia en comunidades como Madrid, Castilla La Mancha, Catalunya, València o Galicia, mientras que en Andalucía donde no está globalmente aplicada la privatización de la sanidad pública, -qué casualidad- y el pp aun no ha podido cargársela, presentan el cuadro evidente de lo que hay, los gestores políticos tienen la obligación moral ineludible de revisar su escala de valores y en qué lugar de ella está el bien común y el afán por ganar para forrarse corrompiendo lo que tocan y por encima de cualquier valor humano.
El ppoder corromppe y cuanto más ciega y estúppida es su orientación, más daño hace a la comunidad humana, vivida desde una individualidad inteligente y solidaria, y no desde el rebaño y la manada visceral. O sea, que no se puede ser individuo egocéntrico para forrarse a costa de los problemas que se crean con ese fin, y luego pretender que los demás disponibles como votantes sean manada a disposición del cortijo que vaya dócilmente al matadero como carne de cañón. Que es el sistema ppeppero.
Esta pandemia está dejando en evidencia indudable de donde salen las salvajadas y la barbarie en las redes sociales y en el boicot al bien común, es el mismo tejido con distintas texturas y estampados. No hay diferencia notoria entre quienes tienen como bandera el lucro y la desvergüenza, el cinismo y una ceguera histórica de manual. Toda la barbarie mana de esa misma fuente contaminada desde hace siglos, que lo mismo se monta chiringuitos en Suiza, que en Panamá, que en las residencias de ancianos, que robando los fondos de las ONGs, que montando empresas sanitarias en la Comunidad donde gobierna su mujer o su prima segunda o la tita Espe, o dejanado a los hijos una regia y bribona fortuna ilegal si encima la consti lo aplaude tan campante sin poner el menor reparo. Tiene toda la "lógica", que si al soberano se le permite todo, a la élite "soberana",también se le permita lo mismo, que para eso está la igualdad constitucional desde el Título I ¿o no?
Que no hay efectos sin causas ni causas sin efectos. Atemos cabos y no nos quitemos las gafas de ver, porfis!
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