jueves, 6 de octubre de 2016

Pablo Iglesias: "El debate que tenemos es si Podemos tiene que seguir siendo populista o no"










Iglesias critica que el partido socialista se esté "arrodillando" ante al PP
Pablo Iglesias, en La Morada antes del acto de esta tarde. EFE




El primer acto de Pablo Iglesias en la sede popular de Podemos, La Morada de Madrid, ha provocado este miércoles los problemas de aforo habituales en cualquier evento en el que participa el líder de Podemos. Y las pocas decenas que han podido asistir en directo a la presentación del nuevo libro del escritor argentino Jorge Alemán han podido disfrutar, o sufrir según el caso, al Pablo Iglesias más transgresor, provocativo y adoctrinador. El secretario general ha ejercido su función y ha marcado los debates que afronta su partido.  

Para empezar, una frase lapidaria: "Me encantaría que entrara Laclau por esa puerta y le dijera a algunos 'no tenéis ni puta idea de lo que decís de mí". Una carga de profundidad para muy iniciados que toma como referencia al politólogo argentino Ernesto Laclau, padre de la teoría populista que ha sido la base estratégica de Podemos desde su fundación.

El mensaje no tenía destinatario concreto pero si algo se ha instituido como verdad en Podemos es que fue Íñigo Errejón, el secretario político de Podemos, quien enunció esa hipótesis populista y que ha sido asumida por buena parte del partido. "No banalicemos", ha pedido el secretario general en un debate que sabe que está abierto y que cree que no se puede dar en las condiciones adecuadas "cuando permanentemente implica ganar posiciones administrativas en un partido. Hay que mantener la altura, no intentar de tratar de ridiculizar al otro".

"El populismo termina con el fin de la política, con el fin del antagonismo. Termina cuando la política se convierte en administración, en decisiones que se toman desde las instituciones. Y un partido es una institución, ojo", ha apuntado Iglesias en un marco teórico más próximo a una clase universitaria que a un foro político. 

Iglesias ha defendido así que el populismo, que se basa en construir un antagonismo social que acumule demandas aparentemente no conectadas, sigue plenamente vigente mientras no se gobierna. El objetivo es alcanzar el poder. Y Podemos todavía no lo ha conseguido, pese a sus 71 diputados y sus cinco millones de votos.

Un logro que no ha tenido más repercusión porque, según Iglesias, el PSOE no tenía la más mínima intención de compartir el poder con ellos: "Nunca quisieron gobernar con nosotros. Nos querían dóciles en el Parlamento".
Aquí llega el primer debate que, cree el secretario general, tiene Podemos: "¿Apostamos por construir sujetos y cavar trincheras o por una vía consensual y del compromiso?". Iglesias ha puesto el ejemplo del PCI en los años 70 del siglo pasado, cuando el comunismo italiano debatió durante meses si entrar en un gobierno con la democracia cristiana y el socialismo en lo que el líder del PCI, Enrico Berlinguer, llamó el "compromiso histórico". "Si nosotros gobernáramos sería partidario del compromiso", ha reconocido. "Pero con lo que hemos visto en las últimas semanas ha quedado probado que el PSOE no se ha planteado como hipótesis negociar con nosotros. Nos están dando un mensaje: gobernaréis cuando tengáis mayoría absoluta. En ese contexto yo defiendo un Podemos de afuera".

"¿Esto es un debate de absolutos? No. Si gobernamos, yo diría que se ha acabado el populismo". Por lo tanto, Iglesias sostiene que hay que mantener la hipótesis populista. "Una pata en las instituciones y la otra pata, los dos brazos y la cabeza fuera", ha explicado.

El segundo debate que afronta Podemos, en opinión de Iglesias, es si se puede dar un "populismo de izquierdas". La respuesta: "Sí. La prueba de que puede haber populismo de derechas", ha asegurado en referencia a los partidos xenófobos que en Europa hacen del discurso contra la inmigración una bandera que aúna a grupos sociales muy distintos.

Iglesias ha enfrentado aquí una de las tesis principales de Íñigo Errejón: cómo atraer "a los que faltan". El secretario general de Podemos ha defendido que no es pareciéndose a la sociedad. "El problema no es que nos imiten, sino que nuestra gente les imite a ellos", ha apuntado. Y ha zanjado: "No queremos ser el reflejo de la sociedad sino un instrumento para cambiarla".

"Yo defiendo que debemos defender un Podemos que esté más lejos de la sociedad, que no se sitúe en la media de la sociedad. ¿Es más difícil atraer a los que faltan? Quizá, pero es más fácil que no se vayan los que se fueron", ha expuesto. "A los que faltan hay que convencerles de que se parezcan a ti porque tienes razón", ha señalado. Y ha apuntado a los militantes como herramienta fundamental, como los obreros sindicados lo son, o lo fueron, en la fábrica: "Deben cambiar la conciencia de quienes los rodeaban, no parecerse a ellos".

Pablo Iglesias ha concluido con las dos tareas que, en su opinión, tiene Podemos. La primera, cuidar el propio debate: "Solo desde una discusión rigurosa se puede hacer política. Porque si no, Podemos no existiría". La segunda: empoderar a los militantes para que "el partido no se convierta en un instrumento de sus cargos públicos, donde los dirigentes son profesionales de la política y liberados". 

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En momentos difíciles y decisivos es cuando se suele poner de manifiesto la valía y el mejor o peor potencial de las personas y de los colectivos  sociales y políticos, que en esencia son lo mismo, pero  que en el terreno de la experiencia práctica, por lo que se ve y se sufre, pueden estar hasta en las antípodas. 

Este discurso de Iglesias es un ejemplo transparente de esa ruptura funcional entre el cuerpo sociopolítico y la maquinaria ideológica, especuladora aparatista.Una vez más.

En ningún momento de la perorata P.I. ha citado la palabra democracia ni la palabra ciudadanía. Ni propuestas ciudadanas que superen la problemática de la secta. Ni términos como consulta, asamblea, debate de base, horizontalidad ni ética, ni coherencia. Ha citado de entrada a un teórico del peronismo de izquierdas: Laclau, el hierofante de Podemos predicador de la hegemonía monárquica del líder omnipotente y del aparato. Y ha repetido, sin citarlo, pero calcadita, la dialéctica de Lenin: simplificar al máximo los dogmas y machacar slogans para hacer creer que todo se reduce a una táctica de guerra, sin más meta que "empoderar  a los militantes para que el partido no se convierta en un instrumento de poder y una profesión para sus cargos públicos".
Laclau en las palabras y Lenin en la actitud. Dos referentes, a estas alturas de la historia, ya superados por fenómenos como el despertar no solo  ideológico, sino sobre todo ético empírico, o sea, moral, de la conciencia colectiva, propulsado por la infinita crisis globalizada. Y apelando al populismo como un mal menor, que viene bien para comer el tarro y crear "ilusión", a través de la seducción errejonista y de la violencia iglesista encargada de meter miedo al enemigo para arrinconarlo e inculcando a  los feligreses del partido la idea de  mantenerse en estado rebañil y adorador de la iconografía hegemónica y potencialmente "salvadora". A los más jóvenes esto puede que les suene a nuevo. A los que ya pasan/amos de los 50, les/nos suena a demasiado conocido. Poli bueno Errejón-González, poli malo Iglesias-Guerra.

Contradicciones manifiestas, todas. En antología. Despotismo ilustrado, total. A tutiplén. Todo para el pueblo, pero de lejos y sin más pueblo que el que acude primero  a las campanadas de la docilidad y la hegemonía. En primer término por el lugar, porque la presentación de un libro se aprovecha para soltar en petit comité y en propia casa, un mitin sobre asuntos que no salen a debate ni se tocan en la base del partido, donde se procura ante todo, una unanimidad de voces e ideas, en las que la masa son las obreras del panal encargadas de fabricar el alimento para la reina hegemónica y su corte de zánganos (lo he subrayado porque es la definición literal de una podemita convencida y militante de mucho pro y ningún contra). Y con unos argumentos aparatistas que solo les interesan a los implicados, no a la ciudadanía para la que al parecer, el líder de Podemos está convencido de ser el portador de todas la verdades manejables. 

Habla P.I. de la importancia de la discusión, pero en realidad la limita a la suya con Errejón, porque siempre habla ex-cathedra desde escenarios mediáticos, las asambleas no dicen ni pío y si lo dicen, ese pío nunca llega al comité central y si es que llega no se nota ni por asomo; gracias a las decisiones estratégicas y organizativas (los principios éticos de las bases nunca pasaron del modo pre-borrador) que se tomaron en Vista Alegre hace dos años, el debate interno de los círculos podemitas se quedó en nada, reducido a los dimes y diretes de la cúpula de los de "arriba". Por lo visto ese debate entre primi inter pares, debe ser una herramienta mágica para "empoderar" por ciencia infusa telerigida. Del debate ya se encargan los arcontes hegemónicos, que,  sí, lo hacen encantados y muy bien avenidos, que para eso son el cambio del recambio y han estudiado la tira de años para llegar a ser los más excelentes secuaces de Protágoras y Gorgias. Mientras Sócrates-ciudadanía se traga la cicuta, condenada por el régimen de siempre, que también contempla entre sus miembros a los empoderadores de Podemos, que justamente ya han alcanzado el estatus soñado: liquidando el anzuelo del populismo y haciendo política de verdad, en un parlamento como dioshmanda;  no, al final no fueron la mareas ni las plataformas las que  llegaron con ese nombre al parlamento, ellas son 'populistas', por eso, más que empoderarlas hay que 'empoderarse' de ellas tragándoselas cuanto antes, no vaya a ser que los "Ganemos", "Ahora" o cualquier "marea" se hagan un grupo unido y Podemos se quede en nada, teniendo tantísimo conocimiento teórico de cómo se configuran los lavados de cerebro colectivos, para luego pasar directamente al estado de narcosis, sin traumas posibles, ni nada de nada. 

En la lógica de P.I. el empoderamiento es el anzuelo, el castillo de fuegos de artificio que atrae espectadores y audiencia, el mucho ruido de las mínimas nueces. El timo del circulito. Una vez realizada la cacería del votante y acumuladas las papeletas, ya se verá qué discurso y qué retórica nos recomienda el manual de Laclau. O del que mejor nos cuadre con la coyuntura del momento y más se acople a la ventana de la oportunidad, que no tiene por qué ser siempre calva, a veces puede tener coleta, rastas o pelazo como Susana Díaz y Puigdemont, lo mismo puede ser Harry Potter que Lenin, Che Guevara  o el papa Francisco. Al fin y al cabo, tarde o temprano, todos acaban remando en la misma dirección: la publicidad, el glamour y el poderío que lleva a todos los egos bien dispuestos y entrenados, a coincidir en esa hermandad esotérico-forrística, hacia el mismo podium de la misma gloria. Todos se empoderan mutuamente mientras juegan o bien a que empoderan ciudadanías por la banda izquierda o las desempoderan directamente y sin tantos rodeos tiquismiquis, por la banda derecha. Hasta ahora el resultado ha sido siempre el mismo: la soberanía popular es un juego de mesa y escaño. Para todos los grupos parlamentarios, desde el momento en el que ponen un pie en el entarimado del Congreso. 

P.I. lo ha dicho ya en varias ocasiones: una cosa fue montar el cirio levantisco para llegar al chollo, pero una vez en él, el cirio ya no tiene sentido hay que disolverlo, sobre todo porque si tiene demasiado peso asambleario, puede hacer barbaridades, como le ha pasado al psoe y eso que la ciudadanía sólo se quedó en la puerta de Ferraz, imaginad lo que hubiese pasado si la dejan entrar, cualquiera sabe lo que puede hacer el populacho protestón y populista. En vez de democratizar las instituciones que sería el objetivo de una verdadera democracia, lo que prima una vez logrado el objetivo del encarame al escaño, es institucionalizar la democracia cuanto antes, blindar las instituciones frente a cualquier intento de apertura, de participación y de  dar cuerpo tangible al iluso fantasma de la soberanía popular que sería una locura populista y un peligro que no viene a cuento, cuando esa soberanía le vota en masa al pp por  el lado derecho y se abstiene por rabietas constantes por el lado izquierdo, cediéndole los laureles una vez y otra. Una verdadera aporía, que demuestra la imposibilidad metafísca de que el poder deje de ser patrimonio de la oligarquía más obscena, impresentable  y sin embargo, necesaria. Flipad, brothers & sisters. Porque eso es lo que está demostrando esa casta absolutamente transversal. Tanto que Susana Díaz la está cosiendo al bies junto al misterioso e intrigante Javier Fernández, al que en su Asturies patria querida, apodan el "mudu", no sabemos si por eso le han hecho jefazo de la gestora de emergencias socialistas in extremis. Para que no se vaya de la lengua será. Aunque después de lo visto y escuchado, poco más hay que contar. Ya nos hemos hecho una idea de lo que hay en el psoe y sobre todo de lo que no hay ni podrá haber mientras las cosas vayan así.

Nunca nos empoderará nadie si no nos empoderamos cada uno de nosotras para poder ejercer juntas el mejor de los poderes, que no lo es, porque es servicio de mutuo apoyo: el de la conciencia colectiva y su inteligencia en desarrollo cada vez más visible y lúcido. Ahora debemos tender puentes y no cavar fosos ni levantar murallas, ni recurrir a la miseria moral como hacen las mafias (im)políticas que nos han traído a este estado de cloaca, donde la decencia para llegar al poder tiene que dejar de ser decencia. La libertad covertirse en grilletes, la dignidad en corrupción y las instituciones en la Cueva de Alí Babá. Basta. Hay mucho que hacer hasta lograr que el Estado seamos nosotros, desde los barrios, los municipios, las comarcas y las tierras que compartimos ya en una federalidad indestructible del alma y de la cultura, de la solidaridad y la ética. Para ese reino no hay fronteras ni más ideología que la cooperación y la unidad en la diferencia del respeto compartido. Y eso no es populismo, es inteligencia práctica y colectiva. La mejor y más rica cara del amor.

Nota aclaratoria.

Populismo. Término empleado para calificar a ciertos partidos políticos nacidos en Suramérica durante el segundo cuarto del siglo XX,  como consecuencia de la crisis económica norteamericana en 1929; estos partidos tuvieron como objeto promover la justicia social, la igualdad, el empleo, el derecho laboral, el indigenismo, la búsqueda de un nuevo orden social solidario al margen del capitalismo internacional y sobre todo de los USA, promoviendo el refuerzo de los valores y la cultura del propio territorio.

También tiene un significado peyorativo que consiste en que una de las corrientes políticas populares se convierta en dogma y trate de imponerse al resto. Por ejemplo, ha sucedido con mucha frecuencia dentro del movimiento obrero comunista, al colocar por extensión el término "obrero" o"proletario"  a todas las personas de clases humilde o media, sean obreros o no. También es populismo lo que hace el pp al considerar "popular", o sea, de su ideología, a todo el pueblo al que engaña, algo que es pura demagogia y en el caso del pp hipocresía y cinismo, porque precisamente un partido de caciques favorecedores del caciquismo, de "popular" no tiene nada, es más bien antipopular e imperialista. Su preocupación no es el que el pueblo participe en las instituciones, sino anularlo con sus leyes o haciendo miles de rotondas innecesarias mientras se cierran escuelas imprescindibles o monumentos sin significado popular y edificios carísimos sin utilidad alguna, mientras faltan medicinas y asistencia social, solo para enriquercerse. Demagogia populista y corrupta. Por eso, es el pp el que cumple la peor de las acepciones del término 'populismo', que también abarca los regímenes militaristas y "protectores" como el de Ugo Chávez por el lado izquierdo o Juan Domingo Perón por el lado derecho y como intentaba hacer Franco con "populismo" de ultracunetas. "O dejas que te populice a mi manera o te mando a currar al Valle de los Caídos hasta que petes o te pego dos tiros por rojo y desobediente, que cuanto menos bocas, menos hambre". Un populismo de cementerio y cuneta funeraria, pero populismo también, que hay que ver cómo le aplaudían cuando inauguraba casas para los sin techo que él mismo había dejado a la belle etoile manteniendo tres años una guerra que podría haber durado tres meses, asilos de auxilio social para huérfano e hijos de padres encarcelados, que él mismo había dejado sin familia, escuelas en medio de las ruinas que él había provocado, empresas químicas tipo la Calvo Sotelo, que envenenó durante décadas y que hoy convertida en Repsol, aun sigue envenando a loos habitantes y las tierras del Campo del Calatrava y del Valle de Alcudia sin que nadie lo denuncie porque después de más de sesenta años ya ha pasado a ser parte del paisaje, de la normalidad y del progreso, toma ya populismo desde el dark side.

Cuando Pablo Iglesias advierte que hay que acabar con el populismo para poder gobernar demuestra que no conoce el verdadero significado del término o si lo conoce es un potencial dictador de masas idiotizadas por la seducción y el miedo, las dos armas de Podemos, definidas por ellos mismos. Demuestra que se ha quedado sólo con la falsa idea de administrar y dirigir movimientos de protesta indignada sin capacidad para auto-organizarse, cosa que no se corresponde con la realidad y la necesidad, porque las reduce solo a la emoción y a los instintos que se suman bajo el encantamiento de los gerifaltes salvadores y de ese modo justifica la desmovilización social de los pueblos para apoderarse de su potencial y rentabilizarlo en el oficio político con el cuento del "empoderamiento", algo que ya estaba en marcha antes de Podemos, pero que éste por medio de la propaganda mediática ha hecho creer a una parte de la sociedad menos implicada en las reivindicaciones, que es cosa suya. Y no es verdad. Podemos jamás habría sido posible  sin la sustancia y el trabado de tres largos años de 15M. Lo que P.I.  llama "populismo" es el derecho a protestar y a exigir justicia sin más, porque el resto ya lo conseguirán los arcontes de Laclaulandia. Al parecer y según su líder, Podemos nació para apoderarse de y canalizar  un populismo que nunca ha existido en España desde la base, sólo en la ficción del franquismo y ahora en el pp. Al parecer Iglesias ve visiones, intentando desmantelar para poder gobernar en serio, un 'populismo' propio que solo existe en su imaginación teórica y en los libros de Laclau. O no se ha enterado de nada de lo que nuestra sociedad ha vivido a partir del 15M de 2011 o pretende apropiarse de un patrimonio social y político que se encontró en bandeja cuando decidió apoderarse de él.

. Otro oxímoron más de nuestro querido Pableras. En España el 15M, lejos de ser "populista" -nunca lo ha sido porque va contra su propia esencia libertaria y cooperativa con todos los que sufren por igual, sin ideología ni aparatos hegemónicos de por medio- capitalizó y se ha hecho pedagogía desde las asambleas populares con un nuevo modo en evolución de entender la política desde la base social, capaz de auto-organizarse y no solo desde el poder político y financiero. Las múltiples Mareas, ILPs, la PAH, le pueden dar a Podemos un verdadero master de eficacia, de democaracia, de ética, creatividad, respeto  a la diversidad, autogestión y libertad, entre otras muchas cosas. Líderes en DDHH, ante las que ese grupo de jóvenes más ambiciosos y adictos al ego que otra cosa, deberían besar por donde pisan, porque les deben la misma existencia de Podemos y no merecen que ese producto de segunda intente devorar la mano que aún le alimenta.

Hasta que punto habrá llegado el afán de Podemos por suplantar al 15M, que ha elegido el nombre de La Morada para sus sedes, copiándolo con todo el morro de un centro anarco-libertario de Chamberí al que una inmobiliaria quiso cerrar porque okupaba uno de los edificios comprados en la ruina municipal que dejó el pp. Causa en conflicto, por cierto, en la que Podemos,como partido solidario, no dijo ni esta boca es mía.

A Podemos le sobran métodos, estrategias y tácticas para pillar el poder, pero le falta sustancia, inteligencia colectiva, escucha, ética, madurez sana, espíritu ciudadano, humildad y lucidez para determinar los valores con que gestionar los votos que recibe. Esto no significa que no haya en Podemos personas estupendas, muy comprometidas con el cambio, tan honestas como trabajadoras, que cuando les toca asumir responsabilidades institucionales, los primeros palos en las ruedas que encuentran son precisamente, los de Podemos aparato. No es raro que eso ocurra si  ni siquiera se distingue lo popular de lo más equívoco del  populismo. IU, Compromís y Ecuo no lo van a tener fácil para contemporizar con algo tan falto de esencia y de sentido que vaya más allá del ganar o perder, un rasgo competitivo fundamental del capitalismo. Tan rebosante de egocracia y autobombos.

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