Me pregunto si cuando la ciudadanía se escandaliza y echa pestes de la corrupción ppera, se para a pensar en quiénes están trabajando sin descanso, investigando y llevando ante la justicia la monumental podredumbre de basura y de indecencia que nos aplasta. Son fundamentalmente : siempre Izquierda Unida y Compromís, la eficaz llanera solitaria ex UPyD, Irene Lozano y de vez en cuando el Psoe.
El resto de fuerzas políticas no dan la sensación de estar demasiado
preocupadas por el hecho de que una red clientelar y mafiosa a nivel
estatal, se haya convertido en la enfermedad más desastrosa de la
historia de la democracia española y a la que se le dieron en las urnas,
mediante el engaño premeditado, los plenos poderes sin control alguno,
para machacar literalmente a la ciudadanía que no llega al listón
millonario de la corrupción, y que se ha convertido en la víctima y en
la materia prima de un enriquecimiento fastuoso e inmoral para una
minoría cleptócrata sin escrúpulos, sin conciencia y sin humanidad.
El problema del pp es terrible: no sólo está corrompido de arriba
abajo, de dentro afuera, de frente y de perfil, es que, para más inri,
no tiene conciencia para verlo ni admitirlo ni para distinguir la
corrupción de la normalidad, la ni la decencia de la indecencia, ni la
enfermedad amoral de la salud moral. Lo "suyo" no admite peros ni
críticas. Lo "suyo" es bueno, simplemente, porque es " lo suyo", se haga
como se haga. Y sea como sea.
Es muy preocupante que una parte de
la población sufra el mismo síndrome del pp y se apegue a "su" partidos,
religiones, equipos de fútbol, fallas o grupetes de lo que sea, con la
misma actitud acrítica, primitiva y absurda, que luego reproduce en la
elección de opciones políticas terribles.
Lo "mío" no es
necesariamente lo único ni lo mejor ni lo más justo ni lo excelente, ni
lo que debe prevalecer sobre todas las cosas y por encima de todo. Lo
del apego cerril a lo "mío", o a lo "nuestro" en plan excluyente y no
universal, ya viene marcado por una tara de fábrica: es miseria, es
puro egoísmo y cerrazón, que automáticamente excluye " al otro", al
diferente, y el bien común de mi/nuestro horizonte.
Y esa emoción
posesiva y tiránica que ciega el entendimiento, está en la base de la
corrupción, porque nos impide valorar el bien común y sin él, la
corrupción está servida en las instituciones, en las empresas, en la
relaciones sindicales, políticas, comerciales, profesionales... y
vínculos humanos como la familia o la amistad.
La corrupción no
solo roba dinero, empieza por el engaño, por la doble moral, por
confundir y manipular, por evitar la participación, la proximidad, la
transparencia y la escucha, por vender una imagen que no se corresponde
con la realidad, por devaluar lo bueno que no hemos hecho nosotros
mismos, por esa tristeza que a muchísima gente le produce el bien ajeno y
que es simplemente envidia. Miseria pura y dura que impide el bien
común cuando solo se pretende el bien propio y se disfruta con el mal
ajeno.
Las campañas electorales basadas en hundir a los mejores
para que triunfen "los míos", son un triste ejemplo de esa cutrez
psicoemocional, de ese lumpen autómata. En ellas se mezcla lo más noble
de unos con lo más vil de otros. Hasta tal punto que en el sentido más
deforme de la política, como le ocurre al pp, todas las canalladas son
válidas si sirven para ganar en las urnas. Calumnia y embarra que algo
queda, parece ser su mantra favorito junto al emblemático y fabresco
"que se jodan". Se puede comprobar en como reaccionan cuando se van
descubriendo los casos en ristras de corrupción.
La corrupción no
les preocupa en absoluto, pero sí les ofende que se haga pública, que se
sepa. El delincuente, para la amoralidad ppera, no es el que se lleva
el dinero público a Suiza o se hace con trampas la sede de su partido o
vive de cuentas en B blanqueadas en Hacienda,saqueando el Estado para
privatizarlo en empresas familiares, como si Hacienda fuese el
detergente del latrocinio. El delincuente no es el que manipula jueces,
fiscales y magistrados con el mando a distancia del poder usado como
arma letal de la democracia.
Lo importante, según esa calaña
depredadora, y tan "legal", es pagar impuestos para adecentar el botín. No importa de donde proceda el dinero si paga un impuesto. No importa
que la verdad no brille en los juicios, si perjudica el negocio. Por
eso es fantástico legalizar la miseria esclavista de la prostitución, el
derecho de pernada machista y terrible. Poner multa por denunciar en
forma de tasas. El delito no es cometer infamias, es denunciarlo y que
se sepa lo que hay, desestabilizar el lumpen, poner al aire sus miserias
y trapos pringados.
Hay muchas personas con sensibilidad, con
humanidad y con decencia, con buenos sentimientos y que trabajan por la
Justicia y los Derechos, que no tienen miedo a descubrir el pastel de la
vileza corrupta y están empeñadas en una regeneración de la sociedad. Y
esas personas son las que merecen nuestros votos. Las que se arriesgan a
ser consideradas "el enemigo" por la delincuencia institucionalizada en
forma de partido político.
Alguien, de cuyo nombre no quiero
acordarme, dijo unas palabras charlando tranquilamente sobre el tema:
"Yo, por ejemplo, me voy a meter en política para no tener problemas
con la Justicia y para que mis negocios, que son de la noche, no se me
vayan al carajo. Y por la facilidad para los permisos y licencias.
Siendo concejal del pp o de C's lo tengo mucho más fácil. Con partidos
así por delante, todo se arregla. Son una garantía."
¿Manzanas podridas? ¿O partidos podridos? ¿Volverías a votar algo así? Tú misma. Tú mismo.
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