Cortar el nudo gordiano
Julio Anguita | Mundo Obrero | 06/05/2015
La expresión cortar el
nudo gordiano deviene de una leyenda en la que Alejandro Magno (356 –
323 a. C) al arribar a Frigia (actual Anatolia en Turquía), tuvo que
someterse a la prueba de deshacer un nudo de complejísima trabazón como
condición indispensable para conquistar dicho territorio. Ante la
imposibilidad de conseguirlo, el macedonio optó por cortarlo con un
fuerte tajo de su espada. Por ello se suele utilizar lo de cortar el nudo gordiano
cuando la resolución de un problema es tan sumamente difícil por medios
habituales que se impone una solución creativa y fuera de lo habitual.
Los nudos gordianos en política suelen presentarse en épocas de crisis
profundas en las que los métodos habituales y homologados son totalmente
inútiles en orden a una solución presidida por la justicia y la
democracia integral.
La actual coyuntura económica, social,
política y de valores es de una complejidad tal que el Poder ejerce con
toda tranquilidad e impunidad. La esperanza de que se produjese una
ruptura o al menos una brecha en el bipartito no ha tenido, por ahora y
con los resultados andaluces a la vista, la confirmación deseada. Pero
esa previsión o condición sobre la que el Frente Cívico hacía y hace
pivotar su trabajo tiene como segunda condición sine qua non la
configuración de una unidad programática, política, de discurso y
valores plenamente instalada en la construcción de la Alternativa: al
Gobierno, al modelo de Estado y al de Sociedad. Es decir, un contrapoder
de creciente consolidación con independencia del nombre que quiera
dársele.
Desde esta óptica debemos asumir que el
panorama es más bien desalentador. La punta de lanza contra el bipartito
que parecía representar Podemos (a pesar de su debilidad estructural y
ambigüedad programática) no parece ahora como probable, aunque, desde
luego, tendrá un gran peso institucional. El que el bipartito se viese
obligado a pactar para seguir conservando la representatividad del Poder
era, además del deseo de Felipe González, la evidencia que necesitaba
una parte de la población todavía abducida por el engaño de la dicotomía
derecha–izquierda representada por el bipartito. Y frente a ello el
contrapoder (con Podemos o sin Podemos) asentaba su capacidad de
Alternativa.
Lo que está ocurriendo no es otra cosa que el tsunami desatado sobre unas fuerzas políticas, sociales y conjunto de plataformas, movimientos y sindicatos. Un tsunami
que no es otra cosa que la brutal realidad de la hegemonía total del
discurso neoliberal que arruina a los discursos sempiternamente
reiterativos y de lugares comunes de quienes, a pesar de enfrentase
heroicamente a las fechorías del sistema, lo hacen en el eje de los
valores del adversario. Llegan las campañas electorales y las cuestiones
claves como el euro, la deuda, la UE, la banca, las eléctricas, la
reforma fiscal, etc. desaparecen en una sfumatura que pretende ampliar el arco de votantes. No se dan cuenta de que esa es la mejor manera de perder credibilidad y votantes.
Al día siguiente de las elecciones la
cuestión de la gobernabilidad, los pactos y los asentamientos
institucionales vuelve al primer, si no único punto del orden del día. Y
vuelta a empezar. Manifestaciones, luchas (a veces heroicas),
plataformas, manifiestos, alianzas que duran hasta que se producen las
primeras convocatorias electorales, etc. Y ahora, en estos momentos,
crisis en las formaciones políticas, búsquedas de nuevas siglas (y
siempre desde la vocación unitaria), maniobras palatinas en el foro para
el mayor solaz y trabajo de los medios dedicados a la rumorología, los
confidenciales y las tertulias de “debate político” y demás zarandajas.
Mientras tanto Grecia está prácticamente
sola en su lucha contra la barbarie de la UE, el FMI y el BCE. El TTIP
avanza pese a las denuncias en foros, debates y zonas de la red. El
orden mundial basado en la liquidación de la democracia, la soberanía
nacional y el derecho internacional se configura ya como de inminente
consolidación. Venezuela es el centro de la agresión imperialista que
tiene, en nuestro país a uno de sus ejecutores, Felipe González, y
además la asepsia timorata de quienes pretenden, por mor de cálculos
electorales, pasar del tema sin “contaminarse”.
Creo que desde el Frente Cívico debemos
seguir apostando por la paciente estrategia de sumar, aunar, unir y
establecer afinidades programáticas y de valores, plasmados en un
discurso político de carácter profético tal y como lo expliqué en mi
último artículo. Pero en mi dimensión de militante del PCE y de IU
quiero hacer una última reflexión que siendo un tanto esquemática por
razón de espacio desarrollaré en lo sucesivo. En estos momentos es de
urgente fundación una fuerza política de carácter marxista que beba de
la tradición revolucionaria del PCE y del espíritu fundacional de IU.
Una fuerza que necesita de comunistas y militantes de la izquierda.
Pienso con toda sinceridad, no ajena de dolor, que hoy por hoy ni el
actual PCE ni la actual IU están a la altura de esa tarea. Necesitan
refundarse en algo mucho más profundo que un cambio cosmético. Por
cuestiones de espacio resumo sus características.
1. Ruptura total con el régimen de la Transición. En el PCE hay antecedentes de esta posición.
2. Poner en marcha un proceso de alianzas en orden a construir la triple Alternativa que más arriba cité.
3. Confrontar con el bipartito como portador de un mismo discurso económico, político y europeo.
4. Establecer las alianzas en función de
programas y de propuestas económicas, energéticas, de consumo y
culturales que siendo de carácter alternativo sean viables e inmediatas a
niveles locales, comarcales y de mayor ámbito.
5. Explicitar con valentía y decisión un
discurso político que supedite la economía a la consecución de los
DDHH. En consecuencia librar una lucha ideológica y de valores contra
contra la trilogía capitalista: mercado, competitividad y crecimiento
sostenido.
6. Dar por inasumible el Tratado de Maastricht y sus derivaciones. Rechazar el TTIP.
7. Participación en las instituciones con la predeterminación de cambiarla en el eje de otras formas de hacer política.
8. Iniciar un proceso constituyente que desemboque en la III República Federal.
9. Establecer fuertes relaciones diplomáticas y económicas con los países iberoamericanos.
10. Ser conscientes de que este programa
no puede aspirar a ser viable en la inmediatez de los eventos
electorales, y en consecuencia establecer una estrategia de largo
alcance basada en la difusión de nuevos valores, la movilización
permanente y bien preparada y la indispensable lucha ideológica sin
concesiones a coyunturas, modas o campañas para las instituciones.
Creo que estamos en unos momentos en los que seguir mareando la
perdiz, hablar de esencias en peligro por la actitud de supuestos
enemigos es una manera como otra cualquiera de acabar con una tradición
gloriosa so capa de defenderla.
Publicado en el Nº 284 de la edición impresa de Mundo Obrero mayo 2015
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