miércoles, 27 de mayo de 2015

La voz de Iñaki


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Fantasmas del pasado

EL PAÍS 

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El caso del pp y sus miserias creo que es una caída imparable, ya convertida en la crónica del batacazo anunciado ex illo tempore. Desde que llegaron cual caballo de Atila, asolando hasta las raíces de cualquier conato de recuperación real, se iba viendo venir la cosa del descalabre más pronto que tarde, como esos cielos indefinidos que lentamente se van nublando; una nubecilla por ahí, un cirroestrato por el Norte, un estratocúmulo por Poniente, y por el Este y  el Centro un cúmulonimbo final de crecimiento acelerado y devastador y con dimensiones pantagruélicas, que estalla en un tormentón de aúpa, de esos que descargan rayos, truenos, pedrisco y lluvias torrenciales a lo bestia que se llevan todo por delante. Al fin y al cabo España, menos la cornisa Cantábrica, es tierra de aluviones imprevisibles, y a base de arrasar los bosques con políticas agrarias infames e incendios providenciales para el sector ensobrado recalificador de ladrillo y cemento, pues eso, que se nos queda en nada en cuanto caen cuatro gotas. Y velahí. Los resultados van acordes con el proceso. Arrasing Country, el nuevo estilo definido según la LOMCE.

Obviamente los políticos y en especial los de cierta laya cegata y bulímica, no suelen estar en condiciones óptimas para la auto-observación, por el contrario gastan todo su tiempo y energía en la observación de los otros, en protegerse de ellos y en estar atentos a  la evolución de sus bienes personales procedentes de sus prebendas acumulativas y, por sus puestos, super al loro para declararlas en Hacienda, no tanto por legalizarlas, naturalmente, como porque les dé negativa la declaración y se les devuelva una pasta para premiar su celo inversor y benéfico para toda la trama diabólica de verdad, mucho más que el silogismo de Iñaki, que al lado de tal cloaca es como una inocente jaculatoria. Como esos bienes crecen igual que los cúmulonimbos en Agosto, por esos paraísos globales, es natural que no les quede ni tiempo ni energía ni disposición ni ganas de donar brot, com es diu à València. Están agotaos y con tanto lastre que no arrancan. Personalmente, me recuerdan al gato de Mariví. Un clásico paradigmático en mi imaginería filosófica, como lo fue, en su momento, el asno de Buridán. 
El gato de Mariví era un precioso persa muy voraz y demasiado proclive al donjuanismo gatuno, comía con ansiosa desesperación y perseguía a las gatas de la vecindad en cuanto se le cruzaban por medio y cuando extenuado, terminaba sus quehaceres hedonistas, se quedaba frito, sobando sobre las mantitas y el cojín de guata que era su cama. No paseaba por los tejados, no miraba el paisaje, ni siquiera se daba por aludido con la presencia cada vez más abundante de los ratones de campo que andaban tan panchos por la finca y por la casa zampándose cualquier materia de condición masticable, con un descaro absoluto, que les permitía hasta compartir las delicias exquisitas del felino meninfot ante sus mismos bigotes.  Estaba muy bien alimentado por las delikatessen que su dueña le compraba y con las que tenía siempre repuesta la dosis en su escudilla, lo mismo que el agua mineral, of course, y hasta el yogur, el kéfir y las vitaminas. Era un sibarita y vivía como un sultán en su harén. Le pusieron de nombre Trismegistus, en honor a Hermes, el gran avatar de la ciencia oculta. Pero la buena vida comenzó a pasarle factura y engordó como un globo, perdió su agilidad, su grácil elegancia, se le fueron la juventud y el lustre en cuatro días, que para el tiempo gatuno proporcional, viene a ser como una legislatura más o menos. Su final fue patético, el veterinario le desahució con un diagnóstico terrible: tanta comida y tanto ligue, le habían machacado el hígado y secado los riñones. La prestancia trismegística derivó en una bola peluda, pero cada vez menos, con alopecia, inmóvil, con los ojos, cuajados de legañas, a medio abrir, y que apenas podía maullar débilmente cuando las gatas merodeaban a su alrededor coqueteando ostentosamente para vengarse del pasado cuando no podían ,materialmente, quitárselo de encima ni de alrededor, mirándole con asombro en plan "quién te ha visto y quién te ve".
Trisme, como le llamaban en la intimidad por acortar sílabas y solemnidades, murió una mañana de Marzo de 1997, en la cesta de transporte, cuando su ama ataviada de fallera campesina, el novio  de su ama vestido de licra ciclista con una cinta sujetando la melena sobre la esplendorosa calva y Paulina, una amiga de la familia que les visitaba por aquellos días, vegana nudista de 96 años muy bien llevados, cubierta con un poncho andino y unas gafas oscuras con montura fucsia, le llevaban a la clínica para ponerle la inyección fatal. Trisme, que seguramente se olía el marrón, prefirió petar por cuenta propia antes de llegar al patíbulo. 
Pues lo del pp va por esos derroteros con Rajoy instalado tan ricamente en un cargo tan decisivo e importante, que jamás soñó poder alcanzar, cuando no daba una en la escuela y en el Instituto era el más lento de la clase para todo, cuando en el baloncesto nunca encestaba ni por error, en casa era la desesperación de la familia porque siempre llegaba a la iglesia los domingos a la altura del Ite, misa est, por hacer bulto más que nada. Y en el dojo del TaiKwondo le tuvieron que apartar de la circulación porque recibía por todas partes y no conseguía levantarse del tatami sin ayuda. Eso es lo que le está matando. El subidón, lo mismito que a Trisme. El apego ansioso que le impide soltar los malos hábitos, placenteros y comodísimos en plan cortoplacista, que para él son todo un mundo, sin más, es verdad, pero letales a medio plazo. Sobre todo teniendo unas elecciones legislativas ahí mismo, que no pueden retrasarse más allá del 20 de Noviembre. En fin.

Yo creo que Zapatero lo hizo aposta. Lo de la fecha. Sabía, por experiencia, lo que iba a pasar y conoce a Rajoy desde la escuela...Como si fuese Tutankamón, en silencio, marcó con esa fecha tan elocuente y emblemática, el porvenir de su sucesor, como quien no quiere la cosa fue una sentencia. El finiquito rematado del pp.
Cuando en un partido hay un gafe tan evidente, tan torpe y corto de miras como de reflejos y se le nombra presidente de todo un poco, porque viene bien como pantalla de plasma para tapar la realidad y las intenciones, hay que pagar un karmazo quepaqué. Velahí. Seguro que las intenciones de Aznar también andaban por las mismas tornas que las de Zapatero, pero a Josemari le debe haber  fallado el andamiaje y está compartiendo gloriosamente, como la Armada Invencible o Numancia, versión chillout, el mismo leñazo que diseñó para el Don Tancredo ad hoc que debería haber favorecido su retorno, pero que está dejando maravillosamente ideal y divino de la muerte, su desguace político definitivo. Qué faes-na ¿no? 
Lo que queda del pp ya es pura casquería reducida al caloret etílico-megalómano de Mme Barberá, la agonía de la condesa persiguiendo a Carmona para liquidar a Carmena  o al ábaco contable de Rus:  mil, dosmil, tresmil, cuatromil, cincomil...pero contando marcha atrás, como los Diez Negritos de Agatha Chrsitie, hasta quedarse en el cero. Casi ná. Qué culebrón. 
Lo terrible es  que lo está pagando la ciudadanía, incauta y un poco p'allá, por haber creído que aquellos alevines ancestrales eran capaces de algo bueno y decente, sin caer en la cuenta de que es imposible que los alcornoques produzcan magdalenas y los cardos nos regalen huevos kinder.
Lo útil y aprovechable es que esta situación aberrante está poniendo en evidencia, ya sin paliativos ni paños calientes, lo que no nos gustaba ver ni palpar: la basura que nos ha estado manejando año tras año en todas las instituciones del Estado camuflada de centro derecha, franquista de origen pero ya civilizada y buena gente, rehabilitada socialmente, hecha un pincel, como pasada por Proyecto Hombre...Los disfraces perfectos; pero las perchas podridas y oliendo a estiércol como los quesos de Cabrales aunque en plan freelance, y, eso si, con la denominación de origen bien clarita para que siempre se sepa de donde proceden y no haya confusiones. Y mientras, los ciudadanos en la inopia. Tela marinera.

Según se va viendo lo que hay, inexplicablemente habituados al surrealismo, todavía queda demasiado fantasmón  en el presente, querido Iñaki. Y demasiada peña que les vota por inercia, como viejecitos con Alzeihmer que llegan a votar con la mirada perdida en el vacío y masticando  un mantra monocorde: yovotoalpepé, yovotoalapepé.... o el personaje escapado de cualquier escena de Valle Inclán,  que llega al colegio electoral gritando a voz en cuello desde la puerta: "Vengo a votar a los mismos hijos de puta de siempre, ¡al pepé!" y aireando las papeletas las guarda en el sobre y las lleva orgulloso hasta las urnas. No es un cuento basado en el esperpento, es el esperpento mismo en carne mortal y muy perjudicada en lo que a neuronas se refiere. Es real y reciente; del Domingo pasado sin ir más lejos. Ufff...!!

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