miércoles, 20 de mayo de 2015

La voz de Iñaki


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Vísperas electorales 3: PSOE. Despegando

EL PAÍS   


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El ojo clínico de Iñaki, una vez más, borda el diagnóstico. Creo que su análisis refleja impecablemente el panorama socialista que vemos y sentimos la mayoría cada vez menos silenciosa. 
Y es cierto también que, históricamente, el socialismo es el estado natural de la conciencia política de los españoles. Fue lo que nos salió del alma votar globalmente en 1982 con una unanimidad total. Y demostramos, con paciencia de santos y tragando sapos a tutiplén, a lo largo de tres legislaturas y media. Nunca en España se ha dado voluntariamente tanta confianza, paciencia y credibilidad a una opción política, esperando, en cada votación por mayoría que el Psoe mejorase, que "esta vez haya un cambio de verdad", pero nos equivocábamos, obviamente.

 A la gestión política, como a la vida misma, no le sirven los recuerdos de las grandes gestas cuando tiene que enfrentarse a problemas inminentes y nuevos para los que no hay más receta ni más herramienta que la honestidad creativa sin fisuras, la limpieza de miras compartida y un sentido radical ( de raíz) de la democracia, en la que el rol del equipo gestor tiene clarísimo su oficio de mandado, de portavoz, simplemente. No ha sido ése el caso del Psoe, ni de ningún otro partido. Posiblemente porque el socialismo auténtico es un valor aún sin estrenar en el Planeta Tierra, y se ha ido relegando al terreno de la Utopía. Más que necesaria, imprescindible, es cierto, pero cuya búsqueda, deber ir dejando un rastro de credibilidad, unas señales indelebles y concretas de que es posible mejorar y superar retos aunque sea poco a poco, aunque no sea del todo y para siempre, porque en el tiempo y en el espacio de conciencia en que nos movemos, nada es duradero ni garantiza logros eternos, sin el esfuerzo constante de la especie humana para crecer en inteligencia colectiva y superar los baches normales de la existencia con las herramientas del bien común.

Aunque en el terreno de derecho, justicia social y libertades el Psoe ha sido un verdadero crack, le ha faltado el punto de fusión con la realidad: comprender que  es imposible mantener derechos, libertades y justicia social si la economía no sigue esa misma senda y se deja en manos del social-liberalismo mercantilista y desalmado que rige la economía mundial, precisamente porque el socialismo aún no ha conseguido el equilibrio necesario para frenar el cáncer neoliberal que devora a la humanidad en estos momentos,  y no lo ha hecho, precisamente, por no caer en los rigores  comunistas del ultrasocialismo ya extinguido como sistema político e incluso convertido en aberración en lugares como China. Algo que no sólo no es necesario sino letal, también a la larga para la misma economía y sobre todo para los derechos, libertades y justicia social. Para la dignidad humana, simplemente.
Al socialismo en general y al socialismo español en particular, hasta ahora, le han faltado agallas inteligentes y convencimiento ético y le han sobrado miedos y convencionalismo, resignación y sometimiento "a lo que hay y no se puede cambiar sin crear un desastre". Grave error que ha permitido que haya sido la mediocridad y el miedo a innovar, confundidos con un peculiar concepto de "moderación", que más bien ha sido un puedo y no quiero tembloroso, mucho más que un quiero y no puedo pretencioso. 

El socialismo español ha confundido las buenas maneras y la elegancia parlamentaria con la falta de asertividad y los remilgos a la hora de pensar y realizar verdaderas innovaciones que rompan rutinas de conductas sociales y económicas, le ha dado más importancia a las formas que al fondo y ya se sabe que en ese plan a lo largo de años, las formas se reducen a gestos y los contenidos que nos hacen únicos, desaparecen y ese hueco se rellena con "lo políticamente correcto" para llevarse bien con todos y sin molestar a nadie.
Cuando eso sucede los poderes más brutos y arrolladores, desafortunados y tiránicos, se apoderan del espacio de los demás, porque lo imponen y se van comiendo, materialmente, los mejores brotes verdes y tiernos de la sociedad, se alimentan de ello, incluso lo copian para deformarlo y pervertirlo, como están haciendo con la propia democracia utilizada ladinamente como trampolín para la dictadura de sus intereses. Y al mismo tiempo crea un ecosistema depredador y mafioso que se asienta en el inconsciente colectivo como rentable y "de orden",  inmutable, "de sentido común y como Dios manda" frente a los "chisgarabís" inestables de las mejoras imposibles, que luego ellos las suprimen como algo estrambótico propio de socialistas insensatos, cuando llegan al poder, demostrando que en realidad lo "estable y sensato" son ellos, que no cambian nunca, para asegurarse de que seguirán siendo votados pase lo que pase, y llevándose crudo el patrimonio del Estado bajo la máscara de que la economía es así, sacrificada para la mayoría y remuneradora para una minoría mimada por el propio Estado sobre el que manda y dispone, para que no se enfade e invierta y se enriquezca creando miseria. En ese plano estamos ahora. 

Creo que el error más lacerante y básico del Psoe, durante el tiempo de sus muchas legislaturas en que ha dispuesto de la confianza y el crédito de la ciudadanía, ha sido básicamente una falta total de atención y de escucha a la realidad ciudadana y eso le impedido innovar, crear un tejido social sano y participativo, hacer de la democracia una cooperativa de gobierno ciudadano, donde las Instituciones del Estado estén abiertas, sean transparentes, donde los secretarios generales sean la portavocía ciudadana, no sólo de un partido, que deben rendir cuentas en su página web diariamente además de hacerlo en el Parlamento una vez por semana, como haría en el rendimiento de cuentas en una empresa y haciendo posible que las comisiones de control de la ciudadanía se expresen de viva voz con normalidad institucional, no como excepciones, y expongan los problemas de primera mano en un Parlamento abierto.
Hacer una verdadera inmersión psicoemocional en la experiencia de que gobernar no es mandar sino obedecer  a los que pagan para tener un Estado a la medida de sus necesidades, derechos, libertades, servicios y dignidad. Es un servicio,  no un poder. El poder lo detenta exclusivamente la ética del bien común. Y no es potestas solamente, también es auctoritas. La potestad es la capacidad de ejecución, la autoridad es la moral social. Valores que todos debemos tener tan presentes como los derechos y deberes, repartidos por igual en las tres columnas del Estado.  La Legislativa, la Ejecutiva y la Judicial, y las tres obedientes a la auctoritas de una soberanía popular cada vez más consciente, más sabia y más noble. ¿Por qué es la ciudadanía la máxima potencia de un país a la que es imprescindible escuchar y obedecer? Porque hacerlo o no, es la base de su buen o mal funcionamiento como tal país. Y por algo tan elemental como esta simpleza evidentísima: millones de cerebros y de inteligencias ven y entienden la realidad mucho más y mejor que unas cuantas por muy selectas que sean y preparadas que estén.

Es un error garrafal creer que un Jefe de Gobierno debe encerrarse en su "bodeguiya" y en sus timbas de incondicionales. El plasma y la distancia del cacique es para la colla depredator, no para el alma y el corazón socialistas. Y una tremenda estupidez es creer que ganar unas elecciones significa irse a vivir al reino de Babia hasta olvidar que se pueden tomar y pagar cafés del propio bolsillo como todo el mundo, sólo porque se es un ciudadano, eventualmente encargado de coordinar espacios y asuntos comunes, elegido entre todas y todos. Jefe de Gobierno y cooperadores directos, como los ministros, deben visitar con asiduidad los municipios, las ciudades, los barrios, las asociaciones de vecinos y sectoriales, las juntas municipales  de distrito, las asambleas en las plazas, que siguen en ello y animarlas y estimularlas porque sin ellas el bien común se mutila, las sedes de los sindicatos de todas las tendencias, las escuelas, los ambulatorios y hospitales, las residencias de ancianos, los talleres, las empresas y hablar con los comités. Vamos, que un equipo gobernante portavoz de su pueblo y de su gente, no puede ni debe acostarse cada noche sin haber palpado en directo la vida normal de sus semejantes. Aunque solo fuese por su propia salud mental emocional.
Tarea y compromiso hay para dar y repartir. Sólo se necesita una idea clara de cambio y de regeneración HUMANA y por ello, democrática. Sólo así el gobierno de un país se civiliza, se ciudadaniza y hace posible muchas oportunidades e iniciativas que mejoran la vida en común y hacen cada vez más imposible el retorno de la barbarie, porque se practica una pedagogía mutua y un cambio de paradigmas en los "papeles" tradicionales del patriarcado machista que ahora es el prototipo que domina el sistema.

Si el Psoe despierta y su despegue es de verdad y no una simple estrategia electoral para pillar votos, entonces, no sólo cambiará el partido, también cambiará la sociedad con muchos menos traumas y riesgos, que ahora mismo, donde ese cambio está en vilo y en manos de chiquillos inexpertos, seguramente, bien intencionados, pero desorientados , como el mismo Psoe. Hay que reencontrar en común la orientación y el sherpa infalible que no pierde la brújula es la ciudadanía.
La inexperiencia humilde de lo nuevo con la sabiduría humilde de lo antiguo, hace milagros. Ojo, hablo de la experiencia antigua de lo sabio no quiero decir que sea sabio todo lo antiguo,porque en esa antigüedad hay aún mucha trama oscura y degradada que se ha colado en el lado sano cada vez que hay elecciones y le ha dejado el tufo y el estigma del viejo dark side. Ese sello debe desaparecer como emblema de la casa del pueblo, que es el socialismo decente. (Si Rubalcaba no aparece en la campaña electoral y a él le debemos el fin de ETA, ¿por qué aparece González con el GAL a cuestas y sin limpiar?) No toda vieja notoriedad es recomendable para la regeneración de una historia. Y eso es lo que necesitamos tanto como el comer: ese denominador común de la humildad de los honestos con la escucha y la obediencia a lo evidente, y que se convierta en el vínculo limpio entre las generaciones sociales y políticas. Por el bien de todas y todos.
Y si se consiguen esas cotas de altura (lo espero con toda mi alma): ¡Larga vida al Psoe! que es imprescindible como fuerza motriz y sería un descomunal peso(e) muerto para todos como fracaso colectivo. No lo permitamos, por Dios.

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