El rey emérito ha regularizado 4,4 millones de euros que había
evadido a Hacienda. Reconoce el fraude. Que nos ha robado, hablando en
plata y de plata. Si la Agencia Tributaria le hubiera reclamado el
dinero, hubiera sido un delito. Nuestra legislación permite a los
grandes blanqueadores blanquearse. Una amnistía encubierta. Basta con
pagar antes de que te pillen. Cabe preguntarse cómo se les pudieron
pasar a los inspectores de Hacienda los 8 millones en viajes, regalo de
un primo lejano, que el emérito no declaró. Puede que, además de
inviolabilidad, el rey tenga invisibilidad.
Ésta es la segunda regularización del monarca. Antes ingresó
casi 700 mil euros por sus tarjetas opacas. En los salones de la Corte,
las tarjetas black son como las tarjetas de presentación, no salen sin
ellas. Con este son dos los delitos que reconoce y que elude gracias a
la amabilidad del sistema hacia el sistema. Pero la Fiscalía aún le
investiga por tres posibles fraudes: esas tarjetas opacas que disfrutaba
toda la familia, una cuenta en el paraíso de Jersey y los 65 millones
de Arabia Saudí que regaló a su amante, Corinna Larsen. Parece que no es
Hasél el que injuria al rey sino la Justicia la que injuria a Hasél al
llamarle mentiroso.
En realidad, el Borbón ha regularizado calderilla, el resto no
lo declara porque lo recibió cuando era inviolable y consideraba que
pagar era de plebeyos. Tiene una concepción muy medieval de su
institución, cree que los súbditos trabajamos para darle el diezmo. La
regularización tuvo lugar dos días después de que el Régimen del 78 y
Felipe VI lavasen los trapos sucios de Juan Carlos I con el detergente
del 23F. En 40 años no se había hecho en el Congreso ningún homenaje al
rey por parar el golpe de Estado. Pero la Corona está necesitada de
golpes de efecto. No contaba Felipe con que su padre le estropease la
fiesta. O no hablan mucho en esa familia o Juan Carlos se vengó de su
hijo por echarle de casa.
Resulta cómico y sonrojante cómo los esfuerzos de Casa Real por
restituir su imagen son bombardeados con tozuda perseverancia por el
Emérito que parece decidido a hundir con él la monarquía. Si no puedo
reinar yo, que no reine nadie. Los mayores enemigos de la Corona están
en la Familia Real. Nadie está haciendo tanto por traer la república
como Juan Carlos, Urdangarín y Cristina, Froilán y Victoria Federica.
Como ciudadano de lo que llaman campanudamente "una democracia plena" me
pregunto hasta cuándo tenemos que aguantar a una familia en la que el
padre ha tenido que abdicar y huir por sus turbios negocios, el yerno
fue a la cárcel por lo mismo, su hija se libró por ser quien es, el
nieto va en coche millonario y la nieta monta un caballo con el que el
abuelo blanqueaba un dineral. Hasta cuándo una democracia plena puede
soportar la plena desfachatez.
Las razones de ser de la monarquía han desaparecido. Ha dejado
de ser el símbolo de la unidad que genera consenso, procura estabilidad y
nos representa tanto dentro como fuera. La Corona ahora es símbolo de
privilegio, fraude y opacidad. El rey no es símbolo de unidad sino de
desunión porque su figura divide y desestabiliza a España como hemos
visto en Cataluña. Felipe VI se ha convertido en el rey sólo de una
parte de los españoles. La institución no nos representa a todos dentro y
nos da muy mala imagen fuera. De qué sirve una monarquía que no sirve
ni nos sirve.
La monarquía parlamentaria según la Constitución ha de servir al
Parlamento y al pueblo, que es el verdadero soberano. Felipe VI rompió
ese principio cuando decidió por cuenta propia salir el 3 de octubre en
televisión a hablar a los españoles sobre la ruptura catalana. Esa
decisión sólo corresponde al Gobierno o al Congreso. Pero él quería su
23F, un mito fundacional para consolidar su reinado. A la larga ese mito
perdió a su padre porque dio la Corona por ganada. Tanto uno como otro
pensaron más en salvar la monarquía que en salvar al país y eso es lo
que acaba perdiendo siempre a los Borbones. Pierden primero al país y
luego el trono.
No caerán por el sistema porque el sistema se hizo para que no
cayeran, caerán por su propio peso, por su propia inutilidad, porque
habrán perdido el favor del pueblo.
Comentario del blogg
Crónica sin tapujos del mal que padecemos; Javier Gallego da en el clavo y sin
pelos en la lengua del pincel hace un completísimo retrato
velazqueño/goyesco del pastelón, eso sí, remasterizado por una
actualidad que parece la misma a pesar del pasar de siglos y
siglos...
¿No es un poco raro que en España el tiempo nunca pase para la
misma monarquía autoenmarronada? Aunque cambie de apellido y de época,
el maromo democraticida ¡siempre es el mismo! El fallo que no falla,
mientras lo sigamos aceptando como "la única normalidad constitucional" posible a
la que se puede aspirar porque lo dejó dicho y atado un experto
dictador genocida. Lo importante es que mande una especie catalogada
para ello, aunque el espécimen concreto sea como sea. Esa es la actitud
que acepta y nos impone a base de miedo el maravilloso régimen del 78, que fue y ha sido incapaz de reconocer y superar el vicio español y cacique de considerar que lo único importante es que haya una constitución con un poder intocable que obedecer a la fuerza sin que importe mínimamente si esa constitución y ese poder son o no justos, éticos, democráticos de verdad, aplicables con justicia a los acontecimientos que modifican forzosamente la vida de la ciudadanía (como crisis graves, pandemias, conflictos, catástrofes o problemas que amenacen con destruir el funcionamiento y la estructura de la propia sociedad y, por supuesto, del estado), los políticos elegidos en las urnas son responsables de sus obligaciones y compromisos en todos los aspectos, incluidos la esencia y el cambio de la propia constitución si esta no tiene recursos para afrontar las dificultades, porque se ha quedado obsoleta en su aplicación a unos tiempos y situaciones completamente nuevas y no previstas (como lo es el caso de que el jefe del estado delinca o estafe al propio estado ya sea en activo o en versión pensionista) como en la responsabilidad ineludible de sus servidores y valedores, o sea, los que no se aprovechan del poder que les concede la responsabilidad para gestionar los asuntos estatales sin que en la institución se conceda a nadie el derecho de pernada caciquil, sino que se exija como conditio sine qua non la prioridad obligatoria del servicio público honesto e igualitario, digno e imprescindible para la comunidad social.
Quienes demuestren con sus comportamientos que esa exigencia les queda grande, deben dimitir ipso facto y en caso de no hacerlo, el mismo estado debe apartarlos de toda actividad y función pública. Sin más contemplaciones. Una democracia incapaz de gestionarse sin un código deontológico como eje esencial que oriente su constitución y sus normas, no es una democracia, es un caos y un desbarajuste dependiente de las ideologías e ismos, como de intereses y chanchullos de cada grupo que obtenga mayoría parlamenatria. La ética no es propiedad de ningún credo político ni religioso ni económico, es como el oxígeno que hay en el aire para que se pueda respirar. No puede estar al servicio de nadie ni ser cómplice de nada, porque eso es exactamente la corrupción que hace imposible los cambios, las mejoras reales, el verdadero progreso y la evolución de la sociedades humanas.
O sea, que
si en el 78, nuestra consti para evitar males mayores hubiese designado a
una patata como jefe del estado, la habríamos aceptado y glorificado
tan ricamente igual que a Juancar, -el niño dinástico secuestrado y educado ad hoc para la misión patatil por el caudillo siniestro con el beneplácito de sus padres-, si en el 23F se pone la patata a hablar por la tele
para parar el golpe, que seguramente se fraguó para que el reinado de la
patata obtuviese el respeto y veneración del pueblo "salvado" por la
patata, ya tenemos montado el cambalache perfecto; lo de menos es cómo
se llame la patata ni lo que haga la patata mientras siga las
instrucciones del tinglado del acojone, lo importante es que la patata
reine y todos la adoren para que la misma historia siga igual. Eso es todo. Y así estamos, hale!
Por otra parte y viendo el panorama en perspectiva psicoemocional, tiene mucha lógica que la patata emérita, manipulada y obligada desde su niñez a obedecer disparates y liturgias que no entendía ni le molaban, como entregarle a un dictador para que le educase en El Pardo, mientras el resto de su familia vivía divinamente en Estoril, casarse con Sofía a la fuerza y dejar a su novia MªGabriela de Saboya, por mero interés hereditario del franquismo que deseaba lavar sus crímenes y maquillar su régimen con un bodorrio principesco espectacular y una nueva era maquilladora de la mugre y las cunetas, una vez jubilado, ese ser humano manipulado y convertido en patata dinástica por un general golpista y desalmado, es hasta natural, en sus pocas luces y en sus muchos instintos primarios sin encauzar ni sanar ni equilibrar, que quisiera cobrarse los daños, 'prejuicios' y perjuicios de su juventud maniatada por un matrimonio solo oficial y público, por una paternidad obligatoria para proporcionar herederos a una dinastía patatera y por una vida más falsa que Judas, en la que para ser menos infeliz tenía que delinquir y saltarse a la torera todo lo que le ataba a su represión y a su poco discernimiento más que evidente, debido, lo más seguro, a ser hijo de primos hermanos en una dinastía donde la endogamia durante siglos es la patente patológica que garantiza el pedigrí y la pura sangre dinásticas, con el lógico resultado de las taras genéticas como consecuencia. La degradación del emérito tiene tantas razones para existir como sinrazones tiene un modelo de estado que basa su estabilidad y jefatura constitucional suprema y sin límites, en un símbolo entronizado que descansa sobre la base de un disparate sin alma ni conciencia, que cae como una lotería genética en cualquier persona por el mero hecho de ser el varón o la hija mayor sin hermano varón. Los derechos humanos brillan por su ausencia en esas terribles circunstancias. Las víctimas necesarias de las monarquías son sus propios herederos y herederas, y la consecuencia es lo que pasa en España en el siglo XXI, por llevar centurias recurriendo a esa chapuza inhumana como recurso para una estabilidad imposible, no puede ser útil ni sostenible un tinglado semejante, cuando la sociedad nunca ha sido capaz de detectar la trampa en la que malvive aprisionada y disfrazándola de una falsa seguridad, basada en momias históricas y patologías que obligan a las familias "reales" a simular lo que nunca podrán ser si deciden ser y comportarse como el resto de la humanidad. Sin máscaras ni disfraces.
El mismo hecho de llamar "sangre azul" a la condición monárquica debería preocupar tanto a sus padecedores como a la sociedad que se empeña en mantenerlos como jefes de estado. La sangre sana y oxigenada es roja, pero esa sangre, una vez que ha recorrido el cuerpo para limpiarlo de patógenos y energetizarlo, presenta un tinte azulado un poco violáceo, es el color de los hematomas que aparecen tras los golpes, traumatismos e irregularidades del sistema, es la diferencia entre sangre arterial y sangre venosa, es el color de las varices, que sobrecargadas de peso y cuesta arriba pierden fuerza, se vuelven azules, casi índigo. Es la sangre azul que pierde el vigor y la frescura, la energía. No nos quejemos de lo que hay ni nos escandalicemos de lo que montan siglo tras siglo, es lo que tiene ser el contenido social de las venas varicosas políticas aplicado a los estados, los sangreazules no han sido concebidos, paridos ni educados para la salud antopológica, sino como el apogeo de lo más desgastado, manipulado y desaprovechado, aunque materialmente puedan vivir a costa del cuerpo que los soporta y al que solo ayudan a funcionar como tuberías de desagüe de lo más turbio y espeso de los residuos que no se han podido metabolizar, es la sangre roja la que aporta el oxígeno, el hierro , los nutrientes, la fuerza, el alimento y la vitalidad, la sangre azul es solo el contenido del alcantarillado que se lleva lo que hay que eliminar del organismo, está claro que cumple una biofunción necesaria porque el cuerpo humano aun no ha aprendido a asimilar por completo y sutilmente todos los elementos sin dejar residuos tóxicos. Eso mismo le pasa a las sociedades que se empeñan en tener monarquías y llamarse democracias, que son una fábrica de varices políticas, con el agravante de que socialmente sí que es posible reciclar y liberar de tóxicos del medio ambiente social. Para eso hay que liberarse de los tóxicos residuales indivduales y colectivos que se condicionan mutuamente, o sea, de la mentalidad cansina, viejuna, rancia, pringosa, miedosa, resignada, devotamente miserable, que solo quiere que nada cambie ni presente retos fundamentales que no sean cosa de la robótica virtual, que en el fondo se resigna con un eterno "virgencita, que nos quedemos como estamos". Y, en efecto, así sucede, porque, como cantan los Txarango "tú ets el cambi que vols veure, no esperes que arribe l'hora".
Si para colmo la real patata además -sin capacidad demostrada para desarrollar una conciencia ni para discernir-, sale
evasora, bribona y campechanota, adicta a los mejunjes y a la acumulación de privilegios, tar/jetas y
evasiones, amantes y elefantes en el reino de las mil y una estafas, pues ya está todo en su sitio, nadie sospechará jamás que sea
la misma patata rodando de siglo en siglo por el tobogán milenario de un pueblo que nunca ha salido del corral, del establo, del gallinero y
de la zahúrda, porque las patatas una vez coronadas y manejadas por quienes viven de
cultivarlas y exhibirlas y hacerlas cotizarse en la bolsa feudal, llevan siglos contándoles el cuento de la
bella patata durmiente...sentada en su trono, en el fabuloso e increíble reino de Babia, en pleno siglo XXI, que ya tiene tanto mérito para la dinastía de la picaresca como delito sacamentecas para los paganinis que de siglo en siglo cargan con el regio y enlodado marronaco xd!
Hasta los miembros de esa monarquía merecen ser liberados por el pueblo del laberinto en que vegetan como fantasmas convencidos de que ser marionetas del caciquismo teledirector, que es el objetivo único de sus vidas, para el que creen haber nacido. Una predestinación aberrante que destroza la propia capacidad de asumir sus vidas desde el libre albedrío, que tiene un pájaro, un insecto, una hoja de árbol, una ola marina, un meteorito o una nube.
En La vida es sueño, el personaje de Segismundo lo borda. Calderón de la Barca, sin duda, era más que consciente del tinglado y lo dejó escrito para que lo tuviésemos presente. Muy presente y que así el pasado no se repita sin parar, anulando cualquier esbozo de un futuro auténtico.
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