lunes, 29 de marzo de 2021

Giorgio Gaber Destra Sinistra

  


¿No sentís que ya es hora de que nos planteemos seriamente el estúpido juego de andar constantemente divididos en una dualidad tan absurda y desbaratada como esta en la que nos ahogamos creyendo salvarnos? ¿Es la dualidad una realidad intocable o es un fallo garrafal en la concepción del mundo y de la vida?

Imagino que a una gran mayoría de nuestra especie le suena, por lo menos de oídas o de películas,  el mito bíblico del Paraíso Terrenal, cuando los primeros seres humanos decidieron 'ser como dioses' comiendo la fruta tóxica del árbol del bien y del mal y a partir de ese momento, por su propia decisión,  son expulsados del Paraíso para comenzar una forma de existir que resulta más un calvario y una penitencia que una verdadera vida. La vida nunca excluye ni margina: el aire, el agua, la tierra, el fuego, el Planeta, la Naturaleza, la Geología, la Biología, la Física, la Química, los reinos animal, vegetal y mineral, son patrimonio universal de todos los seres humanos, son las riquezas omnipresentes del Paraíso inicial, ese plano del existir que no es de nadie porque  es de todxs. Nacemos limpios, inocentes y sin prejuicios. ¿Qué nos pasa para que según crecemos acabemos autoexpulsados del Paraíso del que procedemos? 

Lo del pecado original me rechina muchísimo. Un 'pecado' hereditario no me encaja con la condición amorosa de un dios padre ni la inocencia y la frescura de los niños, tan cerca siempre de lo más limpio y libre. No es justo heredar un sambenito como el del bien y el mal, cuando no se ha elegido libremente un camino determinado partiendo del libre albedrío con que lo hicieron personalmente los primeros en pringarse, ¿por qué habría que encalomar a toda un especie la decisión equivocada de sus primeros ancestros? No puedo creer en que la suprema bondad y misericordia cayese tan bajo. A ver, si Jesús en la cruz perdonó a los que lo crucificaron, ¿cómo la misma divinidad creadora que también los perdonó en la persona de Jesús, podría condenar sine die a los dos mindundis en la inopia paradisíaca que decidieron ser dioses como su creador, qué cosa tan normal quererse parecer al que les ha dado la vida, y adoran y admiran? ¿tan malo era para dios querer parecerse a él? No cuadran las cuentas con las facturas ni de coña. Ni es medianamente sano que a estas alturas de lo vivido, sean aceptables unas razones semejantes para explicar lo que en realidad ya es más que evidente. 

Si ya nacemos con un libre albedrío disponible para cuando tengamos uso de razón, no es propio de un padre/madre tan divino y generoso, para colmo eterno sumamente bueno y sabio, que ama a sus hijos y que para colmo según las leyendas religiosas,lo sabe todo de todos, no tiene pies ni cabeza tratar a todos los seres humanos desde que nacen ( y si no se circuncidan o se bautizan sin siquiera decidirlo, sino por decisión de su familia y entorno) con esa injusticia y ese sadismo. Por lo menos para ser justo, ese dios de la Biblia tendría que esperar a que se hiciesen adultos y ver cómo se comportan, ¿no? Yo misma, que soy humana, llena de defectos, y madre de familia numerosa, jamás habría condenado a las criaturitas a pasar una vida horrible porque un bisabuelo fuese un cabrón y la bisabuela una bruja desalmada, y mucho menos porque se comiesen una mazana para poder ser dioses como su creador, casi que debería haberse alegrado de ese cariño y admiración... Es atroz tener que creer en algo así para ir al cielo...Da escalofríos imaginarse un cielo así for ever and ever. Y desde luego se entiende muy bien que con semejantes parámetros endiabladamente retorcidos, el mundo esté como está si se ha educado en ese plan, podría decirse, incluso, que demasiado bien está para lo que lleva encima desde hace milenios e imperios implacables en los nadie sabe a lo que venimos cuando nacemos. 

Posiblemente nos sobren relatos en serie de historia lavacerebros convertidas en religiones y predicadas a machamartillo desde la noche de los tiempos para mantener a los seres humanos narcotizados y sometidos al mismo patrón-modelo, con variantes formales, pero con idéntico argumentario: "bien y mal", "víctima-verdugo", "trunfador-fracasado", "rico-pobre","amo-esclavo", "tontos-listos", "rey sin vergüenza-pueblo oprimido que le paga las facturas", no cambian los "valores"  del argumentario, aunque cambien la moda y las fórmulas de la apariencia.

Desde la infancia recibimos constantes mensajes y ejemplos de conducta que confunden la inteligencia, la observación y la reflexión con el miedo, la desconfianza, la hostilidad hacia lo diferente y el egoísmo más atroz como legítimo derecho de pernada, y con ello, a sacar beneficio personal de todo y de todos, por encima de considerar los beneficios de todos esenciales para que también haya beneficio propio. Sólo de ese modo es posible no caer en la trampa del mordisco a la fruta del árbol del bien y del mal. Porque resulta que 'el bien' más preciado para una humanidad deshumanizada, es todo lo que a cada individuo le resulta apetecible, agradable, rentable, placentero, cómodo y reafirmante de sus instintos e intereses derivados de ellos, objetivos del ego más primitivo y torpe, al que todo lo que le supone un esfuerzo, un cambio o una renuncia a los apegos  y adicciones para mejorar y compartir el conjunto de la Vida, se convierte en "el mal".Y todo lo que le da la razón, le pone una alfombra delante, le da beneficios sin esfuerzo y poder para hacer lo que le dé la gana, abusando de todo lo que se ponga por medio sin tener en cuenta si esos beneficios propios podrán ser beneficios para todos o hundirán en la miseria a los demás para que todo los beneficios sean suyos, es sin duda, lo que se ha dado en llamar "el bien". 

De modo que desde chicos crecemos ya programados, como lo más normal, en ese batiburrillo dual de desgracias adjuntas, tanto si se nace pobres como ricos. La desgracia -aunque se viva en tan diversas posibilidades y estratos- es la misma; tarde o temprano, la riqueza superabundante de egos desmadrados y deshumanizados que se hace insostenible y venenosa hasta para respirar, dará lugar a la destrucción de todo el sistema bífido, -arrastrado y trepador como los reptiles, esos santos patronos del cerebro límbico que marca los cánones del exterminio-, liquidando a los pobres y explotados que en realidad hacen posible las riquezas del "bien" de unos cuantos que comiendo del árbol del bien y del mal, se han creído dioses -y hasta se han inventado un maxidiós como ellos, vengativo, lleno de odio contra los que no le adoran, que elige a sus adeptos con leyes especiales, para combatir a los que no les cae bien, y que exige adoradores a cambio de milagros y favores y de una eternidad a su lado(¡qué horror!),que se regodea con el martirio de sus devotos, obsesionado con su omnipotencia narcisista y al que le viene enorme su supuesta propia creación desmadrada- un pack que acaba siendo el finiquito, o sea, "el mal", para todos. Antropológicamente y estirando la goma del tiempo, hemos llegado a ese punto: Un mundo dividido en dos mitades que en realidad no existen, son una falacia fantasmal del ego reptiliano, que a base de repetirse se ha materializado. Como un pensamiento cuando invade y dirige la voluntad, se convierte en hábito, en costumbre, en "cultura" y en "arte". En ideología y en sociedad. Y no, no era por ahí, por el engaño de la dualidad irreconciliable peleándose milenio tras milenio por el poder, el poseer, el controlar y el meter miedo, con el menor esfuerzo posible. Por eso la dualidad solo conoce el enfrentamiento, al que tantas veces confunde con "superación",  como método vital y desconoce y desprecia la cooperación. El reptilianismo pseudohumano solo se basa en la batalla constante y en su defecto, con el embrollo y la confusión, que son el caldo de cultivo previo a la guerra sempiterna que decidirá entre vencedores y vencidos, entre "buenos y malos", entre víctimas y verdugos. Y así, siglo tras siglo, sin que nadie haga nada por descubrir la causa de esa locura global, admitiéndola y considerándola la condición natural de los seres humanos y no una enfermedad inicial de un proceso desviado por una cultura ancestral que se divinizó a sí misma milenio tras milenio hasta lograr un trasvase genético en la especie, que ahora nos toca descubrir, curar y poner en marcha en otra dirección, que también nos da su mensaje regenerador en nuestra misma esencia humana, en nuestra propia fisiología.

La Vida nos orienta mucho mejor que los credos a ciegas. Tenemos dos mitades, dos hemisferios cerebrales, pero resulta que esas dos mitades se necesitan la una a la otra indefectiblemente para estar vivas y funcionar. Cada mitad se ocupa de unas funciones diversas de las de la otra, pero su unidad sincrónica y cooperativa  a la hora de vivir es fundamental, tanto para la motricidad como para los sentidos, como para las emociones, el pensamiento, la voluntad, la memoria, la resistencia, la salud, el conocimiento, la determinación y la inmunidad, son toda una red  neurotransmisora que regula el tráfico de energías y necesidades de cada ser humano. Es cierto que tenemos un hemisferio derecho que razona y ordena, que está diseñado para estar sujeto a tiempos y espacios, que cuenta, mide y pesa, que organiza números, pero además tenemos un hemisferio izquierdo que intuye, que ata cabos, que se adelanta y nos inspira en los procesos del descubrimiento y de la creación e integración de lo nuevo, que unido al derecho genera las ideas y los sentimientos pasando, como lo llaman en Oriente, por "el maestro del corazón", por eso el cerebro humano es indivisible, lo mismo que el corazón, con su lado rojo reparte y su lado azul que recoge. Y lo más impresionante es que esas dos mitades se expresan con toda normalidad cotidiana en las funciones corporales, en el lado opuesto. Es decir, el hemisferio derecho se manifiesta a la izquierda y el izquierdo a la derecha. ¿Cómo se puede ser tan torpes y estar tan ciegos y distraídos, para no darsnos cuenta de que tenemos en nosotros, en cada uno y cada una, la universidad de la Vida, las claves fundamentales de todo lo que somos? 

Entretenernos, invitados por la mentira reptiliana, en 'ciencias' que no son ciencia, porque no tienen conciencia y desconocen el engranaje holístico de la propia Vida, que intentan sustituir seducidos por la mecánica de la caducidad, con  tecnologías de feria y charlatanismo pseudocientífico de mercadillo, que con sus constantes cambios nos distraen de lo esencial que somos y que una vez descubierto no necesita tanto consumo ni destrucción, inventos que a los cuatro días y tras haber costado un pastón ya no sirven para nada porque se han quedado "antiguos" y así llenan el mundo de basura 'inteligente' cada vez menos reciclable, en todos los sentidos, y es que la estructura completa del ser humano no está limitada solo a la necesidad material sino sobre todo incluida en el pack del crecimiento de una energía no contaminante sino vivificante que nos permite existir en  la materia y de la que depende que la Vida funcione, ese "élan vital" como la define Bergson, que aparece en cada una de nosotros cuando nacemos y se va cuando morimos, al mismo tiempo que permanece en los demás seres vivos. Toma ya, a ver que ciborg-invento iguala eso!

Toda nuestra ignorancia, nuestros canguelos, yuyus, odios y apegos ansiosos e insaciables, nuestro desequilibrio, enfermedades, angustias, complejos y sufrimientos, injusticias y desigualdades, derivan de no haber comprendido en miles de años lo que significa esa tramposa jaula de una dualidad que marca y dirige desde el espejismo las conductas, las decisiones y las formas de vida en las sociedades humanas, a las que el predominio arcaico y reptiliano del cerebro sin evolucionar porque desconoce su propia esencia, ha reformateado "a su imagen y semejanza" de boa constrictor social, a la que para colmo, desde la antigüedad más remota, se ha identificado con algo divino y tabú, que impone su voluntad imitando a la energía espiritual que, como las notas en al arpa del poema becqueriano, permanece "esperando la mano de nieve que venga a arrancarlas"  Así duerme la conciencia en el fondo del alma "y una voz ,como Lázaro espera/que le diga "Levántate y anda!" . Por ahí va la cosa. Por el despertar y distinguir qué música nos espabila y qué nana nos atonta, nos droga  y nos duerme.

Ya es hora de que se tire de la manta y se descubran los juegos turbios de nuestro camino retorcido sobre sí mismo, que durante milenios nos ha traído hasta el borde del abismo de la mano del caos pero, paradójicamente, intentando huir de él a golpe de un dualismo feroz, mientras el caos disfrazado de dioses, prebostes y devotos en tantos formatos, nos dirige las maniobras. Seguramente la pandemia que nos machaca sea una una buena levantadora de mantas.

Derecha, izquierda, izquierda, derecha...la vida no consiste en bailar la yenka de un extremo al otro,  hasta morir a oscuras por dentro, agotados y teledirigidos por poderes obtusos, "mágicos" y verdaderamente locos de atar, solo hay que ver cómo está el pobre planeta para comprenderlo. 

Y ahora que es Semana Santa, podríamos aprovechar las vacaciones en clausura forzosa para comprender que la vida es el camino por el que descubrir el verdadero significado de la cruz, que en realidad no es solo el paradigma de la brutal tortura con que los romanos liquidaban enemigos y gente molesta e incómoda, -entre ellos a Jesús el carpintero innovador y rebelde de Nazaret-, sino el símbolo del encuentro de todos los contrarios, de arriba y de abajo, de izquierda y derecha, la cruz no es patrimonio de los cristianos, sino de toda la humanidad,  y no es el símbolo sadomaso de dolor y tortura, es sobre todo el camino de regreso al cruce de direcciones, al centro, no solo político, sino sobre todo, al centro del Ser, también del Buda, del zen, del Tao: la conciencia justa, igualitaria, bendita, fraterna, luminosa y clarividente, compartida y personal que nos humaniza y universaliza, a creyentes y a ateos, a devotos meapilas y a laicos y confesionales, nos invita a encontrar el sentido para asumir, integrar y compartir la esencia que somos, sin que una religión ni una idea obsesiva, buena para unos y mala para otros, nos coloquen en uno de los flancos "del bien o del mal" siempre tan subjetivos y alienantes, porque la unidad objetiva de los plurales ha llegado para  alcanzar el Centro Vital del Ser. La nueva ciudad, la nueva humanidad renacida de sus cenizas, como el Ave Fénix, pero envuelta en luz y no en plumas que se caen. Aquí y ahora. Sin necesidad de morirse para disfrutar la eternidad, porque eso inevitable que asusta tanto a lo dual, es el tránsito cuántico interdimensional. En el espíritu no hay principio ni fin, tampoco hay condenas ni premios a los egos variopintos del mismo "bien y mal". Como diría de la materia, Karl Marx, el espíritu ni se crea ni se destruye: evoluciona. El final de lo ficticio es inevitable para alcanzar el bienestar de la verdad que nunca es uniforme, sino tan plural y hermosa como el fluir infinito de la Vida. Una crucifixión nunca puede ser la voluntad de un dios padre y madre que es Amor, en sus cabales, sino el delirio fasciotrastornado de unos locos 'bienmalistas' convencidos de ser divinidades, más dignas de un estudio de Freud y Jung mano a mano, que de adoración y fanfarrias, que el verdadero Amor nunca necesita para subirse los humos que no tiene. Es pura ecología inahumable.

Ya lo dice Gaber con más razón que un santo: destra, sinistra, destra sinistra...Basta! Y conste que Gaber era básicamente comunista y precisamente por ello siempre crítico y nada dogmático. Cosas de la conciencia, quindi!


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