miércoles, 31 de marzo de 2021

Cuarto Poder...Adiós, querido Sato Díaz -aunque solo en el tiempo-, nunca en la esencia de lo fundamental, donde reside intacta la eterna bienvenida en la no mensurable y permanente intemporalidad de los adentros...¡Un GRACIAS sin medida, sin lugar, sin reloj ni cuentaespacios! Lo escrito, escrito está en el folio perenne de la vida y cuando la palabra justa se hace carne habita entre nosotras para siempre, sin que nada ni nadie lo pueda impedir, entonces: verba volant et conscientia manet per omnia tempora...


Anatomía de una despedida con sonrisa

  • "Ya se acaban los funerales, llega el punto y final hasta de las despedidas. Hoy deja de publicarse cuartopoder tras más de 11 años de existencia"
  • "Sara, María y Miguel. Sois familia, la mejor compañía de trastadas que había podido imaginar"
  • "Así que una sonrisa para ustedes como despedida, una sonrisa por las amabilidades que me he encontrado por el camino"

Ya se acaban los funerales, llega el punto y final hasta de las despedidas. Hoy deja de publicarse cuartopoder tras más de 11 años de existencia. Hace unos días lo anunciábamos y desde entonces han sido inmensas las muestras de solidaridad, cariño y afecto que hemos recibido. En aquel artículo que firmábamos los integrantes del equipo de redacción (Sara Montero, María F. Sánchez, Miguel Muñoz y yo mismo), dábamos las gracias a todas las personas que han hecho que este periódico haya salido adelante durante más de una década. A todo ese listado de gente le reitero mi agradecimiento personal en este texto y sumo a mis compas, Sara, María y Miguel. Sois familia, la mejor compañía de trastadas que había podido imaginar.

Y claro, a pesar de que nos habíamos preparado moralmente para la ocasión y sabíamos que íbamos a ser noticia quienes tenemos la costumbre de darla, quienes tenemos oficio de hablar de la gente y de los hechos sin que se mencione nuestra existencia, la realidad abruma, la sorpresa siempre pilla sin previsión y estos días se ha liado la madeja. Y, si pensábamos pasar de puntillas por el barro y en silencio, nos hemos enfangado hasta el cuello y nos han gritado hasta las vísceras. Precisamente las vísceras, sin las cuales sería imposible que aflore la emoción.

Y la emoción tiende a reflejarse en el gesto, y para gestos la cara, por eso dicen de ella que es el espejo del alma (supongo yo, tampoco lo tengo muy comprobado). El llanto contrae los músculos faciales y el entorno de los ojos. Como consecuencia, la irrigación sanguínea excita las mucosas oculares y se origina el lagrimeo. Dicen que solo el ser humano puede vincular la lágrima a la emoción. Que el llanto es consecuencia de tristeza o pena es algo en lo que no estoy yo muy de acuerdo, pues llorar un poco hemos llorado estos días, pero no tanto por tristeza (la tristeza vino antes, hace ya algunas semanas), sino por cariño a las personas (y de las personas) que nos han hablado, abrazado desde la distancia.

Pero claro, aunque hay gente que tiene más cara que espalda, lo normal es que la cara no sea demasiado gigante y que en un palmo se recorra de cabo a rabo. Quiero decir, que los mismos músculos que se activan histriónicamente para el llanto, que se relajan como tontunos para expresar tristeza y melancolía, son los que trabajan en la risa. Del llanto a la risa, de la risa al llanto, no hay tanto. Y yo siempre fui más de reír. Si me dan a elegir… entre la tragedia y la comedia, hoy me quedo contigo (comedia), por ello de que triunfe el final feliz para los personajes. Pero tampoco vamos a ir a carcajadas por la vida, ya hemos dicho que no tenemos costumbre de generar mucho ruido, así como que una risa constante no permite hablar a los que están alrededor ni a uno mismo, y hablar vamos a seguir hablando. Ni queremos “parecer gilipollas”, como le pasaba al personaje que encarnaba Antonio Resines en Amanece que no es poco, del paisano José Luis Cuerda, cada vez que veía la luna.

Por todo ello, he escogido la sonrisa. Preparo algunos de mis músculos, el elevador del ángulo de la boca, el del labio superior, el orbicular de los ojos, el risorio, el cigomático mayor y el cigomático menor, esos seguro, para despedirme con una sonrisa. Eso sí, que se humedezcan los ojos un poquito, para no confundirme con una suerte de robot. Al fin y al cabo, estos músculos también habrían participado en el llanto, tampoco es tanta la diferencia, y gusta más la sonrisa, ya dije. Así que, “dientes, dientes, que es lo que les jode”, tal y como auguraba Isabel Pantoja ante los paparazis, sin que esto le tenga que joder a nadie, pues aquí no hay revancha alguna. “Cabeza alta” (por el trabajo hecho), nos han recomendado mucho estos días.

Así que una sonrisa para ustedes como despedida. Una sonrisa para agradecer que nos leyeran y que nos cogieran el teléfono, una sonrisa por las amabilidades que me he encontrado por el camino, también sonrío para reconocer los errores y para volver a agradecer a todas y cada una de las personas con las que he tenido la suerte de trabajar en este periódico. Y con una sonrisa les espero en la próxima estación (o en el próximo bar o teatro, vayan ustedes a saber). Y un consejo: sonrían, que falta nos hace, sonrían.

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