lunes, 22 de marzo de 2021

Cambio de registro

 Amanecer o amanecer sobre el mar. | Foto Premium

 

Está llegando el día 

en que la realidad se da  la vuelta

igual que un calcetín recién tendido

mientras lo arropa un viento de Levante,

igual que se derrama la leche en el fogón

cuando se deja hervir en el olvido

y se monta un desastre en la encimera.

 

En cada amanecer que canta inicios

y en cada anochecer

mientras crece la sombra del silencio

se derraman las pistas y las huellas de un cambio

que no cesa y que crece.

No será un cataclismo ni un castigo ejemplar(¡?),

solo será mirada al interior

 -aunque siempre lo ha sido, pero no se notaba

con la venda en los ojos y el trasiego constante

de tanta pacotilla empotrada en el cine,

 en las series, 

como de bar en bar haciendo patria- 

¿Será que el Universo nos despierta 

en el trance feroz de una pandemia 

y nos muestra otra cara nunca vista?

Algo que solo atañe 

al territorio cuántico del alma

que pasará, por fin, 

del cuánto al qué y al cómo,

la física de un cosmos que va cambiando

el número en sustancia

sin que nadie lo anuncie en las redes sociales

ni las grandes empresas se incauten del filón

para sacar tajada, 

(como siempre acostumbran,

así,  de plaga en plaga,

haciéndose de oro con las ideas al vuelo

en imágenes huecas pero bien recosidas

en acciones bancarias recurrentes)

 

Turismo de interior sin duda alguna,

donde el descubrimiento de lo fundamental

está garantizado por la empresa vital 

de todos y de todas,

donde la matronal lleva las riendas del trabajo,

de la organización sin jerarquías, 

codo con codo, mano a mano,

alma con alma...

porque hasta lo más macho ha descubierto

que un tejido de madre inevitable lo sostiene

en el fondo mejor de sus adentros

y esa caricia suave y constructiva

se alimenta a su vez 

de una paternidad renovadora y fuerte, 

que cultiva en el huerto del Ser la cosecha 

que después se cocina 

en el fuego entrañable 

de un hogar sin fronteras 

que está empezando a ser el cambio luminoso 

de aquella penitencia insostenible

que llamábamos 'mundo' por endulzar un poco

la palabra inmundicia, 

en el original semántico del caso, 

del número y del género. 

La gramática parda 

del donde dije digo tan solo digo ego.


Resulta que el sistema se nos cayó solito,

así, al abrir los ojos y arrancarnos la venda

y mirar simplemente en otra dirección

que siempre ha estado ahí, 

pero invisible, 

detrás del over booking de las prisas, 

detrás de la bulimia consumista,

del grito prepotente de la nada

vestida de flamenca o de toro embolao,

de hospital de los clicks 

con presidenta adjunta

rebozada en banderas, 

en patria de rebajas

y en turbios malabares de estulticia

que solo dan dinero y juego sucio

siempre con un final garantizado 

entre vergüenza y ruina

con un "vuelta empezar" 

de esperpéntico fraude

en la misma cloaca en que acabaron.


Y de repente llega un despertar así, 

que nadie imaginaba,

una fuente interior que fluye y limpia

un comprender sereno y repentino

que todo va cambiando

cuando nos decidimos

a dejar de creer en patochadas

y a permitir al Ser 

que nos sostiene y  somos, 

que brote  humanamente y se reparta.


No es un cuento irreal es pura ciencia, 

la cuántica energía de la Vida

moviendo las entrañas del Planeta

que sin conciencia humana no sabe adonde va

ni por qué gira,

pero cuando madura surge la evolución

que nos libera sin que nadie la empuje,

no por lo que creemos y nos cuentan

los libros del pasado, 

sino por lo vivido a cada instante

sin odios y sin guerras, sin especulación

y sin chanchullos,

a golpe de presente sin reservas

que duermen a la sombra del pasado

y sueñan con futuros imposibles

quietos en un presente 

que es tan solo una siesta

un colocón de infotoxicidades

sin alma ni conciencia. 

 

Lo anunció Labordeta:

"Habrá un día en que todos al levantar la vista

veremos una tierra que ponga Libertad" 

Aunque se quedó corto

en su mensaje:

porque la libertad resulta insuficiente

y puede destruir en vez despertar,

si en el fondo de ella 

no sopla la conciencia

de la mano del alma

en la fusión completa de espíritu y materia;

esa física cuántica que está en ebullición

constantemente

transmutando la ciencia desde otras dimensiones

en nuevas singladuras

transforma el pensamiento y el mundo que lo acoge:

Todo lo que se piensa y se desea 

puede hacer de este mundo un cielo o un infierno,

depende de nosotros, de nuestra libertad

de pensamiento,

enderezada o tuerta, derramada en las redes

que ya son masa crítica y que pescan,

en manos de la ira o de la paz,

del odio o del cariño,  del crimen con castigo

y sin perdón, de una entropía fatal,

o en la bifurcación -que avistó Prigogine-

podemos liberarnos de la noche perpetua

y del abismo, mientras vamos creando

la nueva dimensión que ya es urgente.


El universo escribe 

los versos de un poema interminable

del que nosotros somos la tinta y el papel,

teclado e impresora

aliento, inspiración, flores y frutos,

manzanas y lentejas, proyecto,

duda, 

semilla y pan de luz  que el amor  siembra

en ese Todo inmenso, inescrutable

para la calculitis de los egos

y sin embargo vida profunda y transparente

decisiva y audaz, alegre  y clara

desde el nuevo fulgor 

brillando en la conciencia

de cada ser humano que se abre

a la terca esperanza que nos nace

en cada amanecer que nos despierta.


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