Viene muy bien escuchar a nuestro hermano Alberto Garzón. Se puede estar de acuerdo con él o discrepar en unas razones u otras, pero anima y es sanísimo y reconfortante comprobar que aun existe la inteligencia política, la ética gestora y la más honesta disposición social para cooperar con lo mejor de cada sector, valorando el bien común, la transparencia, la igualdad y la fraternidad desde la imprescindible organización de un estado, D+D, -democrático y decente-, que cada día debe superarse a sí mismo en trabajo equilibrado, en compromiso profundo con las personas, sus necesidades y sus problemas por resolver, sin ningún afán de lucro ni de privilegios egópatas, como mandar ni imponer, solo con humilde, sabio y prudente espíritu de servicio, sin buscar personalismos ni jerifaltadas esperpénticas a base de golpes de efecto.
Qué buen Vicepresidente del Gobierno o Presidente de la Comunidad de Madrid sería este joven, al que todas las madres y padres normales querrían tener como hijo y cualquier ciudadano decente como organizador social. Lo bueno de IU es que hay muchas y muchos panes de la misma harina, muchos y muchas con la misma disposición y capacidad que Alberto para que el bien común sea posible.
Gracias, de verdad, por estar ahí, querida familia roja, verde, blanca y negra, violeta, azul, naranja, rosa y amarilla, la izquierda es tan rica y plural, tan dialogante y abierta a la evolución, que no se priva de ninguna tonalidad porque las repúblicas en todos sus aspectos son así, el único color que no está disponible entre vosotras, queridas izquierdas, es el marrón más oscuro y pringado, ese lo ha monopolizado en exclusiva la monarquía, impuesta por el miedo y la pasta, que nadie ha votado y su círculo sostenedor de un modo absoluto, como ha hecho con el real trinke (d)emérito y la impunidad constitucional, sus privilegios intocables, al menos hasta ahora...Una vergüenza, esperemos que superable, no porque se haga costumbre y acabe siendo "la normalidad", sino porque ese marrón desaparezca, por fin, y para siempre, cuando lo decidan las urnas y/o la ética coherente y madura del propio Felipe VI, que debería ser el primero en querer limpiar su propia historia y acabar con el marrón francógeno para ser legítimo y creíble, permitiendo y exigiendo al Parlamento y al Tribunal Constitucional que el pueblo hable y elija, como debió hacerse en 1978, antes de incluir en la Constitución por la amenaza y el chantaje, la restauración monárquica de un dictador. ¡Ojalá lo haga!
Ains...
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