jueves, 5 de diciembre de 2019

Pues es cierto, Iñaki, una Constitución excluyente sería por descontado, ilégitima aunque fuese "legal". La leglidad ad hoc que no parte de la legitimidad carece de autoridad moral, social y política , es injusta y lo legítimo sería desobedecerla y revisarla, porque en esencia está invalidada como instrumento democrático y base gestora de valores imprescindibles. Parece que en España la Constitución ha sustituído a las bíblicas Tablas de la Ley mosaica y por eso está reducida a mera monserga en la que todo el mundo dice creer, pero que en realidad no se aplica en la vida de los creyentes; es lo que tiene ser fariseos por decreto hereditario y cultural: que la "fe" va por un lado y el tocateja de la realidad, por otro, que suele estar en las antípodas éticas y cívicas. Es lo que tiene nutrirse estatalmente de etiquetas monísimas tan eufónicas como solemnes, y tan huérfanas de aplicación que a la hora de la verdad estamos como el Hidalgo del Lazarillo, la mar de puestos, pero con la despensa vacía y viviendo de la limosna y el raterismo del criado. Todo ello deriva de la cutrez cultural, cuando se cree que "cultura" sólo es un barniz resultón y no el cultivo de la esencia humana que somos y compartimos cuando de verdad somos conscientes de Ser y no solo marionetas del aparentar







Cuando Alfonso Guerra o Inés Arrimadas y muchos otros hablan de los partidos constitucionalistas, de la conveniencia de que los partidos constitucionalistas se pongan de acuerdo, se refieren siempre al PP, al PSOE y a Ciudadanos, y solo a ellos. Y a todos nos parece muy normal. ¿Lo es? Pues no lo es en absoluto. Creo que es una visión completamente restrictiva de la Constitución. Restrictiva y absurda. Si la Constitución es lo que yo entendí que era en 1978, su capacidad de acogida es muy superior. No podemos llamar constitucionalistas solo a los que se encadenan al texto de la ley sino a quienes están dispuestos a acatarla, aunque quieran cambiarla bastante, mucho o incluso muchísimo, si es utilizando los procedimientos que marca el propio texto constitucional, y solo eso. Esa es la diferencia y esa es la única línea que tenemos que considerar.



Desde esa perspectiva, ¿podemos de verdad decir que el PNV no es un partido constitucionalista? No aprobó la Constitución, pero cualquier modificación que pueda intentar o desear o proponer es seguro que lo quiere hacer dentro del marco de lo previsto. En la misma línea podemos hablar de Izquierda Unida, ¿no está en esta misma situación Más País?, ¿no está en esa misma situación Unidas Podemos? ¿Equo?, ¿no están en esta misma situación?, ¿podemos decir que esos partidos no son constitucionalistas? Yo digo más, yo digo que los 16 partidos que están ahora mismo representados en el Parlamento, todos ellos, han acatado la Constitución y todos ellos están amparados por la Constitución, también ERC, también Vox, también Bildu.
Y, efectivamente, en ese acatamiento -con más o menos gana, que este es otro asunto- es donde está el reconocimiento que tenemos que considerar. Lo de gana o menos gana, como decimos, no puede ser un valor. La derecha aprobó la Constitución del 78 tapándose la nariz y Aznar denostaba ese texto. Por tanto, el asunto no está en que se ame la ley sino en que se acate. Y ese acatamiento es el único elemento que debe ser considerado. En los acuerdos que intentan las fuerzas políticas, esta es la línea, la única línea roja verdadera. El resto es una interpretación, a mi juicio, empobrecedora de la Constitución. La Constitución se refuerza cuando acoge y se debilita cuando expulsa.

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