La indeseable unanimidad
Si aseguramos la unidad territorial de algo llamado España y para ello pisoteamos los principios constitucionales, democráticos y de derecho internacional que nos sustentan como democracia occidental, habremos hecho un pan como unas tortas
"Yo lucharé contra todos los que digan lo mismo que yo"
Bunbury. El hombre delgado
Bunbury. El hombre delgado
Al
fin esta semana se ha vislumbrado un rayo de esperanza en el sistema.
Al fin, esta semana, tres magistrados del Tribunal Constitucional (TC)
han dejado atrás la Razón de Estado, el principio de conveniencia y las
presiones de los medios de comunicación y de otra índole para hacer su
trabajo como se espera de ellos. Al fin, la indeseable, inexistente y
forzada unanimidad jurídica sobre el caso del procés y sobre los pasos
judiciales dados desde la presentación de la querella de Maza ha sido rota.
Honor a aquellos que priman su honestidad y su juramento sobre las
presiones y la conveniencia. Honor y mi agradecimiento por darme otro
pequeño jirón de esperanza a la que agarrarme para seguir defendiendo
que el maltrecho Estado de Derecho español aún puede ser reparado y
restañado y para luchar por ello.
Desde la caverna
mediática y desde las trincheras políticas se les ha puesto a parir
aunque con la boca medio pequeña, porque no hay en este país nadie que
se atreva a decir que Xiol Rius es un mal magistrado o que no sabe
derecho. Por eso es tan importante que él y Valdés y Balaguer vayan a
suscribir un voto particular, tras haber quedado en minoría, para
explicar por qué los derechos constitucionales de Oriol Junqueras han
sido vulnerados por el propio sistema judicial español y por qué es
preciso restañarlos y concederle el amparo.
Ninguna
ley española habla sobre la necesidad de unanimidad en las decisiones
judiciales o constitucionales. Es más, la ley de lo que habla es de lo
que es probable que suceda, como de hecho sucede, que es de la falta de
unanimidad. Así lo hace el artículo 260 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial. Y es que un juez que juzga y participa en una deliberación
ESTÁ OBLIGADO a firmar la sentencia resultante. Un juez, por principio,
está obligado a decidir. No puede darse la vuelta. Una vez conoce un
asunto DEBE expresar su opinión. Así que como puede suceder que la
opinión mayoritaria, que está obligado a firmar, vaya en contra de sus
propios principios, prevé precisamente la ley la emisión de un voto
particular anexo a la sentencia, a todos los efectos, para que su firma
vaya acompañada de la verdadera explicación de su sentir jurídico. No
hay ninguna mención a la unanimidad necesaria en ninguna ley. Es más, la
ley lo que prevé es la existencia de 'salas de discordia' o nuevas
'vistas de discordia', cuando por el número de magistrados no se llegue a
producir una mayoría.
¿Quién se inventa pues eso de
la deseada unanimidad? ¿Para qué y por quién es deseada? La unanimidad
se desea cuando no se quieren líos ni ataques por la sentencia o cuando
se piensa que puede ser discutida y que con una decisión unánime las
críticas serán menores. En realidad, no nos engañemos, la deseada
unanimidad es un concepto más político que jurídico que comienza a
planear sobre la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional cuando
enjuicia cuestiones con un alto voltaje político y que fue llegando al
Tribunal Supremo por los mismos motivos.
Ese blindaje
es el que muchos quieren imponer ahora mismo al Tribunal Constitucional
para impedir que las voces jurídicas discordantes con algunas decisiones
tomadas, claramente vulneradoras de los derechos de los procesados y
condenados catalanes, dejen en evidencia a los que las tomaron. Esta es
la cuestión, la intranquilidad y la presión que se ha evidenciado en
muchos casos, incluso procedente de la Sala Segunda del Tribunal
Supremo, para intentar que el TC se pliegue a la formación en tortuga y
no deje resquicios para que Europa vea las debilidades del proceso
judicial seguido contra los independentistas catalanes.
¿Es
buena esa unanimidad para tapar las miserias? No sé para quién ni para
qué. En realidad si Estrasburgo o Luxemburgo han de bucear en las
chapuceras decisiones que impusieron la pragmática sobre la protección
de derechos que son inalienables, lo harán de todas formas. Me parece
inteligente, además de honesto, que magistrados de la talla de Xiol
quieran dejar claro en sus votos, para cuando Europa nos ponga
colorados, que ellos ya lo vieron y que no conculcaron su juramento ante
los objetivos políticos mayoritarios.
Ya va siendo
hora de que quede claro que si aseguramos la unidad territorial de algo
llamado España, pero para ello pisoteamos los principios
constitucionales, democráticos y de derecho internacional que nos
sustentan como democracia occidental, habremos hecho un pan como unas
tortas. España era muy una con Franco. España no era libre ni respetaba
los derechos fundamentales con Franco. Me resulta escalofriante que haya
juristas que hayan estado dispuestos a callar y a mirar para otro lado
sabiendo, como sabían, que los salvapatrias estaban pasando por encima
de principios irrenunciables.
Ha pasado desapercibido
para el gran público y menos para los medios que han estado intentando
presionar y forzar a los magistrados a plegarse a la espiral del
silencio.
Gracias por la honestidad y por la valentía porque nos devuelve una brizna de esperanza.
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