Europa con tres heridas
por Luis García Montero
Europa está en un balneario de lujo o en una enfermería. Las élites
viven en la acumulación fácil de dinero y en la especulación. Disfrutan
hoy de Europa como de un territorio indicado para la explotación del ser
humano en nombre de los mercados. Gracias al diseño del Banco Central
Europeo, la deuda pública es un mecanismo preciso para desviar hacia los
especuladores el dinero que antes se invertía en educación, sanidad,
cooperación y servicios públicos.
Para el pensamiento democrático, Europa está en la enfermería. Como ha explicado el profesor Ignacio Sánchez-Cuenca en La impotencia democrática
(Catarata, 2014), los ciudadanos han perdido la posibilidad del
autogobierno en favor de unos poderes financieros que marcan las
decisiones económicas de los gobiernos. Europa fue hace años una ilusión
política como alternativa del Estado social ante las dictaduras de
diverso origen y el capitalismo descarnado norteamericano. Un
determinado proceso de unión transformó ese sueño en el laboratorio de
la política privatizada al servicio de los especuladores. Las medidas
impuestas en Europa para combatir la crisis han sido más crueles que las
del neoliberalismo yanqui. La brecha entre ricos y pobres se abre desde
Alemania y se multiplica en sus colonias.
Las próximas elecciones Europeas se acercan a los españoles con tres
heridas. La primera se llama Rajoy. La política de la derecha europea es
un ámbito privatizado, sin autonomía ninguna, obediente al dictado de
la banca. Sólo importa el mandato financiero, no existen ni las
personas, ni los partidos. Que el PP no tenga aún candidato para las
elecciones puede explicarse de muchas maneras, pero sólo es un síntoma
de la inutilidad de la política para la derecha. El más ofendido es el
propio Partido Popular. No hay vida política dentro de él, no existe el
debate, no son posibles las discusiones colectivas. El candidato será
aquel que diga el jefe cuando le venga en gana y a los militantes no les
queda otra misión que correr para acatar la voluntad sin poner en
peligro sus puestecitos particulares. La falta de orgullo cívico es
espectacular. Algo parecido se vivió ya con la designación del candidato
popular a la presidencia de la Junta de Andalucía. Los militantes son
fantasmas sin carne ni hueso de un poder absoluto. La política que hoy
manda en Europa está hueca… y así nos va a los europeos.
La otra herida se llama socialdemocracia. Como llueve sobre mojado,
es muy difícil tomarse en serio a un socialismo de caviar que ha ayudado
a construir esta Europa al servicio de la deuda pública, los negocios
bancarios y la especulación. Más que falta de voluntad, es la impotencia
de una lógica que rueda en los engranajes del sistema. Los socialistas
levantan la voz en la oposición, pero sin poner en riesgo unas reglas de
juego que explotan sin escrúpulos y que desprecian de forma impudorosa
los derechos humanos. ¿Dónde están sus propuestas serias sobre la moneda
única, la unión fiscal o las fronteras? Cuando llegan al poder asumen
las mismas prácticas que la derecha porque pertenecen a los mismos
bancos. El socialismo francés expulsa a gitanos rumanos. El socialismo
español se escuda en la razón de Estado para no pedir la dimisión de un
ministro que impone una política aterradora contra los inmigrantes.
Dispararle botes de humo a quien se está ahogando entra en la lógica. El
nacionalismo humillado ante la banca se hace fuerte y recobra el
orgullo sobre los desgraciados. Una parte de la población se contenta
con tener por debajo de sus miserias a alguien más miserable a quien
pisotear.
La tercera herida tiene el nombre de renuncia cívica o abstención.
Hay obreros, sindicalistas, votantes progresistas que votarán una vez
más a la socialdemocracia. Es decir, votarán a uno de los ejes que ha
construido esta Europa de la explotación descarnada. Sus corazones se
quejan, pero sus voluntades renuncian a buscar alternativas. Otros
sectores más desencantados optarán por la abstención. Asumido el
sistema, como no gustan ni el PP ni el PSOE, mejor desentenderse de la
política. Algo así ha ocurrido en Francia con el tornadizo Hollande, el
enésimo ejemplo de la falsa alternativa socialista en la realidad
actual. Si esto pasa en unas elecciones municipales, da miedo pensar en
las próximas europeas. La gente no se anima a votar al socialismo de
caviar, o de Gas Natural, o de Banco de Santander. Esa vía ha quedado
cerrada para combatir a la derecha.
La otra izquierda ha fracasado también en la configuración de una
nueva mayoría que necesitaba basarse, antes que nada, en la unidad. La
izquierda de hoy parece un libro de aforismos, la minuciosa
fragmentación de un Todo fatigado. Realmente es una desgracia: era el
momento preciso para inventar una realidad al margen del sistema actual,
una propuesta que nos salvase de la desilusión y la melancolía.
Pero la abstención es una herida más y Europa supone hoy una entidad
demasiado importante. No podemos convertirla en el balneario de retirada
para políticos nacionales agotados. Conviene ir a votar. Cada cual con
su sensibilidad (ya que no se ha conseguido la unidad), pero votar,
votar, votar…. a Izquierda Unida, o a Podemos, o a Equo y Compromís. La
abstención sangra a Europa igual que la política privatizada y muda del
PP o que la falsa alternativa de los obedientes socialdemócratas.
Por si nos faltaba algo, la señora Elena Valenciano defiende en los
últimos días al rey como salvador de la democracia española. Yo le haría
esta pregunta: ¿una reina o una princesa tienen derecho a abortar? ¿No
cometerán una agresión contra el Estado? El socialismo de caviar, el
socialismo monárquico. ¡Si Pablo Iglesias o Juan Negrín levantaran la
cabeza!
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Una vez más, García Montero da en el clavo: es insostenible que un partido socialista sea monárquico. Es una aberración como la copa de un pino. Una aporía. Un falso silogismo descerrajado por la falta de coherencia y por ello merece que los ciudadanos lo tengan en cuenta a la hora de votar. Porque votar no podemos eludirlo si queremos que esto cambie. Sí, también en Europa. ¿Podrá ser lo mismo si el europarlamento está des-compuesto por lo que ahora nos aflige entre neoliberales y socioliberales, que un parlamento plural, sin mayorías absolutas, donde tengan voz los ciudadanos más que los aparatos de partidos poderosos que son en sí mismos un chollo para indignidades vitalicias? Votemos iniciativas sanas que han nacido de los ciudadanos y sus necesidades, no de los intereses, como son Verdes, Equo, Compromís, Podemos, Anticapitalistas, izquierdas renovadas y plurales, etc, etc.
De nosotros depende que las cosas cambien. Es la única herramienta civilizada que tenemos, y en realidad el arma más contundente de una democracia. El voto. Por favor, votad buscando el cambio a mejor, hacia el bien común más que hacia la inercia, la desconfianza y el miedo. Votemos para poder botarles de una vez por todas.
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Una vez más, García Montero da en el clavo: es insostenible que un partido socialista sea monárquico. Es una aberración como la copa de un pino. Una aporía. Un falso silogismo descerrajado por la falta de coherencia y por ello merece que los ciudadanos lo tengan en cuenta a la hora de votar. Porque votar no podemos eludirlo si queremos que esto cambie. Sí, también en Europa. ¿Podrá ser lo mismo si el europarlamento está des-compuesto por lo que ahora nos aflige entre neoliberales y socioliberales, que un parlamento plural, sin mayorías absolutas, donde tengan voz los ciudadanos más que los aparatos de partidos poderosos que son en sí mismos un chollo para indignidades vitalicias? Votemos iniciativas sanas que han nacido de los ciudadanos y sus necesidades, no de los intereses, como son Verdes, Equo, Compromís, Podemos, Anticapitalistas, izquierdas renovadas y plurales, etc, etc.
De nosotros depende que las cosas cambien. Es la única herramienta civilizada que tenemos, y en realidad el arma más contundente de una democracia. El voto. Por favor, votad buscando el cambio a mejor, hacia el bien común más que hacia la inercia, la desconfianza y el miedo. Votemos para poder botarles de una vez por todas.
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