martes, 17 de abril de 2012

Y MARIANO LO SABÍA...











La visión de "el roto", en el País, va le más que el mejor discurso





La casa real ahora se quita el muerto de encima. Según dice en su comunicado exculpatorio, el viaje del rey no fue una escapada irresponsable. Y para eso, previamente, ya se puso en conocimiento del presidente del gobierno, que no dijo ni mú, ante el dislate indecente de su caprichosa, despilfarradora e incoherente majestad. Cosa normalísima, por otra parte, en el estilo marianil. Tan aficionado a no decir ni mú y a funcionar como un autista kamikaze, en plan "las muñecas de Famosa se dirigen al portal", con las pilas funcionando hasta que se agote la batería o se despeñen por un barranco, sin capacidad alguna de reacción para comprender el curso de la trayectoria y el peligro de la inercia fanática de una idea, que no es una idea, sino un adoquín que aplasta el córtex cerebral y le impide, precisamente, generar cualquier idea que no sea el falso silogismo que contempla y diviniza el peso y el volumen del adoquín en sí. 
La casa real, queriendo justificar al rey, lo ha puesto todavía más en evidencia, ha salpicado con sus basuras al jefe del ejecutivo y lo ha enfangado en el peor de los bretes. Porque si Mariano no hubiese sabido nada de ese viaje, la cosa quizás hubiese podido pasar por una locura delirante de ancianete con las neuronas flojas, por la edad, un arrebato senil, que se hubiese podido arreglar abdicando. Pero no. Si resulta que ese viaje majadero, inoportuno y ofensivo para los ciudadanos, está considerado como normalísimo por el entorno real y hasta  lo ha consentido el presidente, sin más, el caso cambia y se agrava hasta los niveles del horror. No sólo el rey es irresponsable, el jefe del gobierno también lo es, si conociendo las intención de ese viaje en el momento actual que traviesa el País y no lo desaconseja oficialmente, es tan irresponsable como el rey o si no se le comunicó en su momento y ahora la casa real pretende disimular el fallo garrafal, pasando  el marrón por la aprobación del ejecutivo, y Mariano Rajoy se calla y otorga, está a la misma altura moral de la éticamente incalificable majestad (¡?) implicada. 

El PP se equivoca, una vez más, si se ha creído que la mayoría absoluta es el derecho de pernada absoluto o que responde a una realidad social devota, sumisa y numerosa y que no es  simplemente más que una broma numérica de la injustísima y arbitraria ley electoral unida al resultado del miedo y la inseguridad que ellos mismos metieron en el cuerpo al electorado afín, aprovechando la crisis internacional como coartada. Sus propios votantes están espantados de la inutilidad de este gobierno, de su falta de reflejos, de su arrogancia estúpida y suicida, de su ceguera orgullosa y sobre todo de la ausencia aberrante de un plan serio, inteligente y válido para afrontar la crisis. 

El PP no quiere ni se plantea el bien común de los españoles, el PP, como el rey, sólo piensa en cazar el elefante del poder y cuando lo ha cazado se limita a disecarlo y a convertirlo en una alfombra bajo la que esconder la porquería de su corrupción, la mediocridad de sus nolíderes, las obsesiones de su fanatismo, su falta de verdadera cultura y visión política y democrática. El PP es un partido troglodita que sólo se maneja bien con el hacha de sílex y las pedradas con la honda de la difamación del contrario. No puede gobernar mejor de como se ha comportado cuando ha sido oposición. Lo suyo no es el ladrillo ni el cemento político del consenso y de la participación salvífica, sino la demolición primitiva y depredadora como único recurso. Ha sido tan torpe que pensó en la seguridad que da la ideología neocon. Que al llegar al poder en un mundo que gira a la derecha, ya estaría todo solucionado, sin más, porque la cosa entre colegas siempre va bien. Y se ha equivocado de medio a medio. 
La bofetada del gobierno argentino no es ni más ni menos que el boomerang karmico de una  sociedad agradecida a un juez decente que se ha indignado por la desvergüenza con que se le ha castigado y rechaza de plano a un gobierno corrupto en su base y en su connivencia con una justicia igualmente farisea, capaz de condenar inocentes para salvar la jeta impresentable de los culpables afines. Seguramente sin el "caso Grazón" de por medio las negociaciones empresariales con aquel país hubiesen sido muy distintas y también con cualquier otra nación que haya sufrido por causa política , fanática e intolerante, muertes en las cunetas, desapariciones exterminadoras y dictaduras sangrientas. Son los bofetones que la historia devuelve. Como al franquismo le devolvió el terrorismo vasco irracional, cruel y vengativo como el propio régimen que lo provocó. El terror, la injusticia,la barbarie, la hipocresía, la maldad, la estupidez y la mediocridad de los pueblos que no saben limpiar su pasado con una historia de honesta y humilde reconciliación, siempre, siempre, acaban pasando la factura más dolorosa en el momento más inoportuno. Es una ley del cosmos implacable, -la del talión- de la que sólo nos protege la inteligencia empleada en el bien común, en la ética generosa para todos, en la verdadera justicia limpia de la compasión y en la ausencia de rigidez y fanatismo que emplea el triunfo político como revancha y la ley como escopeta sin seguro contra lo que no favorece sus fijaciones más miserables.
Por eso, precisamente políticos de la talla de Suárez o del Zapatero de la primera legislatura, son las bestias negras de esa masa de ineptos que, como dijo Unamuno, refiriéndose al fanático partriotismo del general Millán Astrain, sólo quieren una España con la mitad de su cuerpo mutilado por una guerra estúpida. Como todas las guerras. 
A tal ceguera, tal rey y tal gobierno. Y ante tal panorama, una ciudadanía que despierta a la lucidez, horrorizada por la solemne imbecilidad y avaricia suicida de los gobernantes. Un caos que por lo insostenible tiene, afortunadamente, los días contados. La historia nos lo está demostrando. Y no ha hecho más que empezar.

No hay comentarios: