Comentarios: 41 | E. HERRERA
Los conservadores muestran su "respeto". El PSOE: el rey "ha hecho bien en disculparse".
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Ya estamos con la manía mayestática por atribución, del PP. Que ellos estén en sintonía con la monarquía y que eso les vaya de perlas porque les facilita el amparo de su fuente de poder, no significa para nada que España no necesite de la monarquía nada más que una sola cosa: que desaparezca. La monarquía, como la iglesia, es un resto fósil de sociedades antiguas y ancestrales, falsamente tutelares de la supuesta minoría de edad de los pueblos. Ya no es el caso de que se necesite al cacique y al chamán de la tribu, al pontifex y al imperator. Eso fue la organización, primero, tribal y después, imperial. No es ya el caso. No necesitamos sacerdotes mediadores entre el Olimpo y los mortales. Tampoco emperadores todopoderosos. Ambas jerarquías son propias de una sociedad de esclavos, no de ciudadanos libres, autosuficientes morales y responsables de sus actos y de su conciencia. Esos dos poderes se apoyan en la explotación de los más desvalidos y viven vampirizando la energía de los pueblos que manipulan.
Para el hombre civilizado su religión es interna, es su crecimiento como persona completa y con apertura al universo de la creación. En esa intimidad descubre el infinito y el conocimiento profundo de la iluminación, partiendo de la simplicidad de la evidencia y de su compromiso con la vida. Y lo único que necesita es ser educado para canalizar ese potencial hacia la vida y no hacia la destrucción.
Para el hombre civilizado, el gobierno que no empieza en el dominio y control de sí mismo, es un gobierno impositor e inútil. Y además tiránico. En un mundo donde ese dominio de sí no existe apenas, los gobernantes están a la misma altura que los gobernados. Por eso es tan aberrántemente "normal" que un rey o un jefe de gobierno mienta, sea adúltero, rijoso, irresponsable, desorientado, fanfarrón, prepotente y adicto a las emociones fuertes y brutales como la rivalidad política, la guerra o la caza de animales exóticos. Al fin y al cabo todo ello responde al mismo instinto depredador. Y es compartido por la masa que se refleja mayoritariamente en los gobernantes. Por eso éstos se siguen identificando como bastiones y símbolos de los que les aceptan como jefes, sacerdotes y legisladores. Por eso la democracia, el poder en manos del pueblo, es una falacia peligrosísima si el pueblo está dormido, es ignorante, bruto, estúpido e irresponsable de su destino, que deja en manos de los que mejor representan los vicios generales: la mentira, la ilusión, la ambición, la avaricia, la intriga y el chanchullo de las influencias y la corrupción. Hay que preguntarse por qué un pueblo libre en teoría vota hacerse esclavo. Por qué cuando le proponen una forma de gobierno determinada la acepta a cosa hecha. Por qué renuncia a reflexionar, a pensar y elige a quienes pueden llegar a intentar prohibirle esa libertad misma de opinión, de resistir pacíficamente lo injusto negándose a obedecer lo que dicta su conciencia, cosa que la mediocridad atemorizada de los gobernantes ineficaces y precarios, interpreta como rebelión y no como cambio a mejor para todos. Una ciudadanía despierta y exigente es un regalo para un gobierno justo y eficaz, pero es un castigo para un gobierno y para las instituciones que no están a esa altura.
Que sepa el PP y lo tenga muy claro, que España no necesita nada de la monarquía, que los ciudadanos saben muy bien que es la monarquía la que necesita a España para perpetuarse en el estatus en que vive. Lo mismo que el propio PP, que sin España ni españoles que les proporcionen votos, dinero de impuestos y aceptación, no serían nada tampoco. Los ciudadanos pueden asociarse y vivir del trueque, compartiendo y ayudándose unos a otros, organizando escuelas de barrio, intercambiando servicios, cultivos, enseres, libros, conocimientos, sin tener que pagar una multitud de intermediarios inútiles. Pero el poder en cambio no puede prescindir de la base que le alimenta y le llena los bolsillos y las oportunidades. Así que todo partido inteligente se dedicaría a cuidar muchísimo la base de sus sustento en vez de aplastarla y exprimirla hasta que desaparezca. ¿Qué harían el rey y Rajoy sin tributos, sin servicio, sin esclavos alrededor? ¿A qué se dedicarían? ¿Sabrían sobrevivir sin pueblo? En cambio el pueblo no sólo puede hacerlo, sino que ganaría muchísimo sin semejantes representantes que sólo conocen el abuso de poder y la amenaza como forma de gobierno falsamente democrático. Usan la democracia para poder llegar a suprimirla.
Así que más les vale comprender que los tiempos han cambiado y que si se pretende vivir de un cargo público más vale aprender a respetar los derechos y a colaborar en sus deberes con el bienestar de quienes les permiten llegar y mantenerse donde están.
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