Adèle es un ejemplo de la nueva energía. Una mujer con una voz privilegiada por un talento interpretativo conmovedor, que irradia salud y transparencia. Frescura y honestidad. Música viva. Belleza fuera de los esquemas tradicionales. No es una imagen enlatada, que sólo suena bien en los discos y que cuando afronta el directo es un gato disfónico y sin sustancia, como ocurre tantas veces con los fenómenos paranormales de fabricación artificial, hijos de la publicidad de masas y de intereses oscuros. Elementos que sin esos alambiques, no habrían vendido una escoba. Adèle se ha impuesto al sistema y vende su voz, pero no vende su metabolismo por una remodelación anoréxica ni vende sus kilos demás a cambio de nada. Está feliz de ser lo que parece y de parecer lo que es. Y es que la voz y el alma son la misma cosa. Un alma sana hace milagros con la voz y a un alma enferma, missing, vendida o muerta, no hay voz que la salve.
A nuevos tiempos voces más limpias y almas más sanas. Hasta en eso se nota lo que está llegando en el nuevo tiempo.
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