Rajoy nos ha salido susceptible, vaya por Dios. Resulta que con el espléndido panorama económico de sus tijeretazos a troche y moche, su política de "sentidocomún" tan transparente y clara, con tantas soluciones e ideas para crear empleo y sus aministías fiscales para el capital amiguete, no se siente valorado ni comprendido por los colegas de fatigas. Le ha molestado que Mario Monti exprese desde el extranjero y por segunda vez, la misma preocupación que hay en la sociedad española. Lo curioso es que ese cabreo es selectivo. Porque no le molestan las mismas observaciones hechas por Sarkocy. Es algo muy español: lo mismo que ofende porque lo dice alguien a quien se considera de menor cuantía, tiene bula y disculpa si lo dice alguien a quien se considera por encima, con más poder y prestigio. O sea, que a Rajoy más que el contenido de la supuesta ofensa, le molesta su procedencia. Los mismos argumentos que en Sarkocy, una autoridad competente, le suenan a consejo bienintencionado, en Monti, otro "pringao", o quizá más aún que él, le suenan a humillación beligerante. Es lo que tiene la "diplomacia" del patrioterismo.
Lo que no sé si se imagina el Presidente es que con toda seguridad, los euroavisos a España no han hecho más que empezar, porque ente el descontrol, la desorganización improvisadora, los donde un ministro de Economía dice digo y el gobierno dice Diego, los cargos de la administración se reparten como si fuese una partida de naipes, por los lazos familiares, de amistad y de apellido, en vez de elegirlos por méritos profesionales y por competencia demostrada, lo más seguro es que Europa acabe interviniendo directamente como en Grecia y coloque en el Gobierno a tecnócratas, tal vez ni siquiera españoles.
Ante la poca correa para aceptar críticas, tal vez Rajoy esté empezando a rebobinar lo que significa hacer una pésima oposición hasta cargarse la estabilidad y la convivencia democrática, pasarse ocho años, no sólo haciendo lo mismo que Monti al criticarle, sino ofendiendo, desautorizando y calumniando al gobierno elegido democráticamente en las urnas, hasta culparle de la crisis internacional. Con el agravante de que cuando le ha tocado saborear las mieles del juego sucio contra un enemigo, que para bien del país debería haber sido considerado un socio y aliado en la causa de las soluciones, la está pifiando sin remedio y cada vez más. En vez de proponer un gobierno de coalición, de hacer una llamada a la solidaridad, de pedir y ser receptivo a las propuestas de todos, de ponerse en contacto con los movimientos sociales reivindicativos que tienen mucho que aportar y pedir la unidad de todas las fuerzas sociales, debatir y realizar verdaderas reformas, se está dedicando a promulgar y a bendecir la ruina de todos. Incluida la ruina del sistema cada vez más insalvable.
Monti no ha dicho nada ofensivo. Se ha quedado corto. Muy corto, ante lo que está sucediendo y no debería suceder y ante lo que no sucede y debería estar sucediendo.
Para colmo parece que el factor dominante de Mariano y sus huestes es el miedo a una revuelta social, y está pensando en promulgar decretos y leyes que limiten el derecho de reunión y consideren la resistencia pacífica como delito. Si esa barbaridad se confirma, Mariano y sus huestes tendrán los días contados en el gobierno. Será Europa misma la que exigirá su dimisión y tal vez la disolución de las cámaras y unas nuevas elecciones de emergencia. No se puede afrontar una crisis gravísima con un gobierno irresponsable y en la Batuecas, que desprecia a los ciudadanos, que sólo sabe aplicar recetas ruinosas que asfixian la economía. Un gobierno cobarde ante los evasores de capital y tirano con los trabajadores, a juego con ese FMI, presidido por una gobernanta afín, que se atreve a sentenciar que "la gente vive demasiado tiempo" y que eso no es rentable, porque es mejor amnistiar delincuentes económico-fiscales que pagar pensiones a abuelos demasiado longevos que se han pasado la vida trabajando y que siguiendo la línea de Aznar deberían haberse hecho planes de pensiones por su cuenta. Este PP obediente y gregario, sumiso ante el poder y chulo ante lo que no puede, sin ideas, con mentalidad de bedel recortable, da escalofríos.
Mariano no se ha planteadoo ni por un momento hacer que la Gürtel, Emarsa, Urdangarín, Matas, Camps, Fabra, alcaldes y alcaldesas, líderes y lideresas, devuelvan todo lo que han dilapidado y robado o han permitido dilapidar y robar al erario público. Tampoco bajar los cospesueldos, ni limitar las horas de calefacción en el Consell, en vez de hacerlo en las escuelas públicas o en los aeropuertos vacíos de aviones, de viajeros y de cordura, pero llenos de vencejos y estorninos, como el cerebro de su promotor. No. Mariano sólo quería ganar unas elecciones y comprobar como se vive en Moncloa. Lo demás le viene grande.
Y como, por desgracia, España no cuenta con un jefe de estado de la talla del Presidente Napolitano, capaz de detectar un estado de emergencia y de sustituir a un inútil como Berlusconi por un oriundo más lúcido y capaz de afrontar la situación con aptitudes y disposiciones adecuadas, como Monti, al final esto será como el ocaso del reinado de Carlos IV . En vez de Napoleón y Pepe Botella, tendremos a la Merkel y a Sarkocy, obligando al PP a claudicar en un nuevo tratado de Fontainebleau, donde la España que se ofende tendrá que que claudicar y comulgar con ruedas de molino, cuando alguien que considera de poco pelo, le dice las verdades del barquero, pero se dobla en dos, si esas verdades se las impone el Napoleón de turno. Y seguramente será, como entonces, el pueblo llano el que acabará sacando las castañas del fuego. En ello ya anda, porque es mucho más previsor que sus gobernantes. Llenos de estúpido orgullo, de rídiculo patrioterismo, de prejuicios palurdos y más ciegos que el del Lazarillo de Tormes o que Pepe Leches.
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