sábado, 22 de mayo de 2021

Marruecos - Jose Luis Perales

  


Tengo que dar las gracias a los adolescentes magrebíes, especialmente de Marruecos, y algunos de Argelia, que durante cuatro años han ido desfilando por las clases de español, aquí, en el Centro de Acogida de ACCEM, hasta que la pandemia nos partió por el eje. Ellos y algunas ellas, -porque hay menos chicas que consigan escapar, si nos es en familia-, me han enseñado su idioma de  inocencia confiada y generosa, el lenguaje transparente de una bondad inimaginable tras un periplo de calamidades sin explicación humanitaria, que serían insoportables  para cualquier adolescente europeo, sufridas desde que nacen.

L@s tenemos ahí al lado, y no sabemos nada de elll@s. Desconocemos su inteligencia, su facilidad para aprender idiomas y para adaptarse a las circunstancias más difíciles, su generosidad a la hora de preocuparse por los demás, por compartir lo poquísimo que tienen si ven que pueden ayudar. En pocas semanas aprenden, comprenden, preguntan, se alegran de poder convivir sin miedo ni amenazas. Son una bendición. Son la Bienaventuranzas en su salsa islámica. Un milagro tan natural como la vida, la luz y el cariño compartido.

Me l@s imagino en pueblecitos de la España vaciada, en hogares compartidos y tutelados por el trabajo social, yendo a la escuela, ayudando a los vecinos en el campo, en las casas...aprendiendo oficios y estudiando informática, reciclaje, prácticas en los cuidados, diseño, costura, carpintería, construcción, artesanía tradicional inspirada en sus países de origen que luego se puede vender al turismo inteligente y ecológico, agricultura, gastronomía con los productos de la tierra...viveros de plantas ornamentales, en fin...Ellos son el futuro en países como el nuestro con más viejos que niños y la natalidad en caída imparable. 

Me pregunto si las previsiones del Gobierno para 2050  habrán caído en la cuenta del tesoro humano que supone ese don de los niñ@s que van por el mundo buscando una familia, un pueblo, un barrio, un destino que no los condene a morir de miseria provocada por quienes hace cientos de años dejaron sus países hundidos para siempre en la pobreza y en la esclavitud.  

Y cuando veo las noticias de Ceuta y Melilla alucino por la falta de inteligencia de Marruecos y con las reacciones del fascismo español. 

El mayor capital de  la humanidad es el tesoro de una buena, bien instruida y bien orientada juventud. Sea de donde sea y venga de donde  venga: ell@s son  en realidad la única conexión tangible que tenemos con el futuro. No tiene sentido este descalabro provocado por políticas en plan gallinas sin cabeza. 

Esperemos que se les pase pronto el colocón del sindiós que nos están encalomando entre tirios y troyanos.

No hay comentarios: