Hay que evitar enamorarse del proyecto que uno está diseñando. No sé
qué arquitecto dijo esto, pero ojalá aparcase el AutoCAD y se dedicase a
la política. 10 años ya del 15M. Si en siglos anteriores se celebraban
aniversarios por las tomas de poder, en el XXI celebramos el aniversario
de una toma de conciencia. Los nuevos tiempos han llegado con perfil
bajo para quienes aspiran a mundos mejores. No fue otra cosa el 15M que
una toma de conciencia, una puesta en común del momento vivido, un
encontrarse y saber ponerles nombre a los problemas y señalar
responsables. Lo cual no es poco. En sociedades complejas y atomizadas
como la actual, en las que quien entrega en bici la comida a domicilio
comparte yugo con quien hace el pedido, darle nombre a lo que pasa y
saber señalar responsables, como hizo el 15M, ya es una revolución en
sí.
El mejor favor que se le puede hacer al 15M es desmitificarlo.
Desenamorarse de él como foto enmarcada y momento mágico a recordar para
entenderlo y respetarlo hoy como una realidad que sigue en movimiento.
Con sus aciertos y errores. Como gritaría un zapatista ibérico, ¡El 15M
vive, el análisis sigue! La manera más justa de juzgar al 15M en su
décimo aniversario, si es que tal cosa hubiera que hacerla, sería con un
balance de resultados. Que no nos representan, que no. 10 años
después y haciéndole caso a Esperanza Aguirre –pues que se presenten a
las elecciones– los partidos políticos surgidos del 15M han logrado
éxitos en las urnas tocando poder institucional en todas sus formas:
grandes ayuntamientos, gobiernos autonómicos y, más recientemente,
Gobierno de España. 10 años después del 15M, sólo haciendo un ejercicio
de purismo se puede seguir negando que haya representantes políticos que
–con más o menos acierto– lleven consigo aquellas reivindicaciones de
quienes se indignaron en las plazas en 2011. No queremos ser mercancía en manos de políticos y banqueros. Una
noticia buena y otra mala. La buena es que 10 años después, la
política, es decir, ese pequeñísimo fragmento del poder al que apuntó
directamente el 15M, entendió tras aquellas plazas abarrotadas que la
falta de democracia interna, la opacidad y la permisividad con la
corrupción, no eran buenos compañeros de viaje con el personal
encabronado. La mala es que los banqueros –y quien dice banqueros dice
grandes empresas y medios de comunicación bajo su control– hace justo
diez años debían estar pasando unos días en la playa, porque las lógicas
15M ni les han rozado. PSOE Y PP, la misma mierda es. Si hubo
una víctima directa del tsunami 15M fue aquel PSOE que vivía cómodo
rascándole la espalda al poder económico que rascaba la espalda del
poder político. Muchos de quienes gritaban contra el PSOE en las plazas
habían sido sus votantes y entonces dijeron basta. Sin el 15M es difícil
imaginar a Pedro Sánchez saliendo victorioso del enfrentamiento a
muerte con el aparato de su partido e imposible imaginarlo siendo
elegido por la militancia a pesar de la brutal campaña mediática en su
contra cuando lo echaron a patadas. Nuestros sueños no caben en vuestras urnas.
Pues parece que sí caben o que se renunció a muchos de esos sueños.
Desde el 15M a esta parte, la batalla en la calle se convirtió en
batalla en las instituciones. Y las plazas se quedaron para los selfies
de recuerdo. Ni la ley mordaza, ni la ley electoral, ni la vivienda, ni
las asesinas políticas migratorias, por poner algunos ejemplos, han
hecho que las plazas hayan vuelto a llenarse desde entonces para gritar
hasta aquí hemos llegado. Apostarlo todo a la política institucional,
quizá sea apostar demasiado poco.
Como realidad en movimiento, es necesario entender por dónde ha
pasado el 15M durante estos años de viaje y calcular cuánta gasolina
podría quedarle. Si el 15M de 2011, heredero de aquellas primaveras
árabes, fue la primavera española, hay que recordar que poco antes de la
primavera vivíamos en invierno. Un invierno en el que Zapatero, ojito
derecho de la izquierda, decidió que no había más política en el
catálogo que la de plegarse a las órdenes del gran poder europeo que
había decidido que la crisis de 2008 la pagarían los de abajo. Tras el
invierno, la primavera cuyo décimo aniversario celebramos y tras esa
primavera, el verano. Un estallido de calor en el que del No nos representan se pasó al Sí se puede.
Y tanto que se pudo. Se pudo gobernar algunas de las principales
capitales del país con movimientos municipalistas protagonizados por
muchos de quienes habían ocupado las plazas pocos años antes. Tras el
verano, el otoño en el que actualmente vivimos. Un otoño en el que el
entusiasmo bajó de intensidad y pasó a segundo plano en el preciso
momento en el que, las peleas entre los herederos del 15M coincidieron
con la llegada en el otro hemisferio político de una primavera fascista.
Que los herederos se peleen, nunca augura buena salud para el titular
de las propiedades. Si aquel 15M de hace 10 años fue la primavera
española, muchos síntomas indican que el invierno del 15M podría estar
llegando. O no. Dependerá, como dependió entonces, de que un pueblo en
movimiento crea en sí mismo.
Hace diez años, el 15M fue que tu tío que hoy vota a Vox, no tuviera
más remedio que darte la razón cuando le decías mira qué panorama nos
están dejando. El 15M fue descubrir que la gran mayoría es
anticapitalista si se dan las circunstancias como se dieron en aquella
crisis del 2008 que pagó la gente. El 15M no fue más que una gran toma
de conciencia. Lo cual no es poco. Una toma de conciencia que 10 años
después necesitamos redefinir para evitar un nuevo invierno. Porque,
como decía Saramago, alguien que se perdió el 15M por poco, “¿de qué
sirve tener conciencia si no la usamos?” Pues eso.
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Comentario del blogg
Algo que objetar. 1) Enamorarse de las herramientas de nuestro trabajo es un
amor imposible; duran lo que duran y con eso ya tenemos bastante. Cuando un
buen martillo o un taladro se estropean por el uso, se sustituyen por otros, que al
menos sean tan buenos como los primeros. El 15M no fue una aventura para enamorarse, solo fue una herramienta muy
útil y superválida para empezar a cambiar, pero nada más; por eso ahora necesitamos renovar la caja de herramientas que incluya la calidad de las anteriores y
sirvan para la construcción de un presente distinto. ¿Acaso a los 20 años se sigue yendo a la guardería o se sigue tomando biberón antes dormir?
2) La conciencia no es "decir", ni una herramienta
ni un aparato mecánico que se usa o no, según los humores, deseos o colocones que se
tengan. La conciencia cuando se crea y se activa es un antes y un
después existencial y nada ni nadie tiene el poder de desactivarla, ni siquiera nosotr@s en los peores momentos, ella sigue en pie emitiendo su luz y su energía nos levanta, nos reconforta, nos reanima, nos abre las puertas de unas posibilidades que ni imaginamos, ella nos enseña el mejor lado de la resiliencia, el discernimiento, la capacidad de reinventar la vida que nos inunda para bien si sabemos mirar además de ver. Quien de verdad la tiene disponible no puede pararla y quien no
"la usa", es porque aun ni la conoce ni la ha desarrollado y solo le suena el
nombre vacío de sentido y más próximo al tópico sobeteado por el desuso, que a la realidad experimentable de lo que Platón llamó anámnesis, o sea, "reconocimiento" del sí mism@, realmente consciente y capaz de todo lo mejor, no porque se sea perfecto, sino porque se valora tanto el error como el acierto.
La conciencia es un segundo nacimiento, una resurrección, una
vida nueva que nos restaura y nos cambia mediante nuestra misma disposición liberada poco a poco de nuestros egos pochos, es un satori transmutador como lo
llaman en el zen. El despertar es individual primero y colectivo
después. No es forzado sino fluído y profundo, nos pone patas arriba los prejuicios y los sambenitos, las "clases" y las castas. Y a partir de ahí hay un nuevo comienzo. Se nos pueden contagiar los efluvios del fenómeno si estamos rodeados de seres humanos en proceso de apertura, pero solo
dan resultado si hay una disposición personal irrevocable de conciencia
en proceso de despertar y por ello, activa. Que no come el tarro a nadie, basta con la
vida y el ejemplo, con la calidad materializada del pensamiento y de la
voluntad.
Sin profundizar en el Ser, todo es vacuo y todo se desinfla por sí mismo,
no porque el objetivo falle, sino porque no hay conciencia que lo diseñe, lo ilumine
y lo adapte, canalizando energía nueva hacia la realidad que se gestiona, no desde el caos y
perdiéndose en vericuetos y juicios paralizantes, sino desde el
equilibrio ético, sano y lúcido que nuestra conciencia emana y reparte, especialmente cuando se experimenta el plano del Nosotr@s.
La humanidad es el tren, la conciencia es el motor, el alma el combustible y
el espíritu el viaje por etapas. La velocidad la eligen los maquinistas que somos tod@s sin saberlo, funcionando desde el whifi infinito que nos sostiene sin hacerse notar. Nada es más humilde, discreto y eficaz que ello. Lo demás que va ocurriendo está incluido en el
pack viajero. Si ni siquiera se es consciente de nuestra condición -estamos de paso hagamos lo que hagamos- de nada servirá que
nos enamoremos a tope de cada asiento del tren o de cada estación. Si ni siquiera somos
conscientes del transporte ni de lo que hacemos en él. La cuántica del cosmos es siempre sorprendente, nada ni nadie la puede manipular. Sólo el Amor está a su altura. Nunca el enamoramiento, que viene a ser como una cerilla comparada con una hoguera.
Por más
revoluciones y 15Ms que hagamos si no se despierta y se actualiza
constantemente el proceso viajero, todo se queda en nada. Como los enamoramientos y
"la ilusión" que siempre llevan marcada la fecha de caducidad, tanto en lo cuantitativo como en lo cualitativo.
Leer y conocer la historia, meditar sus movidas, ya debería haber
hecho mella en nuestra especie, pero, claro, está tan ocupada la pobrecica en vaciarse como en llenarse de los residuos y cascotes que produce la
misma falta de sustancia, que no le queda tiempo para nada más si no cambia de rumbo y de actitudes. Es mucho más sencillo de lo que imaginamos,
pero hay que deshacerse de la resignación y del afán desbaratado de poseer y devorar todo cuanto
antes, de controlar y desparramarse al mismo tiempo, en la nada, lo mismo en lo que nos aturde que en lo que nos 'orienta' desorientando, todo significa
lo mismo para la bulimia "normal" que produce ese des-vivir en sueños
creyendo estar despiertos. Por eso el despertar en tan duro y traumático que solo se alivia. por poco tiempo, a base de somníferos de todo tipo con tal de que todo siga igual "en la normalidad"(¡?).
No pidamos milagros
imposibles: nunca tendremos una sociedad mejor que esto, si la
conciencia de cada un@ de nosotr@ o está missing o no tiene hueco donde poner los pies.
Si quieres que el mundo cambie a mejor, cambiemos cada una de nosotr@as ¡¡¡Ya!!! ¿Qué más tiene que ocurrir y tendremos que soportar para despertar de una puñetera vez? Como se dice en València: és que no en tenim prou, belles dorments?
Menos negatividades y más esperanza. Menos enredos y más despertadores. Menos plástico ideológico y más naturaleza viva. Que estamos hasta la peineta de rapapolvos inútiles y de cenizos paralizantes, xd! Basta ya. Nosotr@s somos la sal y la luz, somos la savia que fluye, la energía que puede reanimar y resurgir, la medicina que nos cura ¿por qué actuamos al revés y hasta en contra del diseño divino que somos?
Porque nunca lo hemos experimentado, nunca nos han dicho ni demostrado que otra vida es posible en este mundo si cambiamos de andén; por eso la droga es cada vez más utilizada como paliativo del imposible en tal disposición, porque produce efectos "paraconscientes",puntuales, que duran un rato y mejoran síntomas momentáneamente, aunque luego sea mucho peor el "remedio" que la enfermedad. La conciencia nunca crea adicción ni dependencia: es la fuente de la verdadera libertad.
Si no despertamos, una por uno y en común, siempre seremos esclav@s de la misma opresión devastadora: nuestra siesta sin límites.
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