martes, 12 de enero de 2021

Rascando sin parar en la espeleología católica, nada apostólica y muy, pero que muy romana (imperial, por "sus/puestos")


Vaticano El Papa Francisco regulariza que las mujeres puedan dar la comunión y leer textos en la misa

El Pontífice ha autorizado esta nueva regulación en un 'motu proprio' que introduce cambios en el actual código de Derecho Canónico y que, por el momento, no se abre a la ordenación sacerdotal de las mujeres.

Papa Francisco.
El papa Francisco ha autorizado esta nueva regulación en un 'motu proprio' que introduce cambios en el actual código de Derecho Canónico. Archivo.  VINCENZO PINTO / EFE

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El papa Francisco ha autorizado que las mujeres puedan ejercer el ministerio estable de lector y acólito, un papel reservado hasta ahora a los varones, dándoles así funciones en el altar para ayudar durante las misas, las celebraciones religiosas y para distribuir la comunión, funciones que llevaban décadas realizando sin reconocimiento alguno por una ley que solo autorizaba a los hombres. Aunque, por el momento, esta opción no se abre al sacerdocio.

El papa Francisco ha autorizado esta nueva regulación en un motu proprio (documento pontificio), que introduce cambios en el actual código de Derecho Canónico. En este sentido, se revisó el documento de San Pablo VI Ministeria quedam (1972) que solo permitía a los varones recibir los ministerios del Lectorado y el Acolitado.

El papa ha explicado en la carta apostólica Spiritus Domini en forma de motu proprio, publicado este lunes por la Oficina de prensa de la Santa Sede, que su decisión es fruto de un "desarrollo doctrinal" que se ha dado en los últimos años, que distingue ciertos ministerios para los que es necesario haber sido ordenado sacerdote, de otros cuya condición única es estar bautizado.

El Vaticano ha especificado en un editorial publicado en sus medios de comunicación que el hecho de que las mujeres lean las Sagradas Escrituras durante las celebraciones litúrgicas o que desempeñen "un servicio en el altar" no es ninguna novedad. "En muchas comunidades del mundo son ya una praxis autorizada por el obispo", se lee en el editorial. Si bien, estas realidades se daban sin un "verdadero mandato institucional", según aclara el Vaticano.

El papel del acólito y del lector

"Por estos motivos, me pareció oportuno establecer que pueden ser instituciones como Lectores o Acólitos no solo hombres sino también mujeres, en quienes, a través del discernimiento de los pastores y después de una adecuada preparación, la Iglesia reconoce la firme voluntad de servir fielmente a Dios y al pueblo cristiano", escribe el Papa en una carta al Prefecto de la Congregación de la Fe, el español Luis Ladaria.

Con esta nueva instrucción del Pontífice, las mujeres podrán ejercer de acólito, que es aquella persona que, sin tener órdenes clericales, puede actuar en situaciones extraordinarias como ministro, administrando la eucaristía y cumpliendo funciones en el altar. 

Su función, que es distinta a la que ejercen los monaguillos, ha sido tradicionalmente la de colaborar con el presbítero o el diácono en la misa y en otras celebraciones de la liturgia. En situaciones especiales, pueden incluso dar la comunión si hay una gran cantidad de comulgantes o si el ministro está ausente.

Por su parte, el papel del lector ha sido siempre necesario pues siempre se han leído en la iglesia las escrituras del Viejo y el Nuevo Testamento ya sea durante la misa, y en los otros oficios. Para el ministerio de lector se requiere una doble instrucción: bíblica y litúrgica.

El papa también especifica que "con respecto a los ministerios ordenados, la Iglesia no tiene de ninguna manera la facultad de conferir a las mujeres ordenación sacerdotal". Aunque ha establecido una comisión para estudiar cuál fue el papel o si existieron las llamadas diaconisas en los primeros años del cristianismo, por el momento el tema de la ordenación sacerdotal de las mujeres ha quedado totalmente estancado. 

Imagen de archivo del papa Francisco. - EFE/EPA/Riccardo Antimiani

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Comentario del blogg

Madremía, qué obsesión con escarbar en  la tumba del Tutankamón ritualista a toda costa a estas alturas de la historia. Me pregunto muy seriamente en qué punto de evolución anda el catolicismo y seguramente tantas otras religiones adjuntas, opuestas o entreveradas, como para que en pleno estallido apocalíptico global esa iglesia ande tan preocupada por la posible feminización de unos rituales que en realidad nunca han sido una cuestión de género, sino simplemente de miseria  pantocrática e ignorancia machista entronizada. 

Semejante rifirrafe no debería tener ya el menor sentido en una iglesia con luces normalitas, que sabe lo que cree, y convencida de que Jesús de Nazaret jamás hizo discriminación alguna de género, y no solo eso, es que para él no había diferencia alguna a la hora de valorar a los seres humanos, lo dejó bien claro en sus palabras y en sus actos. A ver, un ser tan lúcido y sano como el carpintero de Galilea que revolucionó su mundo y su tiempo sin necesidad de ejercer poderes fácticos ni comerciales ni imperiales, ni bélicos, ni religiosos ni científicos, ni sectarios, no podría haber hecho otra cosa. Para manifestarse como hijo del hombre tuvo que ser obligatoriamente hijo de la mujer, hasta el mismo Dios de entonces, se vio obligado a pasar por el aro de su propia creación para poder manifestarse en este plano de la evolución, que por supuesto, es también el sistema que utiliza para los mecanismos de la vida materializada, su creación más elemental, hasta la fecha. 

Es más que evidente que un ser humano no puede nacer de la costilla de otro por más que se empeñe el Génesis bíblico en sus leyendas mitológicas, así que los dos géneros que conocemos masculino y femenino son iguales a la hora de concebirse, de nacer y de vivir. Solo les diferencia la mirada y la actitud con que se les recibe aquí, cómo se les trata y se les domestica desde el momento en que pisan/pisamos este Planeta. 

La creación no ha hecho jamás discriminación ni condena alguna entre los géneros, todo ha sido siempre una cuestión de rituales y vericuetos prefabricados a favor del poder, del imponer, del mandar, del discriminar y manipular, justo, lo que la creación con su energía igualitaria nunca ha hecho. Todos y todas tenemos cuerpos semejantes en lo fundamental, habitamos el mismo lugar cósmico, compartimos tiempos y espacios, tenemos las mismas funciones orgánicas, hasta el punto de poder compartir la sangre en transfusiones y órganos del cuerpo en los transplantes, que pueden ofrecer y recibir hombres y mujeres por igual. En ambos géneros se tienen capacidades fantásticas y limitaciones cognitivas sin que sea necesariamente cosa de hormonas ni de inclinaciones sexuales determinadas, basta con disfrutar o padecer determinadas condiciones educativas y/o ambientales, las  y los individuos de ambos géneros pueden ser extraordinarios, creativas, inteligentes o imbéciles sin más, deficientes voluntarios y mala gente en determinados campos o  magníficas personas en otros. Lo fundamental es cómo y de qué modo se canalizará nuestro camino, una vez que decidimos qué hacer y en qué dirección nos enfocamos con lo que tenemos a nuestra disposición. Así entramos en el circuito consciente de alma y conciencia, una doble herramienta del espíritu que actúa en todos los planos del Ser mientras se refleja en el existir, su espejo material. 

¿Es necesario pertenecer a una religión para llegar a ese punto de despegue hacia el adentro? No. Incluso a veces da mejores resultados no haber tenido nunca una religión como referencia básica, si esa vía se presenta como una losa encima y delante del camino, que maniata el alma, confunde la mente, retuerce la voluntad y desintegra el vínculo natural con el Infinito, que todo ser vivo lleva impreso en su interior y cuyo descubrimiento es vital para la vida tanto individual  como comunitaria t como planetaria.

 

Una vez conocida y estudiada adecuadamente la condición humana tras nada menos que veinte siglos de rodaje, en el terreno religioso de Occidente al menos, ya es hora de ir acabando con ese afán católico/machista de permanecer encadenados a referentes paleolíticos como el que nos presenta este artículo acerca de un asunto que a estas alturas de la Historia y de la Antropología debería estar, no ya superado, sino hasta expuesto en los archivos y museos arqueológicos como un referente que interfirió y enredó durante siglos las enseñanzas vivas y directas del espíritu en su camino humano de transformación evolutiva y regeneradora constante de la Vida en todos sus ilimitados aspectos, muchos de los cuales aun no existen y por ello, precisamente, pueden ser descubiertos y potenciados por el desarrollo integrativo e integrador  de la humanidad, haciendo posible que el amor inteligente que brota del sentimiento cada vez más transparente, sano y activo desarrolle funciones nuevas adaptadas a la constante creación del Todo. 

Lejos de crear en seis días este universo, el Todo Infinito, e individualizado en su diversidad unívoca, no para de crear, no necesita descansar, pues su 'descanso' también es creación. ¿Acaso cuando descansamos dejamos de respirar o de pensar? No. 

Las religiones han hecho lo que han podido, pero su tiempo se ha terminado. Está clarísimo. Ya no es el momento de intentar  religare, de atar dos veces algo tan imparable e inmanejable como el espíritu, esa fuerza que Jesús definió así: " que sopla donde quiere y como quiere" y no precisamente a lo loco, sino todo lo contrario, a lo normal, a lo sencillo, a lo grande dentro de lo más pequeño y viceversa. La enseñanza de este nuevo camino no es agarrarse a los dogmas que nos han atado durante milenios, ni sentirnos profetas repetidores de ecos que nunca se han entendido porque eran solo reflejos en el agua de la búsqueda de algo que nadie desde fuera de nosotros mismos nos puede dar, sino soltarlos de una vez por todas. Lo cierto es que los dogmas no solo no nos han hecho mejores, ni más despiertos, sino que además, para más inri, nos han entretenido durante generaciones y generaciones en la misma caverna que Platón definió divinamente en el siglo V antes de que Jesús naciese, para intentar aclarar al menos un poco el origen de los entuertos humanos. 


Así que, despidamos con cariño y alivio el tiempo de la oscuridad remasterizada siglo tras siglo. Ni este papa ni ningún otro puede ni podrá cerrar el ciclo de un éxodo interminable a través de la manía discriminadora, rígida y fuera de quicio con que se mantienen unos preceptos que nadie valora, en la conservación de unas estructuras ya tan podridas per se que se van descomponiendo sin necesidad alguna de que nadie las deshaga. 

Un ejemplo así de simple: en el caso impensable de que Jesús aprobase el reparto diario de hostias consagradas a fetichistas fanáticos del culto, convencidos de que son su cuerpo espiritual, que él mismo dio por entregado para siempre como alimento espiritual evidentemente y no caníbal, para toda la humanidad después de ocuparse antes que nada de multiplicar panes materializados entre los pobres, de sanarles  de toda enfermedad y reconciliarles consigo mismos entrando dentro de sí, como hijos que vuelven a la casa familiar de una Humanidad evolucionada y libre de enredos litúrgicos en templos convertidos desde siempre en cuevas de ladrones, -según sus propias palabras-, podemos estar seguros y seguras de que ni se le pasaría por la mente discriminar a las mujeres e impedirles ser repartidoras de hostias. Una metáfora que se ha tomado al pie de la letra como esencia sustituta de lo que nadie en ese ambientazo se atreve a vivir plenamente: la igualdad de los hijos e hijas del Infinito Amor que nos hace posibles y auténticos, más allá de dirigibles y manipulables, mucho más supersticiosos y llenos de temor, que libres y decididos a solventar nuestro presente en la buena noticia como los lirios del campo y las aves del cielo. 

No quiero imaginar qué haría y diría Jesús si apareciese en ese berenjenal de sotanas, tiaras, mitras, baldaquinos y retablos...que prefiere dejar que las manos de los pederastas, esos que escandalizan a los pequeños, -como ya adelantó en el evangelio advirtiendo que más les valdría atarse al cuello una rueda de molino y tirarse al mar que andar en semejante lodazal perverso-, repartan las hostias que jamás deben consagrar mujeres, como la que le trajo al mundo, o las que le cuidaron en Betania, le acompañaron hasta la cruz y le vieron recién resucitado antes que ningún otro miembro del grupo apostólico. 

Si lo pensamos evangélicamente y con la evidencia de los acontecimientos, ninguna mujer sana, libre y que comparta la vida con el espíritu estará interesada en formar parte de esa comedia sin sentido y mucho menos en "ordenarse" sacerdotisa de nada semejante. O sea de nada. Los sacerdocios son herencia de los cultos mitológicos y de las jerarquías del viejo mundo. Nada que ver con la realidad espiritual regeneradora que sana, que equilibra, que camina en otra dirección. Y que nos abre las puertas de un mundo renovado por nuestro despertar de regreso a Casa, ese estado social y fraterno que ahora debemos construir entre todas y todos. No valen disfraces ni dobles lenguajes, ya lo iremos viendo y celebrando sin excluir a nadie de nada. 

P.D. 

Ah, casi se me olvida: tras el Concilio Ecuménico Vaticano II, las mujeres accedieron a leer los textos litúrgicos en el altar durante la misa y muchas religiosas, sobre todo en misiones, llevaban a los enfermos la comunión y la extremaunción, también la daban a veces en las iglesias a las que no podía llegar un cura a decir la misa de los domingos. 

Yo misma, y perdón por autocitarme, en una quedada terapéutica en el penal de El Dueso trabajando un verano con los reclusos hace un montón de años, fui autorizada por el entonces capellán penitenciario para dar la absolución a uno de ellos que no pudo contar con el sacerdote y la necesitaba. Y sí, Jesús estaba allí, en mi hermano preso. Nunca lo podré olvidar. Doy testimonio. Y que el sanedrín se lo tome como mejor le parezca. 

El Infinito sopla donde quiere y como quiere. Menos mal.

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