domingo, 17 de enero de 2021

Una reflexión impecable. Gracias, Antonio Maestre y gracias eldiario.es por editarla gratis para quienes no pueden pagar por leer. Un gesto de humanidad solidaria muy de agradecer

 

Madrid tiene lo que se merece

eldiario.es

Una semana después de la nevada Madrid sigue impracticable. El caos del sábado pasado se ha perpetuado en el tiempo gracias a la ineptitud política de los dirigentes de Madrid y se ha esclerotizado en forma de placas de hielo. En Madrid ya han pasado ocho días sin que se recoja la basura, sin que se pueda caminar por las aceras y sin que muchos vecinos puedan coger sus coches. Este miércoles se cumplirán diez días de retraso desde que los niños tuvieran que haber vuelto al colegio pero no pueden porque la comunidad autónoma no es capaz de garantizar el acceso ni la seguridad. Una nevada que cayó de la misma forma en otras ciudades y provincias que ya han recuperado la normalidad sigue poniendo en jaque a todos los madrileños. Pero tienen lo que se merecen. Han elegido a quien promete una pala en vez de impuestos para que no la necesiten.

Ayuso y Almeida realizan la gestión para la que se les ha votado. Su única medida es bajar los impuestos a aquellos a los que las cosas les van bien y así les puedan ir un poco mejor, privilegiados que agradecen haber elegido a alguien como ellos. Pagan menos impuestos cada año y con un buen sueldo pueden permitirse pagar un colegio a sus hijos y un seguro médico para esquivar las listas de espera, el coche en el garaje les hace obviar la merma constante en el transporte público. Ni se enteran, todo son ventajas. Para los otros, los olvidados, aquellos a los que habitualmente las cosas les van mal, tener a alguien como Ayuso y Almeida gobernándolos es un suplicio constante. Sus medidas son la depauperización de los servicios públicos para el día a día y una pala para quitar la nieve cuando suceden eventos meteorológicos excepcionales mientras les obligan a ir al trabajo.

La nevada ha demostrado lo que sucede cuando el modelo está hecho para quienes no precisan servicios públicos de forma cotidiana: cuando la mayoría los necesita, el sistema colapsa. No es un error, es ideología. Les han votado para eso, aunque algunos de los que les han elegido se creyeron entonces de forma sincera que iban a gestionar la res pública de forma más eficiente. La derecha libertaria de Madrid que encarnan Ayuso y Almeida está para demoler lo público y que sea el individuo el que se arregle a sí mismo los problemas incluso cuando se trata de limpiar la nieve de la calzada, los accesos al colegio o la basura en contenedores sin recoger durante cinco días. Es su modelo, Madrid tiene lo que se merece. Para eso les votaron, para sacar pecho cuando las cosas funcionan por sí solas y lavarse las manos cuando se estropean. Del PP de Madrid te acuerdas cuando sufres una catástrofe y te das cuenta de que no has contratado un seguro. Es un gobierno con franquicia alta.

La retórica reaccionaria-libertaria que sirvió para legitimar el asalto al Capitolio es la que justifica que se obligue a los sanitarios a ir al decorado hospitalario de propaganda de Ayuso y que no ve mal que se dé a los pacientes para comer un caldo negruzco y guisantes con moho. Está basada en una idea troncal que vincula a ambos comportamientos, el rechazo al Estado del bienestar porque se considera enemigo de la libertad individual. Un comportamiento que acaba viendo la democracia que valida y defiende ese Estado del bienestar mediante la recaudación de impuestos como una amenaza. Esa idea fundamental del pensamiento reaccionario-libertario es la clave de bóveda de todo lo que sucede en Madrid desde que Esperanza Aguirre instauró esa política de individualismo salvaje.

El trumpismo cañí ha quedado al desnudo con la nieve de estos días. Escuchar a Ayuso mintiendo de forma descarnada al expresar que nadie había previsto la nevada para ocultar su incapacidad a la hora de solucionar los problemas que Filomena ha causado es solo el ejemplo más evidente de una ideología que tiene como única solución la mentira, el fanatismo y la búsqueda de un culpable para ocultar su ineptitud. Madrid es zona catastrófica, pero no por los daños que Filomena ha causado, sino por unos gestores que tienen como única política bajar los impuestos y demoler los servicios comunes que nos protegen y dan amparo. Y lo hacen cobrando desde las instituciones públicas.

 

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Comentario del blogg

 

Sin duda este artículo de Antonio Maestre es una verdadera resonancia magnética del actual hundimiento político y administrativo madrileño. 

Tal vez un agravante que no se tiene en cuenta a la hora de constatar los daños innumerables que se están padeciendo en la capital del Estado es la relación innegable entre contaminación política, corrupción y medio ambiente; es muy posible que un aire irrespirable, podrido in crescendo desde que se han empeorado las condiciones atmosféricas de Madrid, suprimiendo restricciones fundamentales del tráfico y el fomento de zonas peatonales y humanizadas, al eliminar las mejoras ya de pura supervivencia que Manuela Carmena introdujo en el municipio, hayan facilitado que millones de partículas de plástico y dióxido de carbono flotantes en el aire y en la propia nieve, se hayan solidificado hasta producir cambios derivados en los propios elementos químicos y dando lugar a una petrificación inesperada del hielo que no se ha producido con esas características en ningún otro lugar, incluso en climas mucho más peliagudos a la hora de helar. 

Y es que materia y energía, pensamientos, decisiones y actos, lo cualitativo y lo cuantitavo son fenómenos inseparables del noúmeno que los produce; a causas nefastas, efectos similares a ellas. Sin alma ni conciencia es imposible orientar la mente hacia las mejores soluciones, como son determinar, localizar y prever los procesos destructivos para evitarlos y/o reconducirlos favorablemente para los seres humanos antes que para la especulación, si ya están en marcha. 

Sin conciencia nos faltan las gafas adecuadas para ver la realidad tal como es y no como la imaginamos o deseamos que sea, si la finalidad no es el bien común, sino por encima de todo el provecho particular. La mente y la emoción humanas se han hecho más potentes y agudas en los últimos siglos, pero no más sanas ni más evolucionadas en el potencial impulsor y mantenedor de su esencia. 

 Aun no se ha comprendido con un nivel evolutivo exponencial que sin ética no hay vida sostenible más allá de la mecánica y sobre todo si la especie está autodirigida a lo peor de sí misma por inercias erróneas que se asumen como una única realidad asumida como inmutable durante generaciones, llegando ya  a un estado hasta orgánica y planetariamente insostenible, si no hay un giro copernicano hacia un nivel más lúcido e integrador, espiritual (que nada tiene que ver con éxtasis, ojos en blanco,dogmas, pecados de cómoda repetición a pesar de las absoluciones, ni colocones  litúrgico/emocionales) 

Nada pasa por casualidad, sino por causalidad con efectos inevitables, que dependen 'de' y varían 'según' la cualidad cuantitativa exponencial de las causas. Ese estado de des-conciencia nos impide la conexión inmediata y/o progresiva con la nueva energía que necesitamos, y que una vez conectada nos transforma y nos facilita una vía hacia la transmutación ya imprescindible, accediendo naturalmente a un estado de salud personal y colectiva que crece al mismo tiempo y ritmo de nuestra experiencia, cuanto más numeroso sea al quantum humano, más crece y "se contagia" la experiencia del cómo y del qué, una especie de pentecostés interconectado sin religiones de por medio, que funciona como un whifi a nuestra disposición conectiva, siempre que nuestro Ser ya despierto no siga atado voluntariamente al solo existir mecánico, de repetir, vegetar y pastar, pelear, rivalizar, combatir, ganar o perder, sin descubrir el valor fundamental de cooperar y así degradarse como hasta ahora ha venido siendo "la  normalidad", que cada vez será más patológica y destructiva si no nos transformamos evolucionando a mejor desde dentro cualitativamente, cambiando al mismo tiempo lo que nos rodea de un modo natural y madurando, que ya toca -no se usan en la edad adulta las cunas, los baberos, chupetes, sonajeros y biberones-;  todo el proceso se realiza en el cambio de graduación de vista espiritual y por ello, racional-emotiva sensible que nos está pidiendo a gritos la evolución , dejando en evidencia los resultados del marrón que hemos liado siglo tras siglo al confundir lo esencial con una tómbola de feria egocéntrica y a la greña, siempre cocinada y servida a petición de un ego demoledor. 

Un ejemplo muy sencillo para comprender este drama autogestionado: hasta ahora hemos estado solo centrad@s en cada un@ como si fuésemos piezas independientes de un caos de quita y pon que hemos llamado "vida", desparramadas por una selva intrincadísima y nada hospitalaria, afanad@s en conseguir satisfacción y felicidad con obsolescencia programada, pero ahora, agotada ya la vegetación selvática que nos tenía entretenidos y más perdidas que el sentido del ridículo de Trump, tenemos la posibilidad de subir al monte despejado del presente íntimo, más allá del caos y los teleles, a un horizonte interior, provechando el confinamiento material ya inevitable y obligatorio para sobrevivir, y así descubrir la totalidad de la experiencia en sus mejores posibilidades: tod@s somos piezas de un mismo puzle sin límites del que no se puede huir sin perderse para siempre y deshacerse en el agujero negro del disparate de una nada sin sentido ni presente ni futuro. Cada pieza por su lado intentando poderlo todo sin conseguir nada más que agravar lo que se pretende solucionar, mareando con subidas y bajadas, fijaciones, histerias, miedos rabietas y miserias a tutiplén, intoxicando, manipulando, mintiendo o creyendo mentiras como verdades, mientras perdiendo el tiempo y el espacio disponibles, algo que  no tiene sentido, se inutiliza el espléndido capital humano recibido en herencia cósmica hasta convertirlo en un estorbo-enfermedad para la misma vida; pero no estamos condenados a ese suplicio, porque  al mismo tiempo delante de nosotros tenemos la posibilidad de la bifurcación, del cambio si conectamos con la armonía del puzle infinito original que desconocemos aunque lo llevamos puesto por dentro; cuando eso sucede, se abren las puertas, entra la luz que no paga recibos por alumbrar y  volvemos a casa plenamente,  descubriendo algo que no imaginábamos porque nadie nos lo dijo y cuando  alguien intentó hacerlo se le silenció y se borró el mensaje para que el cambio no fastidiase el plan de lo insoportable. Pero la buena noticia no cambia, sigue erre que erre ahí para revelarnos la verdad: somos TODO. Aunque como ya avisó  Miki en su canción eurovisiva, la venda tiene que caerse para poder verlo y asumirlo al comprender.

 

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