jueves, 21 de enero de 2021

El rap del CO2. València Today

 

He pasado por el centro 

de València capital

al toque del mediodía, 

una jornada invernal 

acariciaba las calles

con térmicas sensaciones

en helados desvaríos,

rachas de viento al pasar

haciendo de rodapiés  

entre autobuses y coches

que pitaban sin cesar 

multiplicando los fríos,

y restando soluciones, 

repartiendo contundencias

entre berridos feroces 

y claxons descerebrados.

Ni un bendito ser humano 

al que poder dirigirse

y preguntar el por qué 

de tal acontecimiento

 

Una ausencia fantasmal 

de palabras y motivos,

solo estruendo nada más

y abundante guarnición 

de apetitoso CO2

asaltando mascarillas 

sin ninguna compasión,

hasta, que por fin, pasó 

una triste furgoneta

con un cartel en la grupa

cuyo letrero explicaba 

el quid de la rebelión:

"¡Salvar agencias de viajes

 y bares al por mayor!"

(¿Quién habla de salvar vidas? 

¡Menuda frivolidad!)

Imperdonable ese olvido 

de este mundo despistado

¿Cómo no habíamos caído 

en esa necesidad,

que ya es como respirar 

en claves de economía

para un país que jadea 

entre una masa infectada

por el amontonamiento 

de una ambición desmedida

y la carencia total 

de vida y de producción

en la infinitud vacía 

del resto del territorio?  

 

Todos amogollonados,

ocupando los baretos

y las agencias de viajes 

para fomentar consumo

y excursiones a Japón, 

a Sidney o a Katmandú,

a California o Las Vegas,

cuando un mundo apaleado 

rebosante de pandemia 

y abaratando contagios 

en las rebajas de enero

es el chollo del momento. 

No nos vamos a parar 

a revisar qué hemos hecho

con nuestro propio país 

quitándole producción

para conseguir dinero 

entre las casas de apuestas

y el negocio sin dar brot

los chiringuitos rentables,

que nada tienen que ver 

con un trabajo aburrido,

si es mucho más divertido 

estar en un mostrador

vendiendo viajes tan kukis

que andar por campos y huertos 

currando de sol a sol

y recogiendo hortalizas,

repartiendo cestas verdes

y cuidando  de la tierra

saliendo cada mañana 

para saludar la aurora,

en vez acabar el curro

cuando el cliente se va

pasada la media noche

rezumando cubalibres

y allí nos toca limpiar

los despojos, las cenizas,

los posos y salivazos

que acabarán contagiando

sin que se pueda evitar.

 

Y conseguir de ese modo

que todo siga lo mismo

en vez de ver lo que pasa 

y lo que se está acabando

para poder corregirlo, 

pues se hace lo que haga falta,

como salir con los coches

 -que andar es cosa de pobres- 

y envenenar la ciudad

con los humos del CO2 

resoplando a todo trapo

con las napias del motor,

esencia de gasolina 

emitida al por mayor

y combustión de tabaco 

sin que nada ponga freno, 

pues a ¡por ellos iremos!,

que Trump no gobernó en balde 

ni Abascal ni forocoches 

pueden irse de vacío

por más que el Covid apriete,

que la enfermedad se expanda

y que la gente se muera...

si en realidad nada es cierto, 

solo un bulo universal

para llevarnos al huerto.

 

Esa es la hermosa visión 

que ofrecían esta mañana

los guardianes del futuro 

contaminando València, 

verdaderos paladines 

de un fin del mundo molón. 

Aunque ya no quede nadie  

para viajar por el orbe

porque desde el cementerio 

no hay manera de moverse,

ni se pueda disfrutar 

si ya no queda salud 

para irse de vacaciones 

ni aire para respirar, 

si el sistema se ha empeñado

en que el mundo sea una empresa

que se liquida a sí misma 

para poderse forrar

aunque ya no quede nadie 

que la pueda sostener

-los muertos curran fatal-

ni tampoco dirigir, 

ni tampoco aprovechar,

ni tampoco, ni tampoco...

si todito c'est fini,

por no querer corregir 

la bulimia del trincar...

 


 

 


 

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