viernes, 8 de enero de 2021

El dossier USA. Curso intensivo y reflexión imprescindible para la conciencia colectiva y personal de todos y todas los habitantes del Planeta

 

 Como una borrasca global los acontecimientos más locos y disparatados se desencadenan sin parar sobre una humanidad que los sufre y los provoca, como, por ejemplo,  los fumadores sufren los enfisemas pulmonares que les produce su propia adicción al tabaco o los alcoholicos padecen la intoxicación etílica perenne que ellos mismos practican sin poder ni querer evitar. Lo mismo pasa con el Apocalipsis, que no es "un castigo de dios" por las maldades y estupideces de la humanidad, sino el mero resultado de lo que gran parte de esa humanidad lleva haciéndose a sí misma sin parar, e incluso, "mejorando" el expediente, durante milenios.

El Apocalipsis no se ha quedado en metáfora, al contrario, va dando cada día más pasos al frente en su materialización temporal. Entendamos que esa palabra tan traumática, en su origen, solo significa "revelación" y no castigo ni desgracia alguna. Es como revelar fotos, sacándolas del negativo y haciendo posible que se vean escenas, paisajes, rostros e imágenes, que se pueda "ver" e identificar una realidad pasada por la luz. El verbo griego apocalipto es fotográfico, significa revelar, poner al descubierto, desnudar y dejar a la vista lo que estaba oculto hasta el momento en que lo ocultado  se hace evidencia sin que se pueda evitar. 

Por si no bastasen para dar pistas suficientes las guerras y genocidios, la ruina de las sociedades más vulnerables, las crisis económicas como consecuencia y como origen "normal" del caos "necesario", la debacle migratoria como resultado provocada por  el destrozo climático como avance in crescendo de un final que no se quiera ver, pero que ahí está, y la pandemia a continuación, rematando, el toque maestro de la hazaña lo pone la manipulación populista. Acabamos de presenciar en USA el estallido de la burbuja que se ha ido hinchando en los últimos años en el mundo en general y en los EEUU, muy en particular. No nos confundamos a la hora de rasgar vestiduras. Lo de ayer en el Capitolio de Washington no ha sido un mal día del capitalismo mundial, ni un golpe estrafalario de la rarita sensiblidad yanky, ni lo de Trump es un fenómeno paranormal que cuando se retire y se le exijan responsabilidades penales, pasará a la historia como un mal momento, tipo la crisis financiera de 1929. No. Esto ha sido el último aviso de la realidad cósmica antes de dejarse aplastar para siempre por el caos del finiquito. 

Ese populismo tóxico no ha nacido por casualidad. Es el resultado de vivir años y años en un sistema social podrido hasta el tuétano por las mentiras, gobernado desde las pantallas, hecho de plástico y caretas como los ninots falleros, enlodado por la falta de transparencia y de ética, por la velocidad de la confusión constante, por la exaltación de la apariencia, por el chanchullo, la neurosis del egocentrismo, por la pérdida absoluta de la posibilidad de hacernos autoconscientes. Trump solo es un resultado, no el origen del problema. Si un elemento como él consiguió hace cuatro años acumular tantos votos como para hacerse cómodamente con la presidencia de su país, es porque ese país ha perdido el alma, la conciencia, la dignidad, la vergüenza, el sentido común, la razón y la cabeza. 

No solo USA, toda la sociedad humana necesita urgentemente una autocrítica intensiva. Un stop de UVI, si es que queremos que la vida continúe y no desaparezca del Planeta. 

Todos los robots teledirigidos desde twitter que ayer invadieron la institución democrática más antigua del mundo y la dejaron destrozada, hecha un desastre con los parlamentarios refugiados en los sótanos y cloacas del Capitolio, han hecho evidente hasta adonde puede llegar la barbarie y la locura del suicidio colectivo cuando las tecnologías, la comodidad descerebrada que solo piensa en ganar, acumular, consumir y rebuznar en libertad, que confunde la democracia con el permiso universal para comprar y utilizar armas de fuego sin más deber y compromiso que el de pagar el precio de la compra, se consideran derechos universales, por encima de la obligación de ser ante todo seres humanos capaces de reconocer y respetar en los demás, sean como sean y piensen como piensen políticamente, los mismo derechos y deberes que desean y reclaman para ellos. Esa condición sin la que la vida misma se hace imposible, ha fallado desde siempre en nuestra especie. Y para colmo en EEUU ese fallo garrafal de humanidad se ha convertido en paradigma. Siendo la economía más poderosa del Planeta, carece de seguridad social, de atención sanitaria básica para quien no puede pagar las cantidades astronómicas de las facturas clínicas. Los estudios son carísimos. Las matrículas universitarias son prohibitivas para las economías  trabajadoras y medias. Es decir: impidiendo que los pobres estudien, se reduce la "inteligencia" titulada, solamente a los hijos de los ricos. 

¿Cómo es posible que precisamente las clases populares yankies, los campesinos, los mecánicos, las limpiadoras, los camareros y camareras, los soldados sin estudios, los camioneros y hasta los mendigos, le voten a alguien como Trump y se vayan de cabeza a invadir el Capitolio si él se lo ordena en un ataque de egopatía gravis? ¿Qué pasa en ese país y qué estilo de vida están contagiando al resto del mundo desde ese pudridero social? ¿Qué hizo Obama tras ocho años como presidente, para conseguir que la Casa Blanca la ocupase tras él esa especie de monstruo de Frankenstein, que lejos de ser un republicano se comporta como el terminator del concepto y de la realidad que es la República, res/cosa, pública/de todos? Trump ha resultado un dictador absolutista, todo lo contrario que un republicano. Si algo así ha sido posible en los USA, significa que esa sociedad o bien se ha deteriorado de un modo demencial, o bien siempre ha estado así pero lo ha ido disimulando hasta que la situación de su propio deterioro social y político le ha estallado por saturación. Porque ya el mismo sistema se les ha podrido por dentro, en un tiempo en el que la humanidad solo puede encontrar respuestas liberadoras y sanas, en el interior de sí misma. Lo horrible del capitalismo es que no tiene interior, todo en él es escaparate con el género a la venta y los precios por delante. Es un verdadero puticlub. Es decir, esa prostituta que el Apocalipsis describe con todo lujo de detalles. 


Pero el análisis tiene que ser honesto y para todos los terrícolas. Porque tampoco los USA serían lo que son para el mundo, si el mundo tuviese conciencia despierta y supiese lo que vale la dignidad y la limpieza de miras, más que la feria de vanidades y baratijas sin más valor que la fanfarria y la superficialidad para parecer lo que nunca se será si no hay materia prima humanitaria, igualitaria, fraternal, sin competir ni vencer sobre nadie, porque lo que se pretende es que todos estén lo mejor posible por medio del bien común, algo que para los USA es comunismo de la peor especie, nada que ver con el evangelio que sus pastores les predican. 

Es decir, si esa conciencia existiese en plan global ningún país querría vivir como ellos. Nadie emigraría a un lugar tan inhumano, tan superficial y tan vacío de valores auténticos. Tan hipócrita y marrullero, especialista mundial en el gato por liebre. Y sin embargo todos se encandilan con emigrar hasta allí, idiotizados por las películas de Hollywood, por la ruta 66 (el número de la bestia del Apocalipsis por duplicado, qué casualidad, ¿no?) o el paraíso de Las Vegas, como todo el mundo sabe, el verdadero depósito de valores yankies, la reserva moral de Occidente, of course. Todos celebran la Navidad, la Acción de Gracias y el Cuatro de Julio, se lo pasan pipa y luego cada uno a lo suyo, o sea, a trepar y ganar pasta, y si no, pues a beber cervecitas y cocacola que deja las neuronas al bies, a devorar hamburguesas y helados a saco. Gordos y cebados, vacíos de todo menos de azúcar, colesterol  y triglicéridos, sumidos en videojuegos y pelis de terror o de fanstasy, mientras la élite enreda por el espacio sideral a ver si va encontrando refugio porque la Tierra ya está agotada a base de tanta prospección contaminante, y claro, qué se mueran los pobres, que además son tontos, trabajando como negros y haciendo el idiota como blancos, todos sin futuro, convencidos de que solo un Trump, en un capitalismo delirante y ya en coma social,  les hará herederos de un mundo victorioso donde la pasta llevará la batuta y hará el milagro del pan y circo para todos mientras cantan en la iglesia del pueblo amazing grace cada domingo, y luego todos a bendecir el muro y las alambradas que impiden a los emigrantes invadir su paraíso, que ellos mismos invadieron en el pasado desde el May Flowers y demás naves invasoras, cuando los indios, que estaban en la inopia, no se entretenían en poner fronteras a lo que Naturaleza dejaba por entonces como tierra y espacio universal para cualquier especia viva...y los mismos latinoamericanos que ahora son racistas y xenófobos vitorean a Trump como su héroe redentor.


Hay mucho que rascar y pulir entre nosotros, españolitos irreversibles. En España la ultraderecha pepera debería reflexionar un poco antes de abrir la boca en estas tesituras -aunque, claro, si lo hiciese ya no sería lo que es-  lo mismo que los militares jubilados o Pablo Iglesias, preguntándose por qué no se ha montado un ataque militar del ejército contra los revoltosos. Precisamente ese tinglado ha tenido la suerte de no haber sucedido aquí. Porque una cosa semejante hubiese terminado en guerra civil sin remisión, con cunetas adjuntas y memoria histórica en la papelera o en el contenedor de papel y cartón. 

Si algo ha resultado sano y coherente dentro del bochinche, ha sido la reacción de los mismos congresistas republicanos compañeros de Trump en el Capitolio, respetando las reglas y los resultados de la democracia en las urnas. Es muy de agradecer que hayan tenido la inteligencia de soltar amarras y zarpar hacia mejores puertos, avergonzándose visiblemente del fantoche y de su esperpento, tal vez sería un gran gesto de ética e inteligencia política, pedir perdón a la sociedad norteamericana civilizada y normal, como al resto del mundo por las consecuencias que han tenido para todos esos cuatro años de barbarie en una de las responsabilidades más poderosas del Planeta. 

Me pregunto cómo habría reaccionado la derecha española si se hubiese producido algo semejante aquí. Prefiero no imaginarlo y dar gracias a la España periférica por hacer posible un gobierno de coalición, aunque sea tan duro lidiar en él, siempre es más sano el acuerdo y bajarse del burro en algunas cosas por el bien de todos, que ir a lo cafre, caiga quien caiga y a saco, para salirse con la suya sin pensar en nada más que en sus ventajas particulares. Igualitos que Trump y su horda de cafres. Lo de ayer en USA, lo ha dejado clarísimo. Que no caiga en saco roto la experiencia.


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