Estoy convencida de que solo el pueblo puede salvar al pueblo sacando su conciencia colectiva del armario. Se sacan banderas para reivindicar pedacitos de libertad, migas que se caen de la mesa del poder pero sin comprender que los trocitos sueltos en ese plan nunca son una realidad social completa, solo puntos de dispersión, "luchas" muy parciales y manipuladas que cuando se ganan solo han cambiado el nombre de las mismas cosas, que en realidad continúan como siempre porque la sustancia social no ha cambiado nunca de verdad aunque lo parezca por las modificaciones del lenguaje y los abalorios publicitarios con que los medios se encargan de "actualizar" el mismo tinglado de siempre.
¿De qué vale que se reconozcan sobre el papel derechos que en la "justicia" permanecen desaparecidos porque a la hora de la verdad es el criterio personal y la interpretación de los jurisprudentes lo que cuenta? Una sociedad supercarca y de entramado emocional fascista no puede ser de repente y por decreto una democracia de la noche a la mañana. Sobre todo porque la democracia, como la barbarie, se llevan en los genes culturales y pedagógicos de una conciencia colectiva.
Ese estado de confusión era explicable hace cuarenta años, pero si de verdad esto es una democracia ya no debería tener el menor sentido entre nosotros. Solo se explica esta anomalía por el hecho de que aquel cambio tan optimista en los 80 solo se utilizó como cortina de humo para que nada ni nadie rompiera las ataduras que un dictador dejó bien atadas desde aquel chiste tan profético como real: "eszpañolesz todosz, y ya entrando en el año 3034, una vez muerto diosz y aszumidosz losz plenosz poderesz coszmicosz, llego a la intimidad de vuesztrosz hogaresz para aszegurarosz que nunca osz dejaré szolosz..." Así se explica que a cuarenta y cinco años de distancia estemos con la vieja putrefacción a toda vela y convencidos de que las leyes y constituciones que la hacen posible, por el mero hecho de serlo, son intocables, aunque sean humana e históricamente tan impresentable como disparatadas en su propia autoveneración inexplicable a estas alturas de la historia.
¿De qué vale que se reconozcan sobre el papel derechos que en la "justicia" permanecen desaparecidos porque a la hora de la verdad es el criterio personal y la interpretación de los jurisprudentes lo que cuenta? Una sociedad supercarca y de entramado emocional fascista no puede ser de repente y por decreto una democracia de la noche a la mañana. Sobre todo porque la democracia, como la barbarie, se llevan en los genes culturales y pedagógicos de una conciencia colectiva.
Ese estado de confusión era explicable hace cuarenta años, pero si de verdad esto es una democracia ya no debería tener el menor sentido entre nosotros. Solo se explica esta anomalía por el hecho de que aquel cambio tan optimista en los 80 solo se utilizó como cortina de humo para que nada ni nadie rompiera las ataduras que un dictador dejó bien atadas desde aquel chiste tan profético como real: "eszpañolesz todosz, y ya entrando en el año 3034, una vez muerto diosz y aszumidosz losz plenosz poderesz coszmicosz, llego a la intimidad de vuesztrosz hogaresz para aszegurarosz que nunca osz dejaré szolosz..." Así se explica que a cuarenta y cinco años de distancia estemos con la vieja putrefacción a toda vela y convencidos de que las leyes y constituciones que la hacen posible, por el mero hecho de serlo, son intocables, aunque sean humana e históricamente tan impresentable como disparatadas en su propia autoveneración inexplicable a estas alturas de la historia.
Tenemos un grave problema sin resolver : creer que lo nuestro es genial por el mero hecho de ser nuestro, que tampoco lo es, fue y sigue siendo una imposición manipulada desde "arriba", que en la posdictadura inmediata tuvo su explicación por el miedo, pero que a cuarenta y dos años del bochinche no tiene sentido, ni lógica ni vergüenza. Ni salida, si nosotros,la ciudadanía, no exigimos ya un referendum que legitime nuestra democracia de una vez por todas, en el que podamos optar por el modelo de estado que nunca nos han dejado elegir. Podemos seguir en el plan hundimiento que estamos entre corinnas y coronas, sostenidas por el Ibex y sus prebendas para con el sistem in failure al que le sacan tanto jugo, o podemos dar forma a una república federal como Alemania, por ejemplo, en la que las autonomías municipalistas se vayan responsabilizando del bien común sin necesidad de destrozarse entre sí bajo una monarquía chupóptera y de pacotilla que en realidad nunca hemos elegido a lo largo de siglos y siglos y que nos sale carísima de mantener y de consentir en todos los sentidos.
Obviamente la pura realidad nos está marcando la necesidad cada vez más urgente de hacer ese cambio si es que no queremos seguir cuesta abajo y sin frenos por el camino del desguace estatal.Hasta Feijoo, el gallego del pp, lo ha reconocido. Y tiene razón. Solo una federalidad republicana y municipalista y participativa para impedir el cortijismo tan ppeppero y caciquil puede salvarnos de la quema.
¿Que Felipe de Borbón es un buen hombre y quiere mucho a los españoles? Pues que sea valiente, proponga ese referendum pendiente y si se vota república que se presente a las elecciones y si gana que sea presidente hasta que él o los españoles deseen cambiar, votando, claro, no por orden dinástico en plan pedigrí, como los perros o los caballos...Que ya son muchos siglos de feudalismo camuflado de cualquier cosa, hasta de democracia, fíjate!
Renovarse o petar. Asi que, venga, a ponernos las pilas, a sacudir alfombras y felpudos, limpiar armarios, rincones y telarañas fósiles. Adios a las coronas 'legales' democráticamente ilegítimas y éticamente ilícitas, y ¡hola! a la democracia legítima, ética y por ello, legal de verdad, no por apaños y contubernios franco/borbónicos. Que esto ya no se sostiene por más tiempo y cada vez irá a peor, por el mismo avance de la evolución que no perdona apegos idiotas. Y pasa unas facturas impagables por los siglos de los siglos. Ya lo estamos verificando en directo.
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