miércoles, 22 de julio de 2020

Querida Cayetana, si repasas nuestra historia, y especialmente, para ser más específicas, la de los dos últimos siglos, podrás comprobar objetivamente que una monarquía jamás puede ser hija de un pueblo, que en realidad solo es su felpudo o su alfombra roja, y al mismo tiempo su razón de estar ahí para exprimirlo y vivir de él. No para hacer posible que el pueblo viva con dignidad y justicia. Si esto fuese como tú afirmas, la monarquía respetaría muchísimo a sus padres sociales, les obedecería, les preguntaría si están de acuerdo con que tras cientos de años viviendo a su costa ella no sea capaz de independizarse siendo ya más que adulta, y los respetaría en vez de manipularlos, engañarlos y aprovechar para forrarse el vínculo familiar esquilmando sin compasión ni miramientos a esos padres y madres que la han hecho posible, según tu peculiar entendimiento. Reflexionar antes de hablar es un detalle muy poco valorado por cierta costra feudal, una virtud que nunca debe dejarse de lado antes de abrir la boca. Aunque es muy lógico que siendo parte del mejunje monárquico como lo es la aristocracia en tu caso (otro eufemismo más para engañar lingüísticamente), afirmes cosas como éstas. La ignorancia puede ser una disculpa, mientras no se ocupen cargos públicos, en cuyo caso se convierte en una vergüenza social y en una aberración política. Si lo que afirma Cayetana fuese cierto, estaríamos aun peor de lo que estamos: ante una monarquía irresponsable y gorrona que se dedica a vivir de sus padres hasta que puede seguir viviendo de los hijos de sus padres, o sea, de sus hermanos de especie currantes y paganinis. No tiene sentido entonces criticar las ayudas sociales a los pobres, si la monarquía es la primera beneficiaria del sistema familiar y se lleva la palma en cobertura financiera. En cuanto al refugio coronado en el amparo justificativo de cualquier real barbaridad en la Constitución, hay que considerar de dónde salió esa Carta Magna, quién decidió atarlo todo tan bien atado, y en qué condiciones de elegir estaba el supuesto 'populus pater' entre las cuerdas del nudo gordiano cuando se le impuso una monarquía por miedo y testosterona como franquicia. O el mejunje o la liamos, nos diejeron entre dientes y urnas. Pues, vale, se vota el mejunje si no queda otra, respondió una mayoría resignada y esperanzada con la posbilidad de un cambio, y por ello en plan provisional, porque esto seguirá siendo un chantaje hasta que se supere el trance del traspaso. Pero de eso nada: el momento puntual del traspaso se ha hecho normalidad y lo que era un trámite para el cambio se ha convertido en una imposición enquistada for ever. Y no, el pueblo, ya no traga, visto lo visto, y las nuevas generaciones oprimidas por el invento prolongado sine die, reclaman la consulta que nunca se le hizo al pueblo en 42 años, sobre el modelo de estado. Un derecho totalmente legítimo que hasta ahora no se le ha reconocido en la práctica, aunque se le vende a tutiplén en la publicidad de la teoría.. Y ahora, Cayetanita, ilustre marquesina de la feria monárquica, dinos, porfis: ¿Qué hace una chica como tú, en un escaño como ese, que por cierto, te paga el pueblo y no la monarquía? El pp sabrá el por qué...O no, como casi siempre...Ainsss!

marta monforte/Público  


    


Aunque esté cantada en valenciano-catalán-mallorquín, esta realidad es compartida y padecida por todas las tierras federales de los pueblos ibéricos. Somos 'una unidad de destino' sufridor en la globalización peninsular de la miseria ética, una comunidad de comunidades maltratadas, que intenta despertar de una pesadilla histórica, producto de una intoxicación social asumida como estado natural y ¡hasta saludable!, para sus mantenedores y explotadores. ¿La prueba inequívoca de que aquí nunca ha habido una transición auténtica?: que la democracia sea el refugio de la antidemocracia, porque la antidemocracia sigue al mando del sistema, disfrazada de lo que nunca puede llegar a ser si sus militantes no maduran ni crecen como seres humanos, y solo permanecen como marionetas de su propio tinglado miserable, pero millonario. Amb el cap per avall. Cuestabajo y sin frenos, corriendo en un Fórmula 1, por caminos sin asfaltar, estrechísimos, llenos de socavones y con cuestas demenciales y curvas impracticables. Y con barbies-cayetanas como polis de tráfico. Menudo provenir...

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